La diva aparece solo en la portada y en una sección al final de la revista.
APUNTES DE MI FICHERO
¿LA RECONOCEN? – Estas fotografías son
rigurosamente inéditas. Corresponden a los años de adolescencia de Sara
Montiel, cuando principiaba a soñar con el cine y a su deseo inmenso de
convertirse en actriz.
Por Jorge FIESTAS
EL RECORTE CCCXII
Aquí el número 3 de la biografía que le dedicó a la actriz la revista Mucho Más en Enero-Febrero de 1.991.
Serie –DETALLES ÍNTIMOS DE SU VIDA – Capítulo 3
SARA MONTIEL
DE NIÑA POBRE A FULGURANTE ESTRELLA
El primer fracaso:
su matrimonio con Anthony Mann
El 31 de agosto del año 1957, Sara se casó en Los Ángeles con Anthony Mann. Él era treinta años mayor, y el matrimonio duró seis.
El éxito de Veracruz, la película de Robert Aldrich,
proporcionó a Sarita Montiel la época más resplandeciente de su vida
profesional, internacionalmente hablando. Su foto junto a Gary Cooper y Burt
Lancaster, los más famosos galanes del momento y compañeros suyos de reparto,
dio la vuelta al mundo. Sara podría haber sido toda una estrella del cine
americano si no hubiera sentido tanta nostalgia de su tierra. Yuma y Serenade lo confirmaron.
Intimidades con los famosos de Hollywood
Entre sus amigos
se encontraban nombres que hoy son ya glorias de Hollywood: Marlon Brando,
Alfred Hitchcock, James Stewart, Barbara Stanwyck, Maureen O’Hara, Ernest
Hemingway, John Huston, Anthony Quinn y un largo etcétera. Con algunos incluso
vivió aventuras amorosas, como es el caso de Gary Cooper.
En sus memorias,
la actriz cuenta muchas curiosidades: “Marlon
Brandon –dice Sara- aparecía en mi casa a
las horas más intempestivas para que le hiciera café o unos huevos fritos con
ajos, a la española”, o y “en la misma calle
en la que vivíamos Tony (Anthony Mann, entonces su marido) y yo, residían muchos famosos: Joan Collins, Mel Ferrer,
Audrey Hepburn, Claudette Colbert… Pero, sobre todo en aquella calle de
Hollywood vivía Barbara Stanwyck, gran amiga de Tony. Guardo un recuerdo
imborrable de ella, una mujer cargada de humanidad y de vuelta de todo. No era
la típica americana fría y banal. Todo lo contrario. Diría que se parecía mucho
a los personajes que interpretaba.”
El público le fue incondicional desde sus comienzos, cuando sólo tenía ilusiones y muchas ganas de triunfar.
No estuvo en el estreno de El último cuplé
En 1955, en
pleno apogeo de su éxito hollywoodiense, María Antonia Abad vuelve a España.
Hacía cinco años que faltaba de su tierra. Se hospedó, junto con su madre, en
uno de los hoteles más lujosos de Madrid, siendo agasajada por aquellos que
antes le habían vuelto la espalda.
Fue entonces
cuando Juan de Orduña le ofreció protagonizar el que sería su mayor éxito
cinematográfico en España, El último
cuplé. Al principio, hubo dificultades para encontrar financiación para la
película, pero el rodaje empezó en el mes de septiembre de 1956, en Barcelona.
La película desbordó toda previsión y Sarita Montiel se convirtió en la figura
más importante de la época. Sin embargo, no estuvo presente en su estreno, el 5
de mayo de 1957, pues se encontraba en Los Ángeles con Anthony Mann, con quien
se casaría tres meses después.
Con Raf Vallone protagonizó uno de sus mayores éxitos en La Violetera.
Boda con Anthony Mann
Había
conquistado el corazón de uno de los directores más afamados del momento, el
responsable del descubrimiento de estrellas del celuloide como Susan Hayward o
Ava Gardner. A María Antonia no le importaba nada lo que ella consideraba
entonces un pequeño detalle: Anthony Mann tenía treinta años más que ella.
A pesar de la
diferencia de edad, se enamoraron y se casaron. La ceremonia, que se ajustó al
rito judío, tuvo lugar en Los Ángeles el 31 de agosto de 1957.
Mann acompañaba
a su esposa a todos los viajes que podía y llegó a enamorarse de España y de
sus gentes. En 1958 ambos llegaron al aeropuerto de Barajas aclamados por la
multitud.
Sara era ya una
gran estrella y sus miles de admiradores la acosaban sin descanso. El éxito de El último cuplé y el hecho de estar
casada con una de las glorias de Hollywood la habían convertido en una
verdadera diva. Recibía ofertas de todas partes, incluso aquellos que antes la
habían ignorado le ofrecían contratos millonarios, desorbitados para la época.
Finalmente, aceptó una de las propuestas, la de Benito Perojo que lehizo
ingresar casi cien millones de pesetas por protagonizar La violetera, Carmen la de Ronda, Mi último tango y Pecado de amor.
En los 70, se retiró del cine con Cinco almohadas para una noche. En la misma época dejó las huellas de sus manos en Hollywood.
Primer fracaso matrimonial
Al marido de
Sara le gustó tanto España que decidió rodar aquí su última película. “Se trataba de El
Cid, que Tony quería que yo interpretase –contaría años más tarde la
actriz-. Sin embargo, no pudo ser. Me había
comprometido en una serie de contratos en Argentina, Puerto Rico, Chile y Cuba
y el papel de doña Jimena se lo ofrecieron finalmente a Sofía Loren.”
Los primeros
años de matrimonio fueron felices para Sara y Anthony. No obstante, un buen día
las cosas empezaron a marcharles mal. Sara quería instalarse definitivamente en
España, pero para Mann la vida estaba en Hollywood. El divorcio fue inevitable.
Seis años después de la boda, el Juzgado número 3 de Madrid consideró nulo el
matrimonio.
Atrás quedaban
dos abortos, de los once que ha sufrido la actriz en su vida. Sara guardó, sin
embargo, un gran recuerdo de aquel hombre que marcó una de las etapas más
importantes de su vida amorosa.
Además de fama, La Violetera le aportó la importante cifra de 100 millones.
“Me
casé con Anthony Mann porque ambos estábamos muy enamorados, y si nuestro
matrimonio fracasó fue por razones puramente personales. La más importante era
la edad. Yo estaba empezando a vivir, pletórica de vida, acababa de lograr el
triunfo, y él era un hombre bastante mayor que yo, cerca de treinta de años,
que ya venía de vuelta, cansado y con ganas de tranquilidad. Por eso decidimos
divorciarnos. No obstante, hasta su muerte hemos seguido siendo excelentes
amigos e incluso a mi segunda boda vino una de sus hijas. Puedo decir que
Anthony ha sido un marido ejemplar, un buen amigo y un gran director, y que lo
he querido y respetado mucho”. Pero su vida sentimental no termina con este
matrimonio. Aún pasará dos veces más por la vicaría.
Paloma Escario
Efe/Reportajes
Próximo capítulo: Sus bodas con españoles
LA FOCO CCCXII
Besándose con su primer marido: Anthony Mann.
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