miércoles, 29 de agosto de 2018

CASA VIVA - Febrero de 1.983 - España


EN CASA DE…
SARA MONTIEL
CON SABOR A CUPLÉ
Sólo ella puede permitirse el lujo de ser “camp” sin pasar por “retro”; sólo ella puede hacer que un viejo cuplé siga sonando como si el tiempo se hubiera parado; sólo Sara Montiel es Sara Montiel en todas partes: dentro y fuera de su casa, en el escenario, en las revistas y en la intimidad. Su imagen no es producto del marketing. Años ha tenido para forjar poco a poco su simbología personal, y ya está por encima de portadas, de grabaciones más o menos sofisticadas y de declaraciones más o menos explosivas. 

Basta contemplar los doscientos metros cuadrados de su apartamento para comprender que no hay barreras entre lo que ella representa en los escenarios y lo que en realidad es. Y si tras franquear el hall se pasa al salón, el visitante notará que le invade una especie de nostalgia endulzada por una tonadilla popular. Todo en esta pieza parece recordar tiempos de cupletistas famosas que siguen viviendo en la persona de Sara Montiel. En este salón una pieza con dos alturas, conseguidas tras cerrar parte de la terraza, donde antes había una pequeña piscina. Tonos plata y terciopelos rojos resaltan aquí y allá. En la primera altura, los ojos van directamente hacia un retrato de Sara pintado por Roca Fuster. Representa a cuatro mujeres: una niña, una mujer, una cupletista y la muerte. Los colores suaves y difusos y la disposición de las figuras recuerda aquellos lienzos de Julio Romero.


SALÓN
El papel plateado de las paredes sirve de marco a una decoración en la que la nostalgia “camp” se acerca al estilo “art nouveau”. Moqueta negra sobre el suelo que recoge las pinceladas cálidas del terciopelo rojo de los sillones en el salón. Presiden la estancia un retrato de Sara Montiel pintado por Roca Fuster y un busto de la artista, obra de Collaud, que sirvió para la película “La mujer perdida”. En las demás paredes cuadros de Toni Ribera, Eduardo Naranjo, Segrelles, Emilio Grau, etc. En el lado opuesto de este ambiente hay otro formado en torno a una mesa redonda con tapa de mármol de Carrara y varias sillas Chippendale lacadas en rojo. Aquí las obras que decoran las paredes son de Dalí, Zuloaga y Soler Jove.



“LA MUJER PERDIDA”
Frente al retrato de Sara hay un piano blanco que hace de mesa para una especie de bazar exótico o modernista. Sobre la superficie blanca, acompañado por multitud de objetos de cristal de estilo Art Nouveau o Art Dèco –en su mayoría regalos de gente que conoce la debilidad de Sara por estos estilos- hay un busto de Sara realizado por Collaud Varela. También es ésta una figura que emerje en la habitación y que en realidad tiene una historia trivial: para la película “La mujer perdida” se necesitaba una escultura, y el artista hizo ésta en alabastro. Finalizado el rodaje, la obra quedó en manos de Sara.




AIRES MODERNISTAS
No son éstos los únicos retratos de Sara que decoran la habitación; por lo menos otras dos obras alternan en el salón con pinturas de Mont, Vitín Cortezo, Grau, José Díaz, Naranjo, Segrelles, escuela de Goya, Ramón Casas y anónimo. Hay incluso uno de esos cuadros sin firma que dejaron testimonio para épocas posteriores de las torturas de la Inquisición.
Papel de color plata en las paredes; moqueta negra, espejo de anticuario, un biombo chino bastante antiguo, un sofá de piel blanca y otro de terciopelo rojo, mesa lacada en negro y oro, alfombra de Afganistán, puerta lacada en relieve con figura trabajada en madera y marfil… Todo crea un ambiente que en el dormitorio adquirirá aires netamente modernistas. Allí, en efecto, la escena parece dispuesta para el toque de magia; la habitación podría haber sido copiada de un álbum wildeano para recrear ese gusto por lo sensorial, ese afán por dar satisfacción a los placeres estéticos. El dormitorio es una pieza alargada con techo abovedado. Una pared de espejo la recorre de punta a punta y pasa al lado de una cama estilo imperio cubierta de rosa y lacada en oro. También las cortinas son de color rosa, y rosa es igualmente el tono de un sofá frente al cual hay una mesa exagonal de mármol y madera. Sofá, mesa y una butaca de terciopelo, forman corro alrededor de una chimenea de mármol blanco con vetas grises y piedra viva del Pedregal. En el lado contrario de la habitación hay un rincón donde las reminiscencias modernistas se hacen deliciosas: es un tocador negro con flores que se apoya contra el espejo; lo rodean un mueble de cajones y muchos pequeños objetos que saturan todos los espacios. Recuerda un camerino de otros tiempos. En distintos lugares de la gran habitación cuelgan pinturas que cuadran perfectamente con el ambiente que las rodea: un desnudo de los años 20, obra del catalán Pere Pruna, esmaltes de Luís Fernando Carrasco y un dibujo de Ramón Casas.



TELAS Y PAPELES DE MIAMI
La decoración ha sido obra de Sara Montiel, y aunque Pepe Tous ha colaborado, no cabe duda de que fue ella la que decidió el aire que debía tener cada una de las habitaciones. En esta casa, que fue de su madre, Sara ha vuelto a construir su propio mundo: “Aquí he pasado muchos años de mi vida con mi madre; es una casa a la que quiero mucho. Mi madre la vendió a una sociedad y yo la volví a recuperar alquilándola. Hace seis meses que la hemos decorado de nuevo entre Pepe y yo. Trajimos las telas y papeles de Miami. Antes teníamos todas las paredes enteladas, pero como está cerrada parte del año, se acumulaba mucho polvo y decidimos poner papel”.



DORMITORIO Y TOCADOR
Una pared de espejos estilo “art nouveau” recorre el dormitorio de punta a punta. El techo de la habitación es abovedado. La cama es de estilo imperio tapizada en rosa y con adornos dorados. A sus pies se inicia un pequeño ambiente de conversación. En el extremo opuesto tiene Sara su rincón más personal. Allí, una gran mesa lacada en negro y con adornos florales apoyada en una pared cubierta por un espejo, sustituye al tradicional tocador.

Reportaje: ANA ALONSO MARTÍNEZ
Fotos: MARÍA PEREZ SEOANE


EL RECORTE CCXCIII
Daba igual Madrid que Palma de Mallorca, Barcelona o Miami. Los Tous - Abad supieron hacer de cada rincón un hogar para sus queridos Thais y Zeus. Lo demuestra este reportaje de La Revista con fecha 8 de Septiembre de 1.986. 

Sólo realiza breves salidas de su casa de Palma
SARA MONTIEL
no quiere abandonar su refugio dorado
El corto recorrido que separa el norte de la isla de la capital, Palma, supuso el final de las vacaciones de la familia Tous. A Sara cada vez se le hace más difícil viajar y salir de España porque Thais y Zeus, sus pequeños, constituyen el centro de su vida, “y ahora es cuando más me necesitan”, dice. Por eso prefiere quedarse en su refugio dorado. 

Una vez terminadas las vacaciones estivales Sara Montiel, y Pepe Tous regresaron a su casa de Palma de Mallorca con sus hijos Thais y Zeus, con el fin de preparar el nuevo año escolar de los niños, pues a partir del mes de septiembre se incorporan a una nueva escuela inglesa en la ciudad de Palma.
La familia Tous-Montiel ha repartido sus vacaciones entre un chalet situado a orillas del mar, en Pollensa, al norte de la isla de Mallorca, y el pueblo natal de Sara, Campo de Criptana, en Ciudad Real.
Pepe y Sara llevan más de dieciséis años juntos y se sienten más enamorados que nunca. Así lo comenta la artista:


PAREJA ROMÁNTICA
-Somos una pareja de románticos, estamos más enamorados que unos adolescentes, porque nosotros estamos ya en una edad en la que valoramos mucho más las cosas, y percibimos más los detalles de nuestra relación.
Gran parte de esta unión está motivada, según confiesa la pareja, por sus dos hijos adoptivos, Thais y Zeus, que son el centro de atención de la casa.
-Tenemos que estar todo el día pendientes de ellos porque son, sobre todo Zeus, un verdadero terremoto –bromea Sara mientras observa a su hijo que juega con una taza de porcelana china.
Los Tous viven en una preciosa casa situada en el punto más alto de la montaña Na Burquesa, frente a la preciosa vista que ofrece la bahía de Palma. Está repleta de obras de arte, preciosos juegos de porcelana china y diversas esculturas, así como valiosos jarrones de todos tipos y formas.
-Los niños andan siempre correteando por la casa y nunca han roto nada –comenta Sara echando una tierna mirada a su hijo-. Ellos son la base de nuestra felicidad.


La familia Tous - Montiel al completo, en un rincón de su casa mallorquina, desde donde se divisa una extraordinaria panorámica de la ciudad y su bahía. El chalet decorado por la propia Sara, está situado en una zona privilegiada de Palma. 


SUPEDITADOS A LOS HIJOS
No hay más que ver a Pepe y a Sara cuando están con sus hijos para ver que todo está supeditado a esas dos pequeñas criaturas, así nos lo explica Sara:
-Gracias a ellos nuestra relación como pareja es completa, ellos nos han llenado la vida de ilusión, y todo lo que hacemos, tanto en nuestro trabajo como en casa es con más dedicación.
Zeus, como se recordará, fue bautizado recientemente en el pueblo natal de Sara, y es ya un crío de tres años con unas imparables ganas de jugar.
-No puedo entender de donde sale la energía de estos chicos… no paran nunca –comenta Sara, sorprendida -, Thais, al ser un poco mayor se está más quieta, sin embargo, el pequeño es imparable.
Thais es una niña simpática, que delata en sus ojitos una fuerte personalidad y una inteligencia despierta. La niña, ha oído a sus amigos decir que el hijo de Ángel Cristo y Bárbara Rey, que recientemente debutó en el circo, cobra por su trabajo, con lo cual ella exige una compensación económica por posar en las fotos.


Sara, que se define como una auténtica madraza, se ocupa de Thais y de Zeus, unos niños con una vitalidad sorprendente. La familia se encuentra nuevamente en Mallorca donde preparan el curso escolar de los hijos. 


LABOR DE MADRE
Sara y Pepe acaban de pasar un período de descanso, pero ellos nunca dejan de trabajar. Pepe atiende sus negocios donde quiera que esté. Él es accionista de una empresa periodística, fundada en 1893 por su abuelo, en la que figuran dos periódicos y dos emisoras de radio, y a la vez es propietario de uno de los bingos más importantes de Palma de Mallorca y de un teatro, en el cual conoció a Sara hace dieciséis años, cuando fue contratada para actuar allí.
Por su parte Sara se prepara para sus actuaciones, sin olvidarse de su labor de madre –“Aunque sea por teléfono”- comenta ella pensando en su próxima gira en el continente americano, prevista para septiembre y octubre.
-A primeros del mes que viene me voy a Brasil donde tengo varias galas en Brasilea, Belo Horizonte, Sao Paulo y Río de Janeiro. En noviembre me voy a Buenos Aires y a Caracas.
-¿Y cuando vas a ver a los tuyos?
-En anteriores ocasiones los niños viajaban conmigo, pero ahora ya tienen edad para ir los dos al colegio, por lo tanto, voy a ser yo quien venga a verles. Voy a pasar las navidades en casa y ya en febrero emprenderé la gira por Norteamérica. Voy a actuar en más de nueve ciudades de Estados Unidos, empezando por Miami, pasaré por Los Ángeles y terminaré en Nueva York.

DEJAR LOS ESCENARIOS
-Sara, ¿piensas apartar alguna vez los escenarios de tu vida?
-No puedo, es algo que llevo dentro. Por lo único que renunciaría a actuar sería por mis hijos, pero de momento no es necesario. Puedo combinar mi papel de madre con mis actuaciones perfectamente.
No hace falta recordar el éxito alcanzado en sus actuaciones anteriores en América, donde, por ejemplo, en Lincoln Centre de Nueva York, se agotaron las entradas varios días antes de la gala.


Cuando Sara habla de vida profesional surgen insistentemente nombres de ciudades de América.
-¿Cuándo piensas presentarte de nuevo al público español?
-Será, seguramente para finales de año que viene. En estos momentos estoy trabajando en un proyecto de una obra musical que la está escribiendo Arteche, un genial autor teatral, para reaparecer en Madrid, como digo, el año próximo.
-El programa profesional de Sara es muy extenso, pero ¿no te aparta mucho de tus hijos?
-Bastante, aunque siempre mantengo contacto con ellos. En realidad me cuesta mucho decidirme, porque siempre suponen viajes, y eso impide estar con mis hijos.
El pensamiento de los Tous gira siempre en torno a sus pequeños “dioses”, como así los llaman:
-Es ahora cuando más nos necesitan –concluye Sara.

Pepe BOSCH

LA FOTO CCXCIII


Pose clásica en la Sara de los '80. 

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