SARA MONTIEL
EN
“TUSET STREET”
"Yo soy Sara Montiel, ¿te parece poco?"
Esta entrevista,
en rigor, es el resultado de cuatro horas de plantón y de treinta minutos de
movimiento continuo con el motor a nivel de carrera contra reloj. Esta
entrevista se parece a la que yo quería hacer como la Sara Montiel que yo vi
podría parecerse a la Sara Montiel que iba buscando, es decir, como un huevo a
una castaña. Esta entrevista está aquí por pura casualidad. No, exagero un
poco; esta entrevista está aquí porque yo no podía permitirme el lujo de
regresar a Madrid y decirle a mi director: “Director, he vuelto con las manos
vacías, sin entrevista, asqueado, muy triste, melancólico, un poco aburrido,
porque a esta mujer no hay quien la aguante”. Por eso, sólo por eso, está aquí
esta entrevista. Sólo porque esos lujos no se los puede permitir ningún
reportero por mucha razón que tenga.
Llegué a Barcelona con el convencimiento pleno de
toparme con una Sara Montiel distinta, nueva, a estrenar, transformada por obra
y gracia de las exigencias del cine en una Sara Montiel “ye-yé”, o “beat”, o
“hippy”, convertida en reina coronada del barrio más “último grito” de España.
Esperaba verla con su rostro espectacular desfigurado por unas cuantas pecas
postizas dibujadas bajo sus ojos endemoniados. Esperaba encontrarla con su
cabello azabache oculto por una peluca de rubios bucles amontonados en
estudiado desorden. Me la imaginaba sentada displicentemente en una terraza de
la calle Tuset, encendiendo con la punta del anterior un nuevo cigarrillo,
moviendo como con desgana sus piernas cruzadas, indiferente a lo que pudieran
decir o pensar quienes se pararan a mirar las horribles calcomanías pegadas
sobre su piel. ¡Qué imaginación la mía! En la calle Tuset, cuando llegué,
estaba rodando “Tuset Street” y, entre todos, sabían de Sara Montiel lo mismo
que yo, esto es, nada. Me aseguraron que aún no había comenzado a “rodar”, me
llegaron rumores de que, no obstante, ya se había enfadado más de una vez con
los de la película, me dijeron que ya había despedido a un cámara, me juraron que
ya había chocado con los periodistas barceloneses, llegaron a decirme que me
fuera con viento fresco y que no perdiera más tiempo. Y no lo perdí. Veinte
minutos después ya había concertado una entrevista con Sara Montiel para las
cuatro en punto de la tarde del día siguiente. Era entonces cuando iba a perder
el tiempo. Todo lo que tuve que hacer para conseguir ser recibido por la “diva”
fue prometerle que iba a salir en la portada de la revista y aceptar su
imposición de que fuera su propio fotógrafo el que hiciera las fotos. Como no
me gusta hacer esperar a nadie, llegué al hotel a las tres y media. Una hora
después llegó el fotógrafo. A las cinco, el salón era un auténtico plató,
adornado con media docena de focos; a las cinco y cinco, yo estaba cansado; a
las cinco y quince, yo estaba indignado; a las cinco y veinte, yo estaba
dispuesto a irme; a las cinco y media, el aburrido, cansado, indignado y
dispuesto a irse –de haber podido, claro- era el fotógrafo; a las seis menos
veinte, empecé a temer que iba a perder el avión de regreso; a las seis menos
diez, el plantón era ya de ciento diez minutos, un poco más de lo que durará la
película entera; a las seis perdí el sentido de la medida y llegué a
autoconvencerme de que los periodistas somos unos hombres muy duros, capaces de
hacer perder su tiempo precioso a las preciosas criaturas que nos citan a las
cuatro y a las seis no han dado aún señales de vida. A las seis y cinco me
dispuse a pedirle perdón por teléfono. Pero no me dio tiempo. Allí, en la
escalera, con una sonrisa de 360 grados en su rostro, como una diosa que bajara
del Olimpo para regalar con su presencia a los pobrecitos humanos, luciendo un
modelo a lo “Último cuplé”, o a lo “Violetera”, o a lo “Bella Otero”, sin nada
de “ye-yé”, ni de “beat”, ni de “hippy”, rodeada de su corte de honor –un
peluquero, un maquillador y una doncella-, seguida por mil miradas de
admiración, admirada de sí misma, admirándose a sí misma, apareció la
cabaretera de “Tuset Street”, la productora de “Tuset Street”, en una palabra,
Sara Montiel, a quien yo esperaba desde hacía dos horas y pico. “Estás muy guapa, Sara”. “Lo
que estoy es cansadísima”. “No se te nota
nada”. “Gracias al maquillaje”. Como
yo no llevaba maquillaje pensé que se me notaría mucho que yo sí que estaba
cansado. Pero ya, ya… En el improvisado plató se rodó durante otras dos horas,
siempre en primer plano, el rostro, bello rostro, de la “diva”. Primero un
traje; luego, otro; luego, otro… Primero una peluca; luego, otra; luego, otra…
Primero una sonrisa; luego, otra; luego, otra… Primero un gesto; luego, otro;
luego, otro… El peluquero siempre con el peine a punto; el maquillador, siempre
con el maquillaje a punto; la doncella, siempre con los trajes a punto… Los
focos, siempre a punto… El fotógrafo, siempre a punto… Sara, siempre a punto…
Los colegas de
un diario barcelonés también llegaron a la hora en punto en que fueron citados
y se tuvieron que ir a la hora en punto en que Sara les dijo que, con tanto
trabajo, se había olvidado de que, a la hora señalada para ellos, estaba citada
conmigo. “¿Esperamos a que termines?” “Imposible, tengo una cena muy importante”. “¿Podemos hablar mientras te hacen fotos?” “¡Por Dios, qué cosas decís; mientras me hacen fotos!” “Entonces, ¿mañana?”. “Eso
es, mañana a las cuatro en punto”. Sara siguió posando. En el mismo día
había dado calabazas a cuatro diarios distintos. “El
trabajo, ¿sabes?, tengo tanto trabajo…”. A las ocho, llevaba yo cuatro
horas esperando. A las ocho, ella terminó de posar. A las ocho, me atreví a decirle:
“Vamos a Tuset”. Y ella: “¿A Tuset?”. Y yo: “Claro,
habrá que hacer alguna foto para el reportaje”. Y ella: “Pero es que tengo una cena muy importante”. Y yo:
“Pero es que yo he venido para hacerte una
entrevista”. Y ella: “¿Una entrevista?” Y
yo: “Claro”. Y ella: “Pero si no tenemos tiempo…” Y yo: “Pues
ya me puedes ir buscando un empleo”. Y ella: “¿No
queda más remedio?” Y yo: “No”. Y
ella: “Pues espera que me vista de calle y me haces
las preguntas en el coche”. Esperé, se vistió de calle, nos fuimos a la
calle, subimos en su coche, arrancó éste, llegamos a Tuset, fundimos la
instalación eléctrica de “The Pub Tuset” por querer enchufar los focos, nos
fuimos a Stork, bailamos en el club, hicimos muchas fotos sin apenas luz,
paseamos por Tuset, montamos en el coche, volvimos al hotel… Se dice pronto,
¿verdad? Puesto todo esto lo hicimos en el transcurso de treinta minutos de
movimiento continuo con el motor a nivel de carrera contra reloj. Y la
entrevista, textual, al pie de la letra, mantenida con una Sara Montiel, ahora
simpatiquísima, fue ésta:
-“Sara Montiel y
Lola Flores son más populares que yo, pero las gano en prestigio”.
-¿Qué
dices?
-No, yo no lo
digo; lo ha dicho Nati Mistral.
-¡Ah!,
Nati Mistral. Nati es maravillosa. Ha llevado el cine español fuera de nuestras
fronteras. Como “Currito de la Cruz”, ¿sabes?; pero “Currito de la Cruz” el
antiguo, no el moderno, ¿sabes?
-¿Es la mejor,
Sara?
-¿Quién?
¿Nati? No, la mejor, no; es la más maravillosa y la que ha hecho más por el
cine español, aunque yo creo que es la única película que ha hecho.
-No te ha
sentado muy bien, me parece, que haya dicho eso.
-¿Qué
haya dicho qué y quién? Pero si yo me acabo de enterar… Pero si yo lo sé porque
me lo has dicho tú…
-¿Y te importa
que Nati Mistral haya dicho eso?
-¿El
qué?
-Eso, lo del
prestigio y la popularidad.
-La
gente puede decir lo que quiera. La gente, ¿sabes? La gente puede decir lo que
le dé la real gana, porque para eso vivimos en un país libre.
-¿Tú también
puedes decir lo que quieres?
-Yo,
sí; yo también puedo decir lo que quiera; yo no tengo pelos en la lengua y
tampoco tengo padrastros en los dedos cuando trabajo.
-¿Qué tienes tú:
prestigio o popularidad en el cine español?
-¿Yo…?
El cine español me tiene a mí.
-Y tú, ¿quién
eres para el cine?
-¿Yo…?
Sara Montiel. ¿Te parece poco?
-Eso depende de
lo que se quiera ser.
-Yo
siempre he querido ser más, mucho más; cuando empezaba, sobre todo. Ahora, la
realidad ha venido a demostrarme que he llegado mucho más lejos de lo que nunca
me atreví a soñar. Ahora, por ejemplo, tengo toda Rusia a mis pies, cosa que no
tiene mucha gente.
-¿Te importa
mucho la gente?
-A
mí, muchísimo. ¿Cómo no? Tengo mucho respeto por la Humanidad.
-¿Y por ti
misma?
-Hombre,
también, porque también soy humanidad. ¡Pobrecita!
-¿Y además de
humana?
-¿Yo…?
Monísima; soy una monada, hijo.
-¿Eso es muy
importante?
-Hombre,
una mujer que sea una monadita, pues es muy rica.
-¿Y tú has
llegado a ser algo en el cine español y a tener a tus pies a Rusia por ser
mona, por ser una monada, por ser rica, por ser simplemente guapa, por tener
una voz cálida, por tener unos ojos ardientes, o por ser una buena actriz?
-Mézclalo
todo, anda. Pon un poquito de cada cosa y ya está. Porque de lo que estoy
segura es de que, si llego a ser bizca, por muy buena actriz que hubiera sido,
no habría llegado ni a la mitad; y de que sin o llego a saber cantar, por muy
mona que hubiera sido, no habría llegado a nada; y de que… Bueno, etcétera…
-¿Y estás
contenta con el resultado de esa mezcla?
-Muy
contenta, contentísima. Y más contenta que yo, mi madre.
-¿Y por qué
ella?
-Porque
mi madre dice que está muy contenta conmigo.
-¿Has conseguido
hacerla feliz?
-Yo
le he dado todo lo que podía. La quiero mucho y la respeto. Pero no sé si es
feliz, porque la felicidad es una cosa muy difícil de conseguir. Yo, eso sí, he
hecho lo posible para que lo sea.
"Por la mañana soy sincera; por la tarde, sensata; por la noche, sensacional"
-¿Y para serlo
tú?
-Eso
es mucho más difícil todavía. Los humanos nos podemos hacer felices unos a
otros, pero uno mismo es muy difícil que se haga feliz. Además, aunque no lo
parezca, aunque no me lo creas, yo soy una mujer prudente y le pido muy poco a
la vida. Me conformo en seguida y he logrado más de lo que quería. A veces he
sido feliz; lo que no sé es si algún día llegaré a ser feliz completamente.
-¿Qué le pides
ahora a la vida?
-¿Yo?
Que me dure mi madre muchos años, todos los que pueda. Eso es lo único que de
verdad le pido a la vida, y eso es lo único que quiero.
-¿Eres sincera,
Sara?
-Depende
de la hora; por la mañana mucho.
-Y ahora es de
noche.
-Pues
adivina si soy sincera o no. Anda, adivínalo. Pero no te preocupes: todo lo que
estoy diciendo es verdad.
-¿A qué hora te
toca ser sensata?
-¡Ay!,
por la tarde.
-¿Por qué esos
cambios tan raros?
-No
sé, chico; debe ser cosa del horóscopo que me hace ser de una forma por las
mañanas y de otra forma por las tardes; aunque yo me encuentro mucho mejor por
la noche.
-¿Cómo eres por
la noche?
-Sensacional.
-Modestia
aparte, ¿no?
-Tonto,
pero si todo es broma…
-¿Todo?
-Bueno,
lo de sensacional, hombre.
-¿Es que no lo
eres?
-¿El
qué?
-Sensacional.
-Mírame.
¿Qué te parece a ti?
-Que si te miro,
no puedo seguir escribiendo. No tenemos tiempo.
-Es
verdad. Yo tengo una cena muy importante.
-¿Qué hay para
ti más importante que una cena importante?
-Un
hombre.
-¿El de la cena,
por ejemplo?
-Por
ejemplo. Es mi cuñado, Ricardito. Tuvo un accidente hace tres años y está
recuperándose en un sanatorio. Me está esperando, ¿sabes? Por eso es tan
importante para mí esa cenca con un hombre que sólo tiene diecisiete años.
-Ahora has
cambiado.
-Es
que soy muy rica en facetas y reacciono según el momento. No hay más que
tocarme la fibra, y ya está.
-Pero a veces
finges.
-Porque
en la vida hay que hacerlo. Todo el mundo finge. Es natural.
-¿Tú has fingido
durante esta entrevista?
-No;
no podría hacerlo. Estoy cansadísima, y cuando uno está cansado no puede
fingir. Yo, para fingir, tengo que estar muy descansada, tengo que estar muy
tranquila. Te he dicho todo igual que lo siento y, por supuesto, no me
arrepiento de nada de lo que te he dicho. ¿Sabes que me ha gustado mucho esta
entrevista?
-Bueno.
J.M.C.
(Fotos: SIMÓN LÓPEZ)
EL RECORTE CCXXVI
Este reportaje de la revista Ondas, de Enero de 1968, no sólo hace un avance de lo que es el próximo rodaje de "Tuset Street" sino que, además, apunta un romance de nuestra diva con el protagonista: Patrick Bauchau.
TODOS LA CREIAN ACABADA, TODOS CREIAN QUE ERA UNA
FIGURA DEL CINE DE AYER Y LOS HA SORPRENDIDO AL CONSEGUIR FIGURAR COMO
“VEDETTE” EN UNA PELÍCULA DE VANGUARDIA
SARITA MONTIEL
INICIA UN NUEVO CAPÍTULO DE SU VIDA AL SER LA
INTÉRPRETE DE UN FILM DE LA NUEVA OLA:
“TUSET STREET”
Sarita está más cordial que nunca. Trata de "hijos" a los reporteros gráficos y les da consejos sobre el ángulo de su rostro que según ella, es mejor. Pero aunque se la pille de frente, de costado o de tres cuartos, Sarita es siempre sensacional.
Sarita Montiel
ha iniciado un nuevo capítulo de su vida que podría titularse “Sarita y los
‘hippies’”. No es que Sarita se haya hecho “hippie” propiamente hablando, pero
sí pasa el día rodeada de esa nueva fauna que se extiende por Europa como una
mancha de aceite.
Sarita ha
encontrado a esos importantes personajes en el enclave “hippie” de Barcelona,
que es esa calle Tuset, que hoy inspira a todo el mundillo artístico de la
ciudad. Los ha encontrado para rodar con ellos “Tuset Street”, un film de
vanguardia dirigido por Jorge Grau, el más lírico de los realizadores del nuevo
cine catalán.
Todo el mundo se
ha sorprendido de ver a Sarita metida en un film de vanguardia, ella que era
uno de los más firmes pilares del cine convencional, que ha cimentado su fama a
base de cantar tangos y cuplés consagrados por el tiempo y transmitidos de boca
a oído de padres a hijos. Para dar ese importante paso, Sarita ha tenido dos
razones.
La primera es de
origen profesional. Cuando Cesáreo González canceló su contrato con ella, hizo
valer varios motivos de orden legal: Sarita había retrasado el rodaje al no presentarse el día
en que estaba convocada, había engordado y los vestidos previstos para el film
no le entraban, pretendía introducir cambios inadmisibles en el guión. Todos
esos argumentos eran válidos para pleitear, pero la verdadera razón era que
Cesáreo consideraba que Sarita se había agotado.
Sarita y Patrick patrocinan los primeros pasos en el cine de Emma, una muchacha que promete ser la B.B. nacional de nuestro cine de vanguardia.
Todos creían que Sarita era una mujer acabada, pero ha aparecido ante nosotros como una auténtica "ye-yé". Una "ye-yé", es lo que será en el film de Jorge Grau, "Tuset Street", que se dispone a empezar.
Una nueva
generación ha irrumpido con fuerza en las taquillas cinematográficas y pide
otra cosa que el cuplé, el tango y demás que constituían la especialización de
Sarita. Es preciso hacer un cine nuevo y Cesáreo consideraba que Sarita no
podría adaptarse a ese cine de la “nueva ola”. Por eso aprovechó el pretexto
para romper su contrato con ella.
Sarita quiere
ahora demostrar a Cesáreo que estaba equivocado. Y ha conseguido ya una gran
victoria con sólo participar como “vedette” en “Tuset Street”, ya que es bien
sabido que los de la “nueva ola” no hacen concesiones.
Son puros y van
a su arte sin miramientos. Si Jorge Grau ha escogido a Sarita para su film, es
porque cree en ella, cree que puede dar un rostro nuevo a esa nueva expresión
cinematográfica.
“Tuset Street”
representa pues una especie de resurrección para Sarita, es su Pascua Florida.
Todos tenían tendencia a considerar a Sarita como una mujer que entra a marchas
forzadas en la madurez, cuando en realidad tiene los mismos años que Brigitte
Bardot. Tiene treinta y tres años, que es la edad de las grandes cosas, sobre
todo si se tiene en cuenta que los “monstruos sagrados” del cine, Greta Garbo y
demás, llegaron a la cumbre de su popularidad a los cuarenta años.
Sarita ha renunciado a un contrato que tenía firmado con los rusos para poder estar al lado de Patrick Bauchau. En la rueda de Prensa que tuvo lugar el otro día, ambos aparecían como dos enamorados.
La otra razón es
de orden privado. A estas alturas, Sarita no debía encontrarse en Barcelona.
Debería encontrarse exactamente en Moscú, donde Sarita goza de una inmensa
popularidad, rodando un film ruso basado en la vida de Catalina la Grande.
Pero si Sarita
ha preferido las dulzuras de la Costa Brava a las brumas del Kremlin, no ha
sido por el clima, puesto que tiene ya doce maletas llenas de pieles, capaces
de hacerle soportar el más riguroso frío. Ha renunciado a su aventura rusa por
un hombre.
Él se llama
Patrick Bauchau. Es francés y ha protagonizado “La coleccionista”. Es bello
como un Adonis y cuando Sarita lo vio en foto quedó prendada de él. Nunca en su
vida había visto un hombre tan guapo (…) se pone a lanzar gritos estridentes, “¡Patrick! ¡Patrick!”, hasta que él viene.
Ambos se han ido
a la Costa Brava para dar la primera vuelta de manivela del film y, a pesar del
frío, ambos han nadado sin experimentarlo, uno al lado del otro, como dos
enamorados.
Patrick parece
ser el gran amor de su vida, el que hasta ahora Sarita ha perseguido en vano,
de modo que ese film que se inicia ahora constituirá para ella el principio de
una brillante segunda carrera y el principio de una nueva vida sentimental.
Sarita ha
cambiado mucho en estos últimos meses. Come muy poco y ha suprimido por
completo el chorizo que, como muy bien saben sus admiradores, fue el culpable
de esa ofensiva que dio su peso en el momento de iniciar el rodaje de “La guerrillera de Villa”, película que acabó
rodando Carmen Sevilla.
Sarita no da un paso sin su Patrick, el cual la aconseja sobre su vestuario y demás. Se nota a legua que Sarita es una mujer enamorada que se está transformando.
Cuando termine
el rodaje de “Tuset Street”, Sarita Montiel saldrá probablemente con dirección
a Rusia. Pero no está aún decidida. Ella querría también dedicarse a escribir.
Desde hace tiempo empezó a escribir sus Memorias, pero sus contratos no le
permitieron proseguirlas. Y ella quisiera pararse algún tiempo para dar cima a
esta obra. Pero cuando se tienen los sentimientos revueltos por un loco amor, no
se hilvanan muy bien las ideas.
Al final,
acabará haciendo lo que diga Patrick, porque ella, cuando está enamorada, es
muy mujer y le gusta verse dominada por un hombre.
FELIPE LUIS COLLADO
(Fotos: López Lacalle)
Agencia PRERA
LA FOTO CCXXVI
La diva da vida a Violeta Riscal en el film "Tuset Street".
Estoy en un proyecto muy importante. Un libro que quiero sacar de sara montiel cuento con muchas fotos originales de la actriz. Quiero y deseo ponerme en contacto con usted. Le doy mi numero 654900940. Llameme o escribame es importante y necesito su ayuda. Gracias
ResponderEliminar