SARA 74:
ENTRE LA BAÑERA Y LA TOALLA
Sara perseguida
por los pasillos de un balneario… Sara voluptuosa emergiendo de una vaporosa
bañera de aguas termales… Sara compartiendo cinco almohadas con cinco apuestos
galanes… Sara cubriendo sus desnudeces con una simple toalla…
“Cinco almohadas
para una sola noche”, actualmente en su cuarta semana de rodaje, se aparta del
tipo de película al que últimamente nos tenía acostumbrados nuestra
“Saritísima”. Este salirse de los caminos trillados ha causado sorpresa en el
ambiente cinematográfico e indudable expectación para saber el resultado del
experimento. De sobras es sabido que a la Montiel le gusta pisar fuerte,
terreno firme, siempre muy Sara, muy ella misma y poco dada a las innovaciones.
Veamos su personal opinión sobre el insólito experimento que está llevando a
cabo.
-Yo
no creo haberme encasillado: en todo caso me habrán encasillado. Que me den un
buen guión, sin canciones y lo haré, haga de vieja, de joven, de buena o de
mala; llorar o reír… Lo importante es contar con una buena historia. Acordaros
que en México y Hollywood hice toda clase de papeles… incluso de india.
"AL PÚBLICO NO SE LE PUEDE EMPACHAR: HAY QUE DARLE POCO Y BUENO".
Sara no parece
excusarse, simplemente aclara, da su opinión. Pero tras “El último cuplé”, los
patrones han sido similares…
-No
estoy totalmente de acuerdo en ello pero en todo caso la elección ha sido de
parte de los productores, de los señores que ponen el dinero para hacer una
película. Y hasta ahora no he arruinado, como otros, a ninguno de ellos, todo
lo contrario. A mí me contratan para cantar y canto. He exigido una calidad y
una dignidad en las películas que me han ofrecido, y la tienen. Ahí están
todas, aún en plena explotación, reponiéndose año tras año. Un buen guión sin
canciones también lo hubiera aceptado, pero exigiendo igualmente calidad y
dignidad.
-¿Aceptaría el
público a una Sara Montiel que no hiciera de cupletista? Es un paso que algún
día, algún productor debería decidirse a dar…
-Personalmente
no tengo ningún temor a dar este paso. Soy cantante pero también soy actriz y
para cantar como yo canto más que voz, de la que nunca he presumido tener, se
necesita ser buena actriz. Y lo soy. Pero actriz para un guión cuya temática
sea importante, por ejemplo una buena adaptación cinematográfica de una de
estas estupendas obras de teatro que ahora tienen tanto éxito, pero que después
en la película se pueda decir lo mismo que se dice en el teatro porque esto de
que la censura sea mucho más rígida para el cine que para el teatro no me
parece justo. O todos moros o todos cristianos. Hacer un cine importante pero
mediatizado por una serie de factores y circunstancias ajenas a la obra en sí,
no me interesa. Para esto sigo haciendo mis películas, con dignidad y calidad,
películas sin problemas insuperables que puedan echar a rodar el esfuerzo realizado.
-Pero algo ha
variado en la línea interpretativa de Sara. La actual película que está rodando
se aparta de los moldes de siempre.
-Sí,
indudablemente. Hago un papel desenfadado, alegre, que requiere tener vis
cómica, sentido del humor… O sea, ser actriz. Y lo hago muy satisfecha, entre
otras cosas porque me dirige un experto en la comedia, Pedro Lazaga. Por eso
cuando me ofrecieron la historia dije que tenía que ser Pedro el director
porque lo considero el mejor en este género. A mí me gusta trabajar siempre con
los mejores, por eso también he exigido que el fotógrafo fuera el catalán Juan
Gelpi. Con Pedro y Juan estoy totalmente segura de la agilidad, gracia y ritmo
de la película y de la calidad fotográfica de la misma. Sí, ya sé, otros no
exigen tanto. Yo sí, porque soy muy profesional y responsable y también quiero
gente profesional y responsable a mi lado. A mí no me gusta jugar a hacer cine.
En este sentido mi mentalidad, como en otros sentidos, quizá no sea española,
es más americana, dentro de la escuela y técnica de Hollywood. Por ello mismo
no acepto todo lo que me ofrecen.
Baño de espuma, como las superstars de Hollywood, y albornoz ruso.
-Sara y su
mentalidad. Un tema a profundizar. Sara Montiel la máxima estrella del cine
español no tiene mentalidad española. Insistimos.
-Conocí
a Greta Garbo y no tenía mentalidad escandinava. Y tantos otros mundialmente
famosos cuya mentalidad no se ciñe a la idiosincrasia de su país de origen. Hay
que tener mente universal, amplia. Quizá ello te lo enseña el haber viajado
mucho y el haber conocido a muchas personas importantes. La técnica del cine la
aprendí muy bien en Hollywood, junto a Kazan y junto a mi primer marido Anthony
Mann, del que me divorcié; valga el ejemplo, por eso, por tener los dos una
mente amplia y liberal. A eso me refiero. El trabajo, el viajar, el
aprendizaje, el saber escuchar a personas que no hablan por boca de ganso te
lleva con el tiempo a saber lo que uno debe hacer y dejar de hacer, por ejemplo
hacer una buena película cada cierto tiempo, cada año y medio o dos años, sin
premuras, sin prisas y, claro lo contrario, el no hacer cuatro o más películas
al año cosa que considero una barbaridad. Al público no se le debe empachar,
hay que darle poco y bueno, esto es lo que el público más agradece.
-Poco, bueno,
canciones, interpretación, algo distinto: ¿reúne estas características “Cinco
almohada para una noche”?
-En
esto el público es el máximo soberano. Cuando se estrene la película el público
lo dirá. Personalmente, para mí, sí. Esta película es distinta para mí, porque
se trata de una comedia alegre, divertida, sexy, pero, que conste, sin caer en
la barata chabacanería. Voy a salir muy mona y espero que el público se ría con
mis peripecias, yendo de almohada en almohada, con las situaciones de picardía
que tiene la historia y que Pedro Lazaga está realizando con una gran agilidad
y ritmo. Y también canto, ¿por qué no? Y ya verán que números musicales, a más
de uno le va a dar un síncope, y que conste que no me refiero sólo al público.
Tres canciones picarescas, muy moviditas, un tango muy arrastrao y porteño y
dos canciones muy españolas y muy famosas pero que canto a mi aire, sin caer en
tópicos.
Llevando a Sara en silla de ruedas, uno de los galanes de ésta su última película: Manuel Tejada.
-Sara Montiel
también tiene fama por lo que a los repartos se refiere. A la hora de elegir
actores ella impone nombres. Nombres famosos le han dado la réplica en sus
films.
-Creo
que el éxito de una película también depende del reparto. Muchas buenas
historias e importantes producciones no han tenido aceptación por parte del
gran público por no haber sabido acertar en el reparto. Podría citar un montón
de casos, algunos de ellos recientísimos. En la actual película me acompañan,
me dan réplica, cinco actores fabulosos. Me refiero a los papeles masculinos
estelares. Además hay un amplio y muy buen reparto de otros actores y actrices,
por ejemplo Perla Cristal, María Baso, Tota Alba, Erasmo Pascual… Los cinco
fabulosos, así les llamo yo porque de verdad que son cinco soletes y actorazos
como la copa de un pino, son el americano Graig Hill y los españoles Rafael
Arcos, Manolo Zarzo, Ricardo Merino y Manuel Tejada. El público lo va a pasar
estupendamente con ellos, están lo que se dice “clavados” en sus papeles, cada
uno distinto al otro, cada uno con su propia personalidad. Entre ellos estoy
como pez en el agua, no sólo por su calidad artística sino porque además son
estupendos como compañeros y excelentes personas. Da gusto trabajar con ellos,
te lo digo de verdad. Ya sabes que a mí no me duelen prendas, si no lo sintiera
así no te lo diría.
Por Vicente ZABALA
Fotos: Simón LÓPEZ
EL RECORTE CCXXIX
Este reportaje de Fotogramas, del año 1973, ilustra con detalle una jornada de rodaje del que sería el último film de la diva: "Cinco almohadas para una noche". Incluye interesantes entrevistas con el director, sastre...
Sara Montiel ha iniciado el rodaje de “Cinco
almohadas para Rosa” a las órdenes de Pedro Lazaga. Nuestras colaboradoras Ana
M.ª Moix y Colita se han trasladado hasta Alhama de Aragón, permaneciendo 48
horas en el rodaje de doña Sara. Fruto de su viaje es el siguiente reportaje.
SARA
sus almohadas y… algo más
La historia: 5 aventuras para una cupletista y paternidad desconocida. Cada aventura es una almohada. En la foto: dos de las almohadas de la Esmeralda (Sara Montiel): Craig Hill y Ricardo Merino.
El Balneario de
Alhama de Aragón se ha engalanado por unos días. En el jardín que lo rodea, el
sol otoñal, que diríase tan decimonónico como el edificio, arranca amarillos y
rojos a las hojas de los árboles. Los modernos coches, aparcados bajo la
avenida de plátanos parecen una broma del tiempo, y a la chica que corre,
ligera y en bikini, perdiéndose hacia la zona de los lagos, habría que darle
una azotaina por romper, con su atuendo y alegría antienfermiza, la armonía del
marco romántico. Es Silvia Tortosa la que despojándose de la vestimenta
habitual de los setenta se zambulle, con un garbo y energía que hubieran
horrorizado a las damiselas del XIX, en el lago del parque del balneario. En
pleno otoño, sale del agua, exclamando: “Qué barbaridad, qué calor”. Después, explica
a mi extrañeza, que “las aguas de este sitio siempre están a una temperatura
de 34 grados”. En los bancos que rodean el lago, un grupo de mujeres
(a quienes más tarde reconoceré como camareras del hotel del Balneario),
murmuran en voz queda, esas voces que más que voces parecen susurros y huelen
todavía a verano cuando llegan de lejos, que “No la he visto todavía”. Y
otra: “Es que
no he llegado aún”. “¿De París?” “No digas tonterías, maña. ¿No sabes que vive
en Madrid?” “¿Cómo voy a saberlo? ¿Te crees que la conozco?” “¿Tú, qué vas a
conocerla? Pero, hija, la Sara Montié sale en todas las revistas”. “A ellos sí
los he visto. ¡Madre qué guapos!” “¡Y con esos trajes que les han puesto!” “El
americano es el más guapo”. “Pues el Merino ese, el alto, bien simpático que
es” “¿Y qué hará con cinco hombres? A mí se me da que esa película debe ser de
lo más verde. La harán para el extranjero, digo yo”. “Vamos, mujer, que tú oyes
cinco almohadas y ya te crees…”
En el interior
del edificio decimonónico, interminables pasillos vacíos, inmensos salones
desiertos con cortinajes de terciopelo rojo, largos visillos bordados que
apenas oponen resistencia al suave viento que se filtra por los balcones y entreabiertos,
estatuas de terracota. Los mármoles relucen y las molduras de madera decorada
de los techos parecen pintadas ayer. Aquí, en este caserón final de siglo, va a
suceder una historia de los años treinta escrita por José Navarro. En la época
actual, una muchacha (Sara Montiel) reúne a cinco viejecitos (Craig Hill,
Rafael Arcos, Ricardo Merino, Manuel Zarzo y Manuel Tejada) para darles el
susto, grave a sus edades, de que uno de ellos es su padre. Cada venerable
señor se recuerda, por turno, guapote, sin canas, viviendo un “affaire” en este
balneario, en los años 30, con Rosa López, la Esmeralda, cupletista ligera y
descocada, quien no satisfecha con disfrutar de las cinco almohadas, encima,
lleva un diario donde escribe lo que hace con cada una de ellas.
Llego a la otra
ala del hotel, habitada. Los cables eléctricos se enredan con marmóreas
estatuas, caballeros con barba, traje de mil rayas y zapatos bicolor, aguardan
sentados junto a señoras con sombreros emplumados, y trajes de los treinta.
Ricardo Merino, con traje gris, chaleco, y camisa de cuello redondo almidonado,
se pasea de un lado a otro del salón-bar, sin sentarse, para no echar a perder
la raya del ancho pantalón. “Soy uno de los amantes de La Esmeralda en el Balneario.
Es un papel simpático y divertido. Un hombre que vive sólo interesado por la
política y los acontecimientos de la vida civil y de repente me encuentro a la
cupletista en mi habitación, en pelotas. Hablamos de política y me acuesto con
ella. De momento es un rodaje tranquilo, muy cómodo, como suelen ser los de
Lazaga, con quien ya he trabajado otras veces”. Durante casi toda la
jornada de hoy, ha rodado Craig Hill. Entradas, salidas, asomando la cara por
una puerta… Ahora parece ser que observando a Rafael Arcos que transporta una
silla de ruedas, que Arcos no utiliza por enfermedad sino por… A Sara Esmeralda
los besos se le dan mejor acomodada en la silla de paralítico. Craig Hill,
actor de Hollywood de los años 50 (trabajó en “Trece por cena”, “Eva al Desnudo” y “El precio de la gloria”). “Todo marcha perfecto. Me gusta este papel, es muy
diferente de los que hacía últimamente. Lazaga es un gran profesional”.
Por la mañana,
en el vestíbulo, mientras espero el ascensor, me llega a los oídos, el
cuchicheo de dos camareras. “Ya ha llegado, ¿la has visto?” “Sí, chica, qué guapa, y
eso que decían que estaba muy mal la pobre”. “Mujer, la has visto maquillada.
Simpática sí es, me ha dicho buenos días y todo”. “Sólo faltaría”. “Pues dicen
que hay artistas, divas de esas, que te tiran el desayuno por la cabeza cuando
se despiertan de malas”. “Toma, las extranjeras, como la Kennedy, pero las de
aquí son otra cosa. Me ha dado propina y todo, bueno ella no, la mujer que la
acompaña, debe de ser la secretaria, ¿no?; sí esa que le aguanta el perro. A
ver cómo dejan la habitación con el perro ese…”
Rodaje en el
gran salón. Pedro Lazaga se mueve tranquilo. A pesar de que el argumento (cinco
aventuras para una cupletista y paternidad desconocida) huela a melodrama,
Pedro Lazaga me explica que no lo es. “Es una comedia alegre, divertida, de enredo y musical.
Sara canta siete canciones, de las cuales, cuatro van acompañadas por un ballet
y es un montaje totalmente musical. Es la primera vez que Sara hace un papel
desenfadado. ¿Presupuesto? No sé exactamente, pero debe andar por los 30
millones”. Juan Gelpi está manipulando con las luces, y León
Revuelta, el figurinista, probando chalecos a Craig Hill y revisando el traje
de Ricardo Merino. Ninguno de los galanes rueda ahora. (El salón plató se ha
puesto de luces para que Sara Montiel descienda la escalera de mármol,
atraviese el salón entre los endomingados asistentes, y se siente en un sofá
hojeando una revista.) Pero Colita se ha empeñado en hacerles una foto, con
Sara, y pacientes se mantienen dentro del uniforme de rodaje. Ahora Colita pide
cinco almohadas. ¿Para qué? “Quiero hacer una foto de los cinco galanes agarrados a
una almohada y Sara en medio”. Se busca a los restantes galanes.
Tejado no ha llegado todavía. Arcos, aprovechando que no rodaba, se ha ido a
Zaragoza a pasarlo bien. Manuel Zarzo ha tenido que irse por estar a punto de
ser padre. Sólo quedan dos almohadas para Sara, y para la foto de Colita.
Sara ha hecho su
entrada en el plató, con la señora que la acompaña y el perro (un caniche
enano) que ladra cada vez que trasladan cualquier objeto que se halle a unos
metros a la redonda de donde supone que es territorio privado de su dueña.
Pánico entre el equipo. La acompañante de Sara tranquiliza. “No muerde, es
que cree que todo esto es de Sara y que se lo quitan”.
El director, Pedro Lazaga, con la almohada, la actriz y el rodaje puestos.
NEGRO Y VERDE PARA SARA
En el salón-bar,
León Revuelta que ha hecho el vestuario de las tres últimas películas de Sara,
de todas las de Rocío Durcal, y acaba de terminar “Acelgas con champán”, con
Celia Gámez. “Mi
mejor trabajo, sin duda “El alcalde de Zamalea”. Siempre prefiero las películas
de época, puedo lucirme más. ¿Presupuesto de esta película? Sólo Sara saca 35
trajes y 10 desnudos”. ¿Cómo se explica esto de vestuario para
desnudos? “Mujer,
las toallas, sábanas o colchas para taparse un poco. Para Sara ha habido un
presupuesto de casi un millón de pesetas. Añade los demás actores, toda la
figuración… medio millón más. En total, he diseñado unos 500 trajes.” ¿Qué
color le va más a Sara? “El negro, ¡por supuesto!, y el verde”. ¿Muchas
discusiones? “Mira,
sabe muy bien lo que quiere, y hay que torearla bien. Hay que hacer ver que las
cosas se le ocurren a ella. Llevamos trabajando juntos 6 años. Tiene aureola de
monstruo, pero no lo es, en serio. Nos peleamos todo el día, pero no hay
problemas”. La leyenda dice que las mujeres son más puñeteras que
los hombres para vestir. “¡Mentira! Los hombres son más quisquillosos. Prefiero
vestir a diez mujeres que a un hombre. El único actor que nunca me ha creado
problemas fue Omar Sharif. ¿Qué actriz me gustaría vestir para lucirme? A Ava
Gardner”. ¿Cuánto tiempo le ha llevado preparar los 500 trajes de
esta película? “Ah,
es el problema de siempre en este país: tiempo y dinero. Me han dado una semana
y media para organizar todo este jaleo. Si tuviera que trabajar en Hollywood,
con mucho tiempo y dinero, creo que me resultaría difícil por la falta de
costumbre. No entiendo cómo los de fuera con los medios que tienen caen en los
errores que caen. ¿Ejemplo? La pifia de “María, Reina de Escocia”, Vanessa
salía con un velo de nylon, ¡imperdonable!”. En un rincón del bar,
viendo la tele, María Basso, Tota Alba, Juana Azorín y Carmen Martínez Sierra.
León Revuelta me dice que me quede un par de días más para no perderme una de
las escenas más divertidas de la película: las cuatro actrices citadas, figuran
cuatro viejecitas tías de Arcos, a quienes van a meter en el lago del
Balneario. Menos mal que es agua caliente, sino las matan. “¡Les he hecho unos camisones de encaje
para la escena!”.
Tota Alba es una
de las tías del solterón Arcos, a quien suponen afeminado hasta que embaraza a
la Montiel. “Prefiero
los papeles dramáticos, pero los cómicos me divierten y cansan menos. La
tensión nerviosa o sentimental agota al actor, en cambio en el papel cómico
cuenta el texto, la picardía con que cuentas un chiste…”
En el salón,
Sara Esmeralda ya ha descendido la escalinata y está sentada en un sofá rojo de
terciopelo. Traje lila, turbante blanco, y de perfil a la cámara, chupándose
las mejillas como antaño, como siempre. Entre plano y plano “Mary, Merche”, las maquilladoras acuden
prestas. Sentada, este primer plano de perfil será todavía como los ya clásicos
de “El último Cuplé”. “Sí, Pedro, ¿así? Vale, como digas, de acuerdo”,
hace cuanto recomienda Lazaga y de vez en cuando acude al rincón para
explicarle a Cuchi, que los focos no son suyos y que puede tocarlos quien
quiera. Terminado el rodaje, se despide hasta la hora de cenar. “Si me permites
quisiera subir a quitarme el maquillaje, me pesa”. No faltaría más.
Mientras me quedo con Lazaga en el bar. Alguien le recomienda “¡Cuidado con lo
dices, que los de Fotogramas siempre se cargan al cine español!”.
"Es una película diferente a cuantas he interpretado hasta ahora. Es una comedia divertida, desenfadada, pero, ¡humana, eh!", dice Sara Montiel.
PELÍCULAS PARA LAZAGA
Lazaga,
realizador de 76 películas, empezó a trabajar en el 46, con un cine que podríamos
calificar más de autor que de comercial. ¿Por qué este cambio? “Mira, del 46 al
48 hice el guión de “Abel Sánchez”, de Unamuno, rodé “Campo Bravo”, “Hombre
acosado” y “Cuerda de presos”. Todo el mundo me decía que estaban muy bien,
pero que no eran comerciales. Hasta el 52 no pude hacer nada. Por fin hice “La
Patrulla”, me dieron premios y dio dinero. Total que desde entonces hasta ahora
ruedo 6 o 7 películas al año, pero no me permito realizar una sola idea mía.
¿Por qué? Lo que más me gusta es el cine y, realizando ideas mías o no, es lo
que he hecho: cine”. Tras 76 films y con el éxito comercial que ha
tenido, ¿no puede permitirse hacer “un cine”? “Tengo muchas ideas, pero cuando voy a una
productora me dicen que el guión bueno es el que tienen ellos y que es el que
vamos a hacer. Dentro de poco voy a aventurarme a hacer una película mía”. ¿Cómo
será este cine? “Pues…
no me gusta anticiparme con explicaciones. A lo mejor resulta que es igual al
que estoy haciendo ahora. Las estetas me reprochan que en mis películas no hay
ideas fundamentales. Bueno. A mí me gusta la filosofía y la poesía, pero en
libros de filosofía o de poesía. El cine es otra cosa, y sobre todo tiene que
ser comercial. Una película hecha para cuatro o cinco personas es una “boutade”.
¿Qué director me gusta más? Ford. Creo que en general, el cine americano es el
cine. ¿Españoles? Erice”. Lazaga, un profesional, ¿cree que el cine
joven español le falta profesionalidad? “No, le falta sentido del cien, quiero decir que el cine
tiene que ser comercial. Se hace para que lo vean millones de personas y se
rían cuando tú quieras que se rían y se emocionen cuando tú has planeado que se
emocionen. El director que se plantea una película para su sola satisfacción,
más vale que se dedique a otra cosa”.
La historia transcurre en un balneario, en España; durante los últimos años anteriores a la guerra civil.
SARA Y ALGUNOS RECUERDOS
Sara Montiel ha
bajado al comedor. Sin maquillaje, el cabello suelto y un abrigo (¡de visón!)
que la cubre por completo. “Este personaje es nuevo para mí. Es divertido,
desenfadado… ¡pero cuidado!, es muy humano, eh. Hay cinco hombres diferentes en
la vida de esta mujer, y ella es diferente para cada uno de éstos. Canto siete
canciones. Interpreto el papel de la cupletista en el año 30 y el de la hija en
el 73, cuando quiere saber quién es su padre. Nunca he trabajado con Lazaga,
pero cuando me dieron el guión dije: si no lo hace Lazaga yo no hago esta
película.” ¿No le asusta hacer un papel diferente a los
interpretados hasta ahora con los que ya la identifica el público? “No, no. Me
encanta renovar y hacer cosas nuevas. No se trata de un vodevil, ni de una
astracanada, ¿eh? Es una alta comedia, como las americanas, bueno, como las
americanas no, porque no podemos compararnos con el cine de allá, la comedia
americana es una obra maestra”. Por TV anuncian el alto el Fuego en
Oriente Medio. “Menos
mal”. Dice Sara. “¡Esas guerras! ¡Total, para vender un fusil más… que
barbaridad!” Dice que su canción preferida es “La Violetera”, y que
la película de Amadori, del mismo título, es la que prefiere de cuantas ha
intervenido. ¿Y aquel proyecto de dirigir cine? “Lo haré, lo haré. Una película musical,
hecha con muchos medios”. Pero antes, le gustaría hacer una
película. “Catalina
de Rusia. ¡Qué tía la Catalina! Cómo me gustaría hacer ese papel”. ¿Qué
director eligiría? “Un ruso. Y actores también rusos, son guapísimos. Me
gustaría rodarla con mucho dinero, con escenarios inmensos, con 5000 personas,
y poder repetir planos cuantas veces fuera necesario”. De nuevo, por
TV la noticia de la muerte de Pau Casals. “Ay, qué pena me da”. ¿Le conoció? “Sí, claro. Él
me dio el permiso para actuar en la Universidad de Puerto Rico. Me dieron un
premio, a mí, a él y a Andrés Segovia. Era un ser maravilloso.”
Dice que también
conoció a León Felipe, Alberti, Neruda… (ver reportaje escrito de puño y letra
en págs.. 56 y 57). La lista de amistades, o conocidos de Sara es interminable.
La noche y el silencio se mecen sobre los pasillos y salones ya desiertos tras
la jornada de trabajo. Vacías las sillas de rejilla, focos y cables entre las
sombras cobran identidad de insectos que aguardan la mañana para recuperar su
funcionalidad. En este duermevela en que se ha convertido el entorno, la
memoria de Sara despierta. Nos habla de entonces, de su estancia en USA.
Anthony Mann. Su ataque cardíaco, en la Quinta Avenida, frente a la joyería
Tiffany’s. La boda en artículo mortis. Amigos comunes de entonces. Mel Ferrer y
Audrey Hepburn (sus vecinos) jugaban al tenis con Greta Garbo. “Me impresionó
porque dominaba muchos idiomas y entendía mucho de política”. En aquella
época, Sara, con 37 dólares en el banco, no podía comprender el alcance y
verdad del horóscopo que la dictaminaran unos hermanos gemelos, expertos
grafólogos a las órdenes de la policía de Los Ángeles: “éxito y dinero”. Dice
Sara que no podía creerlo, pero que al día siguiente recibió un telegrama de
España: “La próxima Sisí del 58 se
llamará Sara Montiel. Firmado: Enrique Herreros.”
24 horas antes
se había estrenado “El último Cuplé”.
Texto: Ana M.ª MOIX
Fotos: COLITA
LA FOTO CCXXIX
Con el último film de Sara Montiel, "Cinco almohadas para una noche", despedimos nuestro blog. Fue un placer compartir y disfrutar con todos ustedes de nuestra diva durante estos cinco años. ¿Volveremos...
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