sábado, 12 de enero de 2019

PRIMER PLANO - 23 de Junio de 1.957 - España


La diva aparece solo en la portada. Este es el texto que acompaña:
SARA MONTIEL. La bellísima y magnífica intérprete de "El último cuplé" ha firmado un importante contrato con el productor Benito Perojo para cuatro películas, siendo la primera "La violetera", bajo la dirección de Luís César Amadori (Foto Ibáñez)


EL RECORTE CCCXI
Número dos de la biografía que le dedicó la revista Mucho Más en Enero y Febrero de 1.991. 

Serie –DETALLES ÍNTIMOS DE SU VIDA – Capítulo 2
SARA MONTIEL
DE NIÑA POBRE A FULGURANTE ESTRELLA
Del éxito en México a la llamada de la
 Meca del cine

La deslumbrante belleza de Sarita hizo que le llegaran contratos de Hollywood y trabajar con los grandes del cine. 

En 1944, Sara Montiel, con apenas 16 años, llegó a Madrid dispuesta a ganar el concurso de cantantes infantiles organizado por Cifesa, la famosa productora de cine. Estaba muy nerviosa, pues era la primera vez que iba a actuar delante de personas entendidas, pero la fortuna y su preciosa voz estaban de su parte. Vestida con un traje largo de color rosa, el primero que le hacían, interpretó La morena de mi copla y deslumbró al jurado. “Gané el primer premio –recuerda Sara-, que consistía en unos cursos de declamación que impartía doña Anita Marcos y un premio en metálico de 500 pesetas mensuales, que naturalmente envié a mis padres”.
Tras el concurso de Cifesa, la suerte de María Antonia Abad estaba echada.
Como una Cenicienta moderna
Era todavía una niña, pero los productores cinematográficos no tardaron en llamarla. Ladislao Vajda la contrató para hacer de jovencita rebelde en Te quiero para mí, trabajo con el que ganó 2.500 pesetas, una millonada en aquellos tiempos. Sarita, que entonces todavía se llamaba María Antonia, se sentía como una Cenicienta moderna.
Se instaló en la casa de sus amigos José Ángel Ezcurra y Pura Carrillo y, con ayuda de ellos, luchó por abrirse camino. Envió fotografías a estudios de cine, de radio, de publicidad… “Un buen día –dice Sara- me llegó una oferta de trabajo de la productora Filmófono. Había salido un reportaje mío en la revista Semana y querían conocerme. ‘Si es como aparece en las fotos, nos sirve’, dijeron los de la productora. Desde luego, yo era la misma de la revista, aunque por poco no me dan el papel por ser menor de edad”. La película se tituló Empezó en boda y compartía cartelera con Fernando Fernán Gómez. “No se me olvidará nunca. Me llevaron al gabinete de belleza de Rosa Zavala. Me tiñeron el pelo de rubio, me enseñaron a vestirme…”
El filme se estrenó en octubre de 1944, tuvo buena aceptación y, además, contribuyó a dar fama a la joven estrella.
“Por mi participación, gané 7.000 pesetas, que gasté en regalos a mi familia”.
Después de Empezó en boda, Enrique Herreros se convirtió en su representante. “Él me bautizó como Sarita Montiel. Mientras ojeaba una Biblia me dijo que me apellidaría Montiel, por los campos donde había nacido, y de nombre, Sara”.


En la mítica Veracruz, de Robert Aldrich, tuvo como compañero de reparto al galán Gary Cooper. Para Sara Montiel fue como un sueño. 


Junto a Jorge Mistral en Locura de amor, un filme del que guarda ingratos recuerdos. En su rodaje, Sara enfermó de tuberculosis. 

Enferma de tuberculosis
Conocida ya por el nombre artístico de Sara Montiel, la actriz desempeñó numerosos papeles en películas como Mariona Rebull, Don Quijote de la Mancha, Confidencias o Locura de amor, sin duda la más famosa.
Sin embargo, a pesar del éxito de este filme, en el que trabajó con Fernando Rey y Aurora Bautista, Sara no se llevó un buen recuerdo de él. El rodaje se realizó en Burgos, en pleno mes de enero. Las temperaturas eran bajísimas y el director ordenó que los actores tuvieran hielo en la boca para que no se les notara el vaho. Esta medida hizo que todo el equipo contrajera unas fuertes anginas. Pero en el caso de Sarita fue peor. Con un historial médico repleto de gripes, resfriados y problemas respiratorios, la joven actriz enfermó de tuberculosis. Ingresó en el sanatorio madrileño de San Rafael y allí permaneció un año entero. “Parecía que la vida se me había terminado –recuerda Sara-, mis ilusiones como actriz, todo se me caía por el suelo en aquel año. Además, la película fue un gran éxito para Aurora, pero no para mí. Las críticas ni siquiera me nombraron”.


En México, rodó Cárcel de Mujeres, un título en el que Sara tuvo que demostrar su valía como actriz dramática. Lo consiguió plenamente. 

A la conquista de América
Quizá no recibió ninguna crítica, ni positiva ni negativa, pero el público se quedó prendado de su rostro. Pedía a gritos su presencia en las pantallas. Además, en aquella época de desesperación contó con el apoyo de personalidades como el escritor Miguel Mihura, que se convirtió en su Pigmalión. “Yo no era una chica con cultura, ni siquiera tenía los conocimientos suficientes para desenvolverme en el medio que había elegido. Mihura fue el primero en ayudarme intelectualmente. Me aconsejó sobre los libros que debía leer y luego me alentó a viajar a México”. Sara siguió al pie de la letra los consejos del dramaturgo.
En 1950, recibió una invitación del gobierno mexicano con motivo de la celebración de las Fiestas de la Primavera. Aceptó de inmediato. “Mi madre me acompañó. Los mexicanos me trataron muy bien. Primero, me surgieron dos películas y luego muchas más. Recuerdo especialmente Cárcel de mujeres, El enamorado, La furia roja y Piel canela, que fue la que me dio mayor popularidad y la que me abrió las puertas de Hollywood”.
Tras convertirse en la actriz favorita del cine mexicano, Sara decidió dar el gran salto a los Estados Unidos. No le resultó difícil. Allí habían proyectado Piel canela, y público y profesionales del medio quedaron entusiasmados con aquella muchacha de aterciopelados ojos negros.


Una escena de Serenade, con Joan Fontaine y Vincent Price. Sara Montiel, ya estaba a la altura de las grandes estrellas de Hollywood. 

Pareja de Gary Cooper
Al poco de llegar, la United Artist, productora con la que trabajaban actores como Gary Cooper o Burt Lancaster, le ofreció un contrato muy sustancioso. Con ella rodó tres grandes películas: Veracruz, de Robert Aldrich, con los intérpretes antes mencionados; Yuma, bajo la dirección de Sam Fuller y junto a Rod Steiger, y Serenade, de Anthony Mann, con Joan Fontaine y Vincent Price. La experiencia no pudo ser más positiva. “Cuando me llamaron de Hollywood para hacer Veracruz probaron conmigo a otra muchacha. Sin embargo, la rechazaron y me eligieron a mí. Aquella chica se llamaba Shirley MacLaine.” Sara Montiel estaba en la cumbre de su carrera y llena de sueños para el futuro. Alejados los recuerdos de la tuberculosis y del desdén en la crítica de cine española, Sarita volvió a sentirse Cenicienta. Mientras, en España empezaron a oírse rumores del éxito de la actriz en Hollywood. Hubo quienes se mofaron de ellos, pero fueron los menos. En realidad, el público ya la adoraba y pedía su vuelta para permitirle lo que ella deseaba: destacar en su tierra.


Paloma Escario
Efe/Reportajes
Próximo capítulo: Su primer matrimonio: con Anthony Mann


LA FOTO CCCXI


Durante su época norteamericana en una joyería.