domingo, 29 de julio de 2018

CINE EN 7 DÍAS - 9 de Agosto de 1.969 - España


SARA MONTIEL
habla de
MOSCÚ

Cierto que Sara Montiel, a pesar del dolor que estos días la atenaza por el reciente fallecimiento de su madre, es una profesional completa, y  no tiene inconveniente en que rompamos su aislamiento para facilitarnos nuestra tarea informativa. Y no sólo eso, sino que se presta a ser ella misma quien escriba esta crónica de su viaje por tierras soviéticas, rememorando los días pasados allí, aunque nos dijo:
-No recuerdo bien lo que hice un día y lo que ocurrió al siguiente de una forma cronológica, pero os daré todo lo que a mí me llamó la atención particularmente y las cosas que más me impresionaron; luego, vosotros lo dais como mejor os parezca.
Y así lo hicimos. He aquí, pues, el relato de Sara:


Bajo el cielo de Moscú, la famosa actriz española, ala que dieron oportunidad de escuchar los primeros piropos en el idioma de la URSS, recibió el homenaje popular y se retrató incluso entre los soldados del ejército soviético, los cuales parecen muy satisfechos. En estas páginas, la propia Sara Montiel nos cuenta las impresiones de su viaje. 

EL VIAJE CONTADO POR ELLA
Nada más bajar del avión que me llevó a Moscú, me sentí tremendamente agasajada por una comisión de personalidades del cine soviético que había ido a recibirme, ya que yo no he ido al Festival Cinematográfico de Moscú como parte de la delegación española, sino como invitada especial de la comisión organizadora de dicho certamen para asistir a la proyección de mí película “Esa mujer”, que se presentaba fuera de concurso.
Tras saludar a las personas que habían ido a recibirme, me presentaron a dos chicas (Tania y Delia) que eran estudiantes aventajadas de nuestro idioma, y que me servirían de intérpretes, así como a un profesor de castellano que se llamaba Wladimir, y al que también habían destinado para acompañarme.
Me instalaron en el hotel Rusia, que es enorme y modernísimo, muy en línea americana tanto en su exterior como en su interior, y cuya capacidad es para seis mil personas. Allí también vivían Sofía Loren y Marcelo Mastroniani, que están rodando en Moscú un filme dirigido por Vittorio de Sica que se llama “El girasol”, así como el resto de los artistas de las diversas delegaciones cinematográficas que concurrían al festival. Melina Mercuri, Mónica Vitti, Marina Vlady y Alberto Sordi son con los que más amistad hice.
Yo ya conocía Moscú, puesto que hace dos años estuve allí grabando para la TV en color un programa sensacional que se pasó en la noche de fin de año; no obstante, volví de nuevo a recorrer las calles de la capital de la URSS con esa curiosidad propia de las personas que llegamos de Occidente. ¡Cómo no!, lo primero que hice fue darme un paseo por la plaza Roja de Moscú, que se llama así por sus edificios, que son casi todos de este color, y no por la actual ideología política, como se piensa mucha gente.


Yo sabía de antemano que era muy popular en la URSS, pero no me creí nunca que fuera tanto. La gente se acercaba a pedirme autógrafos continuamente, y muchos de ellos me saludaban con frases de mis cuplés. Yo al principio no les entendía muy bien qué querían decirme cuando me soltaban “Nena, me decías loco de pasión”, “Pisa, morena, pisa con garbo” o “Fumando espero al hombre que yo quiero”, pero en seguida capté su gentileza y amabilidad y les correspondía lo mejor que sabía. Muchos de ellos se sabían mis canciones sin saber siquiera lo que significaban. No peco de inmodesta si digo que Sofía Loren y yo éramos allí los artistas más conocidos, y la delegación española en pleno puede ratificar lo que digo. Mónica Vitti y Maximiliam Schell, así como algunos otros actores de su talla internacional, casi no les conocía nadie.
De los españoles, aunque no eran conocidos, han adquirido allí con su presencia una fuerte notoriedad Julián Mateos, Paco de Alba, Amelia de la Torre y Ana Mariscal; pero aún así, nuestras figuras son totalmente desconocidas en la URSS, excepto una servidora y Raphael, que también empieza a sonar muy fuerte allí.
No he visto todas las películas que se proyectaron en el festival, pero sí las más interesantes. “La Celestina”, de Ardavín, fue acogida con muchísimos aplausos, a pesar de que a la hora final no ha obtenido ningún premio. Yo aparecí en el escenario la noche que se presentó, junto a los intérpretes y director del filme, así como también el jefe de la delegación española, señor Robles Piquer, y el señor Blanco, de Uniespaña. Me alegré mucho, como es natural, del éxito que consiguió nuestra película.


Sara rinde homenaje a Gagarin. 

Después Uniespaña ofreció una gran fiesta y cena fría a las delegaciones asistentes, que duró hasta más tarde de las cuatro de la madrugada. El ballet español de Paco de Alba fue el colofón perfecto a la fiesta –donde la sangría corría a raudales-, ya que todos se entusiasmaron con el flamenco.  Yo bailé ritmos modernos durante toda la noche con todo aquel que me sacaba, y al final me hicieron cantar el “Fumando espero”.
Al día siguiente me levanté muy tarde, claro, y la tarde la dediqué a ir de compras a los almacenes Gum, que son una especia de Galerías Preciados. Compré, sobre todo, discos de folklore ruso y una balalaika.
Otro día estuve visitando la avenida de los Cosmonautas, donde están las estatuas de Gagarin, la Tereshkova y Titov. Ya que Gagarin fue el primer hombre del espacio, y, dado su fallecimiento, le puse en el frontal de su esfinge un gran ramo de flores. Esta avenida está coronada por un gran obelisco rematado por una aeronave, como homenaje a los hombres que han subido al espacio. Pesa más de 300 toneladas y su altura es de 100 metros. La aeronave que remata la parte más alta reluce enormemente cuando la da el sol, ya que está fabricada de metal perenne titanio, que no se oscurece con el paso del tiempo.
Como monumentos dignos de destacar en Moscú están el Kremlim, la catedral de la Asunción y la catedral de San Basilio. Me llamaron poderosamente la atención las estrellas que rematan las cúpulas del Kremlin, por su color y luminosidad. Me explicaron que todas ellas son de rubíes y que dentro tienen una luz especial para darlas más brillo. Hay que tener en cuenta que cada una de estas estrellas es casi del tamaño de nuestra madrileñísima fuente de la Cibeles.
En el museo de los Zares me enseñaron una puerta toda de oro macizo, y una esmeralda del tamaño de un plato de postre.
Respecto de la gente del pueblo, han sido cariñosísimos conmigo. Los rusos he observado que nunca corren; no sé si es porque no tienen prisa o porque van con el tiempo medido de antemano. Los pañuelos que suelen llevar las mujeres al cuello son preciosos para las modas “beat” que se llevan ahora, y yo compré varios el día que estuve de tiendas.
Las comidas típicas no las probé, debido a mi régimen, aunque sí degusté el famoso caviar de allá, su salmón y el vodka.


Ante "La reina de las campanas" suscita la curiosidad popular la actriz española, que fue en Moscú feliz y desgraciada. 

Respecto a mi trabajo, diré que he firmado una “tournée” por varias capitales soviéticas, para presentarme cantando en teatros, y una coproducción cinematográfica para hacer yo el papel de Catalina ‘la Grande’. También los húngaros y los cineastas de Polonia me ofrecieron otra película. “La reina del Chantecler” y “Mi último tango” se han proyectado no solamente en toda la Unión Soviética, sino también en todos los países de más allá del telón de acero.
Yo fui designada, junto a Sofía Loren y a la principal actriz soviética, para repartir los premios del palmarés final, pero no pude hacerlo debido a que cuando fui a mi habitación ese día me encontré un telegrama de Madrid en donde se me anunciaba la gravedad de mi madre. Lógicamente, en aquellos momentos, lo único que hice fue tomar el primer avión que salía rumbo a París. Este fue el motivo de mi ausencia en la gala de clausura y el que no pudiera recibir el galardón oficial que la cinematografía soviética me había concedido, que era la medalla de Lenin, concedida solamente a los personajes que gozar de un gran fervor popular.
Mi presencia allí, el cariño que me demostraron, y el telegrama que comunicaba el gravísimo estado de mi madre, me hicieron sentirme en Moscú la mujer más feliz y desgraciada del mundo, al mismo tiempo…

Sara MONTIEL
Por la transcripción: Trialasos


EL RECORTE CCLXXXVIII
Míticos fueron dos reconocimientos en su vida: el de Moscú y el homenaje que recibió en París. Del segundo la revista Interviú , 24 de Diciembre a 4 de Enero de 1.982, hacía la siguiente semblanza. 

PROTAGONISTAS
SARA MONTIEL
“HE VIVIDO 10 AÑOS EN PECADO MORTAL”
Seis salas proyectando nueve de sus películas durante varios días. La televisión francesa, rindiéndole homenaje. Los ‘gais’, ovacionándola. Felicitada por el ministro de la Cultura. Festejada con una gran recepción en Maxim’s. Y la prensa francesa, atreviéndose a calificarla “la Sara Bernardt del cine español”… Sara Montiel no pararía de repetir: “Estoy tan emocionada”. “Es todo tan bonito”. 

En algún momento te parece dura. Luego, tierna. Un momento, primaria. Y luego, conmovedora. Si quieres acusarla, te clavará las uñas, brillándole en sus ojos color de miel, la furia.
-No, perdona… Yo he sido estrella del franquismo porque me pilló con veintiséis años haciendo “El último cuplé” en España. Y yo he sido estrella del franquismo como lo fueron todos los periodistas que trabajaban en la época de Franco. Unos eran de derechas, otros de izquierdas, y los que eran de izquierdas no podían decir nada porque les iba muy mal… Ahora, llamarme estrella del franquismo, no. Primero porque yo no he sido política nunca y segundo porque nunca he sido de derechas. En mi casa, toda la familia era de izquierdas y yo siempre me he considerado demócrata, aprendí a serlo al lado de León Felipe y todos los intelectuales que conocí en Méjico cuando me marché de España. Yo era muy joven y apenas sabía leer y escribir y León Felipe me ayudó a conocer a los clásicos y a formarme. Yo siempre he tenido un interés enorme por mi España, yo quería que progresase, me daba mucha pena la censura, nos censuraban muchas cosas. Para seguir haciendo cine después de “El último cuplé”, yo tuve que seguir las reglas de juego que me ponían en España o tenía que marcharme. Yo llegué a España en mil novecientos cincuenta y seis. Me había marchado en el año cincuenta porque me moría de hambre. En Méjico tuve suerte y pude hacer tres películas. Cuando volví con mi madre para ver a la familia, me salió lo de “El último cuplé”. Yo ya estaba casada con Anthony Mann y vivía en Hollywood, con un contrato de tres años con la Warner. Y después de rodar la película me volví allá. Poco después recibí un telegrama comunicándome que regresara para hacer más cine en España. Regresé, se me acogió muy bien y continué haciendo mis películas, con un estilo al que siempre he sido fiel. Todas mis películas han tenido el sello Sara Montiel, pero por esto no puede llamárseme artista del franquismo. Te digo que no.


En 1963, en una revista catalán, se declara “socialdemócrata” y esto provoca un gran escándalo. Sara evita luego el pronunciarse tan abiertamente. Sólo en 1972, en otra entrevista, se declara de nuevo socialista: escándalo de nuevo… Hoy, Sara declara felizmente que bebió champán la noche del 28 de octubre.
-Creo que ya era hora. Esto va a ser muy importante para España. Felipe González me parece un chico muy joven, pero con unas ideas muy buenas para el pueblo español. Creo que hay que darle confianza y que tenemos que ayudarle en todo lo que podamos porque me parece un hombre muy decente, que va de muy buena fe y que está bien preparado.
Punto y aparte. Que es la actriz española más popular, que no se lo robe nadie.
-Cuatro portadas de “Life”. Número tres mundial en venta de discos. En China Popular, la primera película occidental que se proyectó fue “Varietés”, con Sara, claro. Frederick Mitterrand quería presentar el cine popular español en su prestigioso ciclo del Festival de Otoño: era imposible no contar con Sara. Berlanga lo aprobó.


El que haya sido Francia antes que España la que le rinda un homenaje no le molesta.
-Todavía soy una mujer joven y espero que un día los que representan al cine español reconocerán que ha habido una Sara Montiel que ha llegado hasta el Japón, Australia, China, Rusia, América… Alguien saldrá que reconocerá que he existido y que existo y que he hecho un cine muy personal y que he marcado una época, sin discusión, y esto no me lo quita nadie.
En Francia ha sido recibida como la gran estrella: flores, coche a su disposición, una “suite” en el George V, homenaje en la televisión presentada por su gran amigo Charles Aznavour, presentación de sus películas al lado de Samuel Fuller, Alexandre como peluquero, una “jauría” de periodistas constantemente a su lado, entrevistas, fotos, cenas, cóctel y ministro de la Cultura, gran fiesta en Maxim’s acompañada por Rudolf Nureyev y un importante grupo de artistas franceses. En Maxim’s, una gran ovación culminó el homenaje. Sara cantó “La violetera” y, en francés, “Fru – fru”.
Bailó con Nureyev y repitió muchas veces: “Estoy emocionada. Estoy emocionada”.


La actriz bailó con Rudolf Nureyev en la fiesta - homenaje. 

¿El cine de nuevo? No. Nada de nada. Le han ofrecido cosas buenas, pero luego le falla el director, o el fotógrafo, el cámara o cualquier técnico, y eso a ella no le gusta.
-Yo soy una mujer muy profesional, aprendí muy bien la técnica en Hollywood y no puedo soportar la falta de profesionalidad que desde hace unos cinco años se va observando: no encuentro un equipo técnico completo. Si un día encuentro ese equipo y un tema sensacional, pues no sé. Yo soy Piscis y no Virgo, pero me gusta la perfección, busco la estética y la cuido mucho, cuido el estilo, la atmósfera… Me gustan las películas de Zeffirelli, Visconti, la belleza poética de las películas de Renoir.
-¿Se siente bien consigo misma?
-Como una mujer bastante bien. Creo que llevo muy bien los años, que estoy muy rica. Además, absorbo como una esponja, aprendo y nunca me siento sola. Intento superarme en mi trabajo cada vez más y pongo mucha ilusión en ello. Mi nuevo espectáculo es una prueba de ello.
-Viendo ahora de nuevo las películas de “la Sara” comprendes mejor el impacto de la época: en una España puritana, la sensualidad de la Montiel desbordaba y revolucinaba. Era como un dulce caramelo a nuestra castidad. ¿Era consciente de ello?
-Pues claro… Yo estaba siempre peleando contra la censura. En “El último cuplé” aparezco en muchas escenas con un tul en el escote porque cuando llegaba el de la censura me obligaba a ponérmelo. En cuanto se iba, yo lo quitaba. Los besos los rodábamos también cuando no estaba el de la censura… Así eran… “El último cuplé” es una película tremendamente erótica y sigue siéndolo.


La prensa francesa se volcó con Sara. 


-“La Sara” sigue desbordando sensualidad… ¿Se siente ella sensual?
-Pregúntale a mi marido.
-No, tú. ¿Cómo te sientes tú?
-Yo me siento una mujer…, cómo te diría, más que caliente, cálida…
-¿El amor ha sido importante en tu vida?
-Mucho, muy importante.
-¿El erotismo?
-Creo que tiene su encanto. Siempre que se haga con estética.
“Amor Tous” la contempla con adoración. Es el tercer marido, pero ella dice: “El verdadero y único hombre de mi vida”. Se enamoraron en la misma escalerilla del avión donde se conocieron.
-Yo llegaba a Palma para actuar en su teatro. Él iba a casarse con una señorita muy bien. Yo estaba casada… Y fue un flechazo total. En seguida nos liamos la manta a la cabeza y hemos vivido en pecado mortal durante diez años… -sonríe- . Nos casamos por culpa de Thais.
Dentro de poco llegará Zeus. Antonia – Sara lo espera con todo el instinto maternal a flor de piel. De Thais, ni hablemos: Sara nos cuenta mil anécdotas rebosando amor. Sara Montiel es ahora una estrella maternal que su público sigue adorando. De retirarse, nada. Seguirá hasta que ese público siga reclamándola y aplaudiéndola. Y luego tal vez la sustituya Thais… A los Tous les gustaría tanto que fuera artista o periodista…

Evelyn MESQUIDA
Fotos: Ferrán MARULL


LA FOTO CCLXXXVIII


La diva a finales de los '60 tomando el sol. 

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