sábado, 29 de agosto de 2015

FOTOGRAMAS - 18 de Enero de 1974 - España


SARA 74:
ENTRE LA BAÑERA Y LA TOALLA

Sara perseguida por los pasillos de un balneario… Sara voluptuosa emergiendo de una vaporosa bañera de aguas termales… Sara compartiendo cinco almohadas con cinco apuestos galanes… Sara cubriendo sus desnudeces con una simple toalla…
“Cinco almohadas para una sola noche”, actualmente en su cuarta semana de rodaje, se aparta del tipo de película al que últimamente nos tenía acostumbrados nuestra “Saritísima”. Este salirse de los caminos trillados ha causado sorpresa en el ambiente cinematográfico e indudable expectación para saber el resultado del experimento. De sobras es sabido que a la Montiel le gusta pisar fuerte, terreno firme, siempre muy Sara, muy ella misma y poco dada a las innovaciones. Veamos su personal opinión sobre el insólito experimento que está llevando a cabo.
-Yo no creo haberme encasillado: en todo caso me habrán encasillado. Que me den un buen guión, sin canciones y lo haré, haga de vieja, de joven, de buena o de mala; llorar o reír… Lo importante es contar con una buena historia. Acordaros que en México y Hollywood hice toda clase de papeles… incluso de india.


"AL PÚBLICO NO SE LE PUEDE EMPACHAR: HAY QUE DARLE POCO Y BUENO".


Sara no parece excusarse, simplemente aclara, da su opinión. Pero tras “El último cuplé”, los patrones han sido similares…
-No estoy totalmente de acuerdo en ello pero en todo caso la elección ha sido de parte de los productores, de los señores que ponen el dinero para hacer una película. Y hasta ahora no he arruinado, como otros, a ninguno de ellos, todo lo contrario. A mí me contratan para cantar y canto. He exigido una calidad y una dignidad en las películas que me han ofrecido, y la tienen. Ahí están todas, aún en plena explotación, reponiéndose año tras año. Un buen guión sin canciones también lo hubiera aceptado, pero exigiendo igualmente calidad y dignidad.
-¿Aceptaría el público a una Sara Montiel que no hiciera de cupletista? Es un paso que algún día, algún productor debería decidirse a dar…
-Personalmente no tengo ningún temor a dar este paso. Soy cantante pero también soy actriz y para cantar como yo canto más que voz, de la que nunca he presumido tener, se necesita ser buena actriz. Y lo soy. Pero actriz para un guión cuya temática sea importante, por ejemplo una buena adaptación cinematográfica de una de estas estupendas obras de teatro que ahora tienen tanto éxito, pero que después en la película se pueda decir lo mismo que se dice en el teatro porque esto de que la censura sea mucho más rígida para el cine que para el teatro no me parece justo. O todos moros o todos cristianos. Hacer un cine importante pero mediatizado por una serie de factores y circunstancias ajenas a la obra en sí, no me interesa. Para esto sigo haciendo mis películas, con dignidad y calidad, películas sin problemas insuperables que puedan echar a rodar el esfuerzo realizado.
-Pero algo ha variado en la línea interpretativa de Sara. La actual película que está rodando se aparta de los moldes de siempre.
-Sí, indudablemente. Hago un papel desenfadado, alegre, que requiere tener vis cómica, sentido del humor… O sea, ser actriz. Y lo hago muy satisfecha, entre otras cosas porque me dirige un experto en la comedia, Pedro Lazaga. Por eso cuando me ofrecieron la historia dije que tenía que ser Pedro el director porque lo considero el mejor en este género. A mí me gusta trabajar siempre con los mejores, por eso también he exigido que el fotógrafo fuera el catalán Juan Gelpi. Con Pedro y Juan estoy totalmente segura de la agilidad, gracia y ritmo de la película y de la calidad fotográfica de la misma. Sí, ya sé, otros no exigen tanto. Yo sí, porque soy muy profesional y responsable y también quiero gente profesional y responsable a mi lado. A mí no me gusta jugar a hacer cine. En este sentido mi mentalidad, como en otros sentidos, quizá no sea española, es más americana, dentro de la escuela y técnica de Hollywood. Por ello mismo no acepto todo lo que me ofrecen. 

Baño de espuma, como las superstars de Hollywood, y albornoz ruso.

-Sara y su mentalidad. Un tema a profundizar. Sara Montiel la máxima estrella del cine español no tiene mentalidad española. Insistimos.
-Conocí a Greta Garbo y no tenía mentalidad escandinava. Y tantos otros mundialmente famosos cuya mentalidad no se ciñe a la idiosincrasia de su país de origen. Hay que tener mente universal, amplia. Quizá ello te lo enseña el haber viajado mucho y el haber conocido a muchas personas importantes. La técnica del cine la aprendí muy bien en Hollywood, junto a Kazan y junto a mi primer marido Anthony Mann, del que me divorcié; valga el ejemplo, por eso, por tener los dos una mente amplia y liberal. A eso me refiero. El trabajo, el viajar, el aprendizaje, el saber escuchar a personas que no hablan por boca de ganso te lleva con el tiempo a saber lo que uno debe hacer y dejar de hacer, por ejemplo hacer una buena película cada cierto tiempo, cada año y medio o dos años, sin premuras, sin prisas y, claro lo contrario, el no hacer cuatro o más películas al año cosa que considero una barbaridad. Al público no se le debe empachar, hay que darle poco y bueno, esto es lo que el público más agradece.
-Poco, bueno, canciones, interpretación, algo distinto: ¿reúne estas características “Cinco almohada para una noche”?
-En esto el público es el máximo soberano. Cuando se estrene la película el público lo dirá. Personalmente, para mí, sí. Esta película es distinta para mí, porque se trata de una comedia alegre, divertida, sexy, pero, que conste, sin caer en la barata chabacanería. Voy a salir muy mona y espero que el público se ría con mis peripecias, yendo de almohada en almohada, con las situaciones de picardía que tiene la historia y que Pedro Lazaga está realizando con una gran agilidad y ritmo. Y también canto, ¿por qué no? Y ya verán que números musicales, a más de uno le va a dar un síncope, y que conste que no me refiero sólo al público. Tres canciones picarescas, muy moviditas, un tango muy arrastrao y porteño y dos canciones muy españolas y muy famosas pero que canto a mi aire, sin caer en tópicos.


Llevando a Sara en silla de ruedas, uno de los galanes de ésta su última película: Manuel Tejada. 

-Sara Montiel también tiene fama por lo que a los repartos se refiere. A la hora de elegir actores ella impone nombres. Nombres famosos le han dado la réplica en sus films.
-Creo que el éxito de una película también depende del reparto. Muchas buenas historias e importantes producciones no han tenido aceptación por parte del gran público por no haber sabido acertar en el reparto. Podría citar un montón de casos, algunos de ellos recientísimos. En la actual película me acompañan, me dan réplica, cinco actores fabulosos. Me refiero a los papeles masculinos estelares. Además hay un amplio y muy buen reparto de otros actores y actrices, por ejemplo Perla Cristal, María Baso, Tota Alba, Erasmo Pascual… Los cinco fabulosos, así les llamo yo porque de verdad que son cinco soletes y actorazos como la copa de un pino, son el americano Graig Hill y los españoles Rafael Arcos, Manolo Zarzo, Ricardo Merino y Manuel Tejada. El público lo va a pasar estupendamente con ellos, están lo que se dice “clavados” en sus papeles, cada uno distinto al otro, cada uno con su propia personalidad. Entre ellos estoy como pez en el agua, no sólo por su calidad artística sino porque además son estupendos como compañeros y excelentes personas. Da gusto trabajar con ellos, te lo digo de verdad. Ya sabes que a mí no me duelen prendas, si no lo sintiera así no te lo diría.


Por Vicente ZABALA
Fotos: Simón LÓPEZ


EL RECORTE CCXXIX
Este reportaje de Fotogramas, del año 1973, ilustra con detalle una jornada de rodaje del que sería el último film de la diva: "Cinco almohadas para una noche". Incluye interesantes entrevistas con el director, sastre...

Sara Montiel ha iniciado el rodaje de “Cinco almohadas para Rosa” a las órdenes de Pedro Lazaga. Nuestras colaboradoras Ana M.ª Moix y Colita se han trasladado hasta Alhama de Aragón, permaneciendo 48 horas en el rodaje de doña Sara. Fruto de su viaje es el siguiente reportaje.
SARA
sus almohadas y… algo más

La historia: 5 aventuras para una cupletista y paternidad desconocida. Cada aventura es una almohada. En la foto: dos de las almohadas de la Esmeralda (Sara Montiel): Craig Hill y Ricardo Merino.

El Balneario de Alhama de Aragón se ha engalanado por unos días. En el jardín que lo rodea, el sol otoñal, que diríase tan decimonónico como el edificio, arranca amarillos y rojos a las hojas de los árboles. Los modernos coches, aparcados bajo la avenida de plátanos parecen una broma del tiempo, y a la chica que corre, ligera y en bikini, perdiéndose hacia la zona de los lagos, habría que darle una azotaina por romper, con su atuendo y alegría antienfermiza, la armonía del marco romántico. Es Silvia Tortosa la que despojándose de la vestimenta habitual de los setenta se zambulle, con un garbo y energía que hubieran horrorizado a las damiselas del XIX, en el lago del parque del balneario. En pleno otoño, sale del agua, exclamando: “Qué barbaridad, qué calor”. Después, explica a mi extrañeza, que “las aguas de este sitio siempre están a una temperatura de 34 grados”. En los bancos que rodean el lago, un grupo de mujeres (a quienes más tarde reconoceré como camareras del hotel del Balneario), murmuran en voz queda, esas voces que más que voces parecen susurros y huelen todavía a verano cuando llegan de lejos, que “No la he visto todavía”. Y otra: “Es que no he llegado aún”. “¿De París?” “No digas tonterías, maña. ¿No sabes que vive en Madrid?” “¿Cómo voy a saberlo? ¿Te crees que la conozco?” “¿Tú, qué vas a conocerla? Pero, hija, la Sara Montié sale en todas las revistas”. “A ellos sí los he visto. ¡Madre qué guapos!” “¡Y con esos trajes que les han puesto!” “El americano es el más guapo”. “Pues el Merino ese, el alto, bien simpático que es” “¿Y qué hará con cinco hombres? A mí se me da que esa película debe ser de lo más verde. La harán para el extranjero, digo yo”. “Vamos, mujer, que tú oyes cinco almohadas y ya te crees…”


En el interior del edificio decimonónico, interminables pasillos vacíos, inmensos salones desiertos con cortinajes de terciopelo rojo, largos visillos bordados que apenas oponen resistencia al suave viento que se filtra por los balcones y entreabiertos, estatuas de terracota. Los mármoles relucen y las molduras de madera decorada de los techos parecen pintadas ayer. Aquí, en este caserón final de siglo, va a suceder una historia de los años treinta escrita por José Navarro. En la época actual, una muchacha (Sara Montiel) reúne a cinco viejecitos (Craig Hill, Rafael Arcos, Ricardo Merino, Manuel Zarzo y Manuel Tejada) para darles el susto, grave a sus edades, de que uno de ellos es su padre. Cada venerable señor se recuerda, por turno, guapote, sin canas, viviendo un “affaire” en este balneario, en los años 30, con Rosa López, la Esmeralda, cupletista ligera y descocada, quien no satisfecha con disfrutar de las cinco almohadas, encima, lleva un diario donde escribe lo que hace con cada una de ellas.
Llego a la otra ala del hotel, habitada. Los cables eléctricos se enredan con marmóreas estatuas, caballeros con barba, traje de mil rayas y zapatos bicolor, aguardan sentados junto a señoras con sombreros emplumados, y trajes de los treinta. Ricardo Merino, con traje gris, chaleco, y camisa de cuello redondo almidonado, se pasea de un lado a otro del salón-bar, sin sentarse, para no echar a perder la raya del ancho pantalón. “Soy uno de los amantes de La Esmeralda en el Balneario. Es un papel simpático y divertido. Un hombre que vive sólo interesado por la política y los acontecimientos de la vida civil y de repente me encuentro a la cupletista en mi habitación, en pelotas. Hablamos de política y me acuesto con ella. De momento es un rodaje tranquilo, muy cómodo, como suelen ser los de Lazaga, con quien ya he trabajado otras veces”. Durante casi toda la jornada de hoy, ha rodado Craig Hill. Entradas, salidas, asomando la cara por una puerta… Ahora parece ser que observando a Rafael Arcos que transporta una silla de ruedas, que Arcos no utiliza por enfermedad sino por… A Sara Esmeralda los besos se le dan mejor acomodada en la silla de paralítico. Craig Hill, actor de Hollywood de los años 50 (trabajó en “Trece por cena”, “Eva al Desnudo” y “El precio de la gloria”). “Todo marcha perfecto. Me gusta este papel, es muy diferente de los que hacía últimamente. Lazaga es un gran profesional”.
Por la mañana, en el vestíbulo, mientras espero el ascensor, me llega a los oídos, el cuchicheo de dos camareras. “Ya ha llegado, ¿la has visto?” “Sí, chica, qué guapa, y eso que decían que estaba muy mal la pobre”. “Mujer, la has visto maquillada. Simpática sí es, me ha dicho buenos días y todo”. “Sólo faltaría”. “Pues dicen que hay artistas, divas de esas, que te tiran el desayuno por la cabeza cuando se despiertan de malas”. “Toma, las extranjeras, como la Kennedy, pero las de aquí son otra cosa. Me ha dado propina y todo, bueno ella no, la mujer que la acompaña, debe de ser la secretaria, ¿no?; sí esa que le aguanta el perro. A ver cómo dejan la habitación con el perro ese…”
Rodaje en el gran salón. Pedro Lazaga se mueve tranquilo. A pesar de que el argumento (cinco aventuras para una cupletista y paternidad desconocida) huela a melodrama, Pedro Lazaga me explica que no lo es. “Es una comedia alegre, divertida, de enredo y musical. Sara canta siete canciones, de las cuales, cuatro van acompañadas por un ballet y es un montaje totalmente musical. Es la primera vez que Sara hace un papel desenfadado. ¿Presupuesto? No sé exactamente, pero debe andar por los 30 millones”. Juan Gelpi está manipulando con las luces, y León Revuelta, el figurinista, probando chalecos a Craig Hill y revisando el traje de Ricardo Merino. Ninguno de los galanes rueda ahora. (El salón plató se ha puesto de luces para que Sara Montiel descienda la escalera de mármol, atraviese el salón entre los endomingados asistentes, y se siente en un sofá hojeando una revista.) Pero Colita se ha empeñado en hacerles una foto, con Sara, y pacientes se mantienen dentro del uniforme de rodaje. Ahora Colita pide cinco almohadas. ¿Para qué? “Quiero hacer una foto de los cinco galanes agarrados a una almohada y Sara en medio”. Se busca a los restantes galanes. Tejado no ha llegado todavía. Arcos, aprovechando que no rodaba, se ha ido a Zaragoza a pasarlo bien. Manuel Zarzo ha tenido que irse por estar a punto de ser padre. Sólo quedan dos almohadas para Sara, y para la foto de Colita.
Sara ha hecho su entrada en el plató, con la señora que la acompaña y el perro (un caniche enano) que ladra cada vez que trasladan cualquier objeto que se halle a unos metros a la redonda de donde supone que es territorio privado de su dueña. Pánico entre el equipo. La acompañante de Sara tranquiliza. “No muerde, es que cree que todo esto es de Sara y que se lo quitan”.






El director, Pedro Lazaga, con la almohada, la actriz y el rodaje puestos.

NEGRO Y VERDE PARA SARA
En el salón-bar, León Revuelta que ha hecho el vestuario de las tres últimas películas de Sara, de todas las de Rocío Durcal, y acaba de terminar “Acelgas con champán”, con Celia Gámez. “Mi mejor trabajo, sin duda “El alcalde de Zamalea”. Siempre prefiero las películas de época, puedo lucirme más. ¿Presupuesto de esta película? Sólo Sara saca 35 trajes y 10 desnudos”. ¿Cómo se explica esto de vestuario para desnudos? “Mujer, las toallas, sábanas o colchas para taparse un poco. Para Sara ha habido un presupuesto de casi un millón de pesetas. Añade los demás actores, toda la figuración… medio millón más. En total, he diseñado unos 500 trajes.” ¿Qué color le va más a Sara? “El negro, ¡por supuesto!, y el verde”. ¿Muchas discusiones? “Mira, sabe muy bien lo que quiere, y hay que torearla bien. Hay que hacer ver que las cosas se le ocurren a ella. Llevamos trabajando juntos 6 años. Tiene aureola de monstruo, pero no lo es, en serio. Nos peleamos todo el día, pero no hay problemas”. La leyenda dice que las mujeres son más puñeteras que los hombres para vestir. “¡Mentira! Los hombres son más quisquillosos. Prefiero vestir a diez mujeres que a un hombre. El único actor que nunca me ha creado problemas fue Omar Sharif. ¿Qué actriz me gustaría vestir para lucirme? A Ava Gardner”. ¿Cuánto tiempo le ha llevado preparar los 500 trajes de esta película? “Ah, es el problema de siempre en este país: tiempo y dinero. Me han dado una semana y media para organizar todo este jaleo. Si tuviera que trabajar en Hollywood, con mucho tiempo y dinero, creo que me resultaría difícil por la falta de costumbre. No entiendo cómo los de fuera con los medios que tienen caen en los errores que caen. ¿Ejemplo? La pifia de “María, Reina de Escocia”, Vanessa salía con un velo de nylon, ¡imperdonable!”. En un rincón del bar, viendo la tele, María Basso, Tota Alba, Juana Azorín y Carmen Martínez Sierra. León Revuelta me dice que me quede un par de días más para no perderme una de las escenas más divertidas de la película: las cuatro actrices citadas, figuran cuatro viejecitas tías de Arcos, a quienes van a meter en el lago del Balneario. Menos mal que es agua caliente, sino las matan. “¡Les he hecho unos camisones de encaje para la escena!”.
Tota Alba es una de las tías del solterón Arcos, a quien suponen afeminado hasta que embaraza a la Montiel. “Prefiero los papeles dramáticos, pero los cómicos me divierten y cansan menos. La tensión nerviosa o sentimental agota al actor, en cambio en el papel cómico cuenta el texto, la picardía con que cuentas un chiste…”
En el salón, Sara Esmeralda ya ha descendido la escalinata y está sentada en un sofá rojo de terciopelo. Traje lila, turbante blanco, y de perfil a la cámara, chupándose las mejillas como antaño, como siempre. Entre plano y plano “Mary, Merche”, las maquilladoras acuden prestas. Sentada, este primer plano de perfil será todavía como los ya clásicos de “El último Cuplé”. “Sí, Pedro, ¿así? Vale, como digas, de acuerdo”, hace cuanto recomienda Lazaga y de vez en cuando acude al rincón para explicarle a Cuchi, que los focos no son suyos y que puede tocarlos quien quiera. Terminado el rodaje, se despide hasta la hora de cenar. “Si me permites quisiera subir a quitarme el maquillaje, me pesa”. No faltaría más. Mientras me quedo con Lazaga en el bar. Alguien le recomienda “¡Cuidado con lo dices, que los de Fotogramas siempre se cargan al cine español!”.


"Es una película diferente a cuantas he interpretado hasta ahora. Es una comedia divertida, desenfadada, pero, ¡humana, eh!", dice Sara Montiel.

PELÍCULAS PARA LAZAGA
Lazaga, realizador de 76 películas, empezó a trabajar en el 46, con un cine que podríamos calificar más de autor que de comercial. ¿Por qué este cambio? “Mira, del 46 al 48 hice el guión de “Abel Sánchez”, de Unamuno, rodé “Campo Bravo”, “Hombre acosado” y “Cuerda de presos”. Todo el mundo me decía que estaban muy bien, pero que no eran comerciales. Hasta el 52 no pude hacer nada. Por fin hice “La Patrulla”, me dieron premios y dio dinero. Total que desde entonces hasta ahora ruedo 6 o 7 películas al año, pero no me permito realizar una sola idea mía. ¿Por qué? Lo que más me gusta es el cine y, realizando ideas mías o no, es lo que he hecho: cine”. Tras 76 films y con el éxito comercial que ha tenido, ¿no puede permitirse hacer “un cine”? “Tengo muchas ideas, pero cuando voy a una productora me dicen que el guión bueno es el que tienen ellos y que es el que vamos a hacer. Dentro de poco voy a aventurarme a hacer una película mía”. ¿Cómo será este cine? “Pues… no me gusta anticiparme con explicaciones. A lo mejor resulta que es igual al que estoy haciendo ahora. Las estetas me reprochan que en mis películas no hay ideas fundamentales. Bueno. A mí me gusta la filosofía y la poesía, pero en libros de filosofía o de poesía. El cine es otra cosa, y sobre todo tiene que ser comercial. Una película hecha para cuatro o cinco personas es una “boutade”. ¿Qué director me gusta más? Ford. Creo que en general, el cine americano es el cine. ¿Españoles? Erice”. Lazaga, un profesional, ¿cree que el cine joven español le falta profesionalidad? “No, le falta sentido del cien, quiero decir que el cine tiene que ser comercial. Se hace para que lo vean millones de personas y se rían cuando tú quieras que se rían y se emocionen cuando tú has planeado que se emocionen. El director que se plantea una película para su sola satisfacción, más vale que se dedique a otra cosa”.



La historia transcurre en un balneario, en España; durante los últimos años anteriores a la guerra civil. 

SARA Y ALGUNOS RECUERDOS
Sara Montiel ha bajado al comedor. Sin maquillaje, el cabello suelto y un abrigo (¡de visón!) que la cubre por completo. “Este personaje es nuevo para mí. Es divertido, desenfadado… ¡pero cuidado!, es muy humano, eh. Hay cinco hombres diferentes en la vida de esta mujer, y ella es diferente para cada uno de éstos. Canto siete canciones. Interpreto el papel de la cupletista en el año 30 y el de la hija en el 73, cuando quiere saber quién es su padre. Nunca he trabajado con Lazaga, pero cuando me dieron el guión dije: si no lo hace Lazaga yo no hago esta película.” ¿No le asusta hacer un papel diferente a los interpretados hasta ahora con los que ya la identifica el público? “No, no. Me encanta renovar y hacer cosas nuevas. No se trata de un vodevil, ni de una astracanada, ¿eh? Es una alta comedia, como las americanas, bueno, como las americanas no, porque no podemos compararnos con el cine de allá, la comedia americana es una obra maestra”. Por TV anuncian el alto el Fuego en Oriente Medio. “Menos mal”. Dice Sara. “¡Esas guerras! ¡Total, para vender un fusil más… que barbaridad!” Dice que su canción preferida es “La Violetera”, y que la película de Amadori, del mismo título, es la que prefiere de cuantas ha intervenido. ¿Y aquel proyecto de dirigir cine? “Lo haré, lo haré. Una película musical, hecha con muchos medios”. Pero antes, le gustaría hacer una película. “Catalina de Rusia. ¡Qué tía la Catalina! Cómo me gustaría hacer ese papel”. ¿Qué director eligiría? “Un ruso. Y actores también rusos, son guapísimos. Me gustaría rodarla con mucho dinero, con escenarios inmensos, con 5000 personas, y poder repetir planos cuantas veces fuera necesario”. De nuevo, por TV la noticia de la muerte de Pau Casals. “Ay, qué pena me da”. ¿Le conoció? “Sí, claro. Él me dio el permiso para actuar en la Universidad de Puerto Rico. Me dieron un premio, a mí, a él y a Andrés Segovia. Era un ser maravilloso.”
Dice que también conoció a León Felipe, Alberti, Neruda… (ver reportaje escrito de puño y letra en págs.. 56 y 57). La lista de amistades, o conocidos de Sara es interminable. La noche y el silencio se mecen sobre los pasillos y salones ya desiertos tras la jornada de trabajo. Vacías las sillas de rejilla, focos y cables entre las sombras cobran identidad de insectos que aguardan la mañana para recuperar su funcionalidad. En este duermevela en que se ha convertido el entorno, la memoria de Sara despierta. Nos habla de entonces, de su estancia en USA. Anthony Mann. Su ataque cardíaco, en la Quinta Avenida, frente a la joyería Tiffany’s. La boda en artículo mortis. Amigos comunes de entonces. Mel Ferrer y Audrey Hepburn (sus vecinos) jugaban al tenis con Greta Garbo. “Me impresionó porque dominaba muchos idiomas y entendía mucho de política”. En aquella época, Sara, con 37 dólares en el banco, no podía comprender el alcance y verdad del horóscopo que la dictaminaran unos hermanos gemelos, expertos grafólogos a las órdenes de la policía de Los Ángeles: “éxito y dinero”. Dice Sara que no podía creerlo, pero que al día siguiente recibió un telegrama de España: “La próxima Sisí del 58 se llamará Sara Montiel. Firmado: Enrique Herreros.”
24 horas antes se había estrenado “El último Cuplé”.


Texto: Ana M.ª MOIX
Fotos: COLITA


LA FOTO CCXXIX


Con el último film de Sara Montiel, "Cinco almohadas para una noche", despedimos nuestro blog. Fue un placer compartir y disfrutar con todos ustedes de nuestra diva durante estos cinco años. ¿Volveremos...

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