sábado, 19 de enero de 2019

CINE MUNDO - 21 de Diciembre de 1.957 - España


La diva aparece solo en la portada y en una sección al final de la revista. 

APUNTES DE MI FICHERO


¿LA RECONOCEN? – Estas fotografías son rigurosamente inéditas. Corresponden a los años de adolescencia de Sara Montiel, cuando principiaba a soñar con el cine y a su deseo inmenso de convertirse en actriz.

Por Jorge  FIESTAS


EL RECORTE CCCXII
Aquí el número 3 de la biografía que le dedicó a la actriz la revista Mucho Más en Enero-Febrero de 1.991. 

Serie –DETALLES ÍNTIMOS DE SU VIDA – Capítulo 3
SARA MONTIEL
DE NIÑA POBRE A FULGURANTE ESTRELLA
El primer fracaso:
su matrimonio con Anthony Mann

El 31 de agosto del año 1957, Sara se casó en Los Ángeles con Anthony Mann. Él era treinta años mayor, y el matrimonio duró seis. 

El éxito de Veracruz, la película de Robert Aldrich, proporcionó a Sarita Montiel la época más resplandeciente de su vida profesional, internacionalmente hablando. Su foto junto a Gary Cooper y Burt Lancaster, los más famosos galanes del momento y compañeros suyos de reparto, dio la vuelta al mundo. Sara podría haber sido toda una estrella del cine americano si no hubiera sentido tanta nostalgia de su tierra. Yuma y Serenade lo confirmaron.

Intimidades con los famosos de Hollywood
Entre sus amigos se encontraban nombres que hoy son ya glorias de Hollywood: Marlon Brando, Alfred Hitchcock, James Stewart, Barbara Stanwyck, Maureen O’Hara, Ernest Hemingway, John Huston, Anthony Quinn y un largo etcétera. Con algunos incluso vivió aventuras amorosas, como es el caso de Gary Cooper.
En sus memorias, la actriz cuenta muchas curiosidades: “Marlon Brandon –dice Sara- aparecía en mi casa a las horas más intempestivas para que le hiciera café o unos huevos fritos con ajos, a la española”, o y “en la misma calle en la que vivíamos Tony (Anthony Mann, entonces su marido) y yo, residían muchos famosos: Joan Collins, Mel Ferrer, Audrey Hepburn, Claudette Colbert… Pero, sobre todo en aquella calle de Hollywood vivía Barbara Stanwyck, gran amiga de Tony. Guardo un recuerdo imborrable de ella, una mujer cargada de humanidad y de vuelta de todo. No era la típica americana fría y banal. Todo lo contrario. Diría que se parecía mucho a los personajes que interpretaba.”


El público le fue incondicional desde sus comienzos, cuando sólo tenía ilusiones y muchas ganas de triunfar. 

No estuvo en el estreno de El último cuplé
En 1955, en pleno apogeo de su éxito hollywoodiense, María Antonia Abad vuelve a España. Hacía cinco años que faltaba de su tierra. Se hospedó, junto con su madre, en uno de los hoteles más lujosos de Madrid, siendo agasajada por aquellos que antes le habían vuelto la espalda.
Fue entonces cuando Juan de Orduña le ofreció protagonizar el que sería su mayor éxito cinematográfico en España, El último cuplé. Al principio, hubo dificultades para encontrar financiación para la película, pero el rodaje empezó en el mes de septiembre de 1956, en Barcelona. La película desbordó toda previsión y Sarita Montiel se convirtió en la figura más importante de la época. Sin embargo, no estuvo presente en su estreno, el 5 de mayo de 1957, pues se encontraba en Los Ángeles con Anthony Mann, con quien se casaría tres meses después.


Con Raf Vallone protagonizó uno de sus mayores éxitos en La Violetera. 

Boda con Anthony Mann
Había conquistado el corazón de uno de los directores más afamados del momento, el responsable del descubrimiento de estrellas del celuloide como Susan Hayward o Ava Gardner. A María Antonia no le importaba nada lo que ella consideraba entonces un pequeño detalle: Anthony Mann tenía treinta años más que ella.
A pesar de la diferencia de edad, se enamoraron y se casaron. La ceremonia, que se ajustó al rito judío, tuvo lugar en Los Ángeles el 31 de agosto de 1957.
Mann acompañaba a su esposa a todos los viajes que podía y llegó a enamorarse de España y de sus gentes. En 1958 ambos llegaron al aeropuerto de Barajas aclamados por la multitud.
Sara era ya una gran estrella y sus miles de admiradores la acosaban sin descanso. El éxito de El último cuplé y el hecho de estar casada con una de las glorias de Hollywood la habían convertido en una verdadera diva. Recibía ofertas de todas partes, incluso aquellos que antes la habían ignorado le ofrecían contratos millonarios, desorbitados para la época. Finalmente, aceptó una de las propuestas, la de Benito Perojo que lehizo ingresar casi cien millones de pesetas por protagonizar La violetera, Carmen la de Ronda, Mi último tango y Pecado de amor.


En los 70, se retiró del cine con Cinco almohadas para una noche. En la misma época dejó las huellas de sus manos en Hollywood. 

Primer fracaso matrimonial
Al marido de Sara le gustó tanto España que decidió rodar aquí su última película. “Se trataba de El Cid, que Tony quería que yo interpretase –contaría años más tarde la actriz-. Sin embargo, no pudo ser. Me había comprometido en una serie de contratos en Argentina, Puerto Rico, Chile y Cuba y el papel de doña Jimena se lo ofrecieron finalmente a Sofía Loren.”
Los primeros años de matrimonio fueron felices para Sara y Anthony. No obstante, un buen día las cosas empezaron a marcharles mal. Sara quería instalarse definitivamente en España, pero para Mann la vida estaba en Hollywood. El divorcio fue inevitable. Seis años después de la boda, el Juzgado número 3 de Madrid consideró nulo el matrimonio.
Atrás quedaban dos abortos, de los once que ha sufrido la actriz en su vida. Sara guardó, sin embargo, un gran recuerdo de aquel hombre que marcó una de las etapas más importantes de su vida amorosa.


Además de fama, La Violetera le aportó la importante cifra de 100 millones. 

“Me casé con Anthony Mann porque ambos estábamos muy enamorados, y si nuestro matrimonio fracasó fue por razones puramente personales. La más importante era la edad. Yo estaba empezando a vivir, pletórica de vida, acababa de lograr el triunfo, y él era un hombre bastante mayor que yo, cerca de treinta de años, que ya venía de vuelta, cansado y con ganas de tranquilidad. Por eso decidimos divorciarnos. No obstante, hasta su muerte hemos seguido siendo excelentes amigos e incluso a mi segunda boda vino una de sus hijas. Puedo decir que Anthony ha sido un marido ejemplar, un buen amigo y un gran director, y que lo he querido y respetado mucho”. Pero su vida sentimental no termina con este matrimonio. Aún pasará dos veces más por la vicaría.


Paloma Escario
Efe/Reportajes
Próximo capítulo: Sus bodas con españoles


LA FOCO CCCXII


Besándose con su primer marido: Anthony Mann. 

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