sábado, 13 de abril de 2019

NOCHE Y DÍA - Madrid - Barcelona - 9 de Octubre de 1.956


La portada dice así: Sarita Montiel nos contó cosas muy interesantes sobre ella y sobre el cine. Vea en el interior el amplio reportaje que dedicamos a tan sabrosa entrevista con la guapísima actriz, ya famosa en el mundo. 

SARITA MONTIEL
Y EL ÚLTIMO CUPLÉ

SARITA Montiel ha vuelto de Méjico para hacer en España “El último cuplé”. En estos días, precisamente, Sarita estudia el guión y se prueba los trajes que ha de lucir en esta película, que la devuelve, aunque sólo sea por una temporada, a nuestro cine. Después Sarita volverá a su casa de Hollywood, a muchos miles de kilómetros de Madrid. Sarita, que vio la luz en un lugar de la Mancha, con molinos de verdad, es quizá la única estrella española que ha conseguido de verdad triunfar en Norteamérica, donde ha trabajado ya al lado de Gary Cooper, Burt Lancaster y el tenor Mario Lanza.


La mañana madrileña empieza para Sarita cuando ya el sol está “llamando” en los cristales de su balcón. Y no es que a ella no le guste madrugar. Al contrario. Pero es que estos días, mientras se perfila el rodaje de “El último cuplé”, son todavía de descanso. Después vendrá lo otro: el no dormir, el trabajar horas y horas en el Estudio. En fin, la esclavitud del plató. Por eso hay que aprovecharse de estas mañanitas otoñales, tan ricas de dormir, como las de abril, que, según el refrán, son las más dulces… Claro está que cuando Sarita se levanta y despeja el sueño de sus ojos brujos -¿recuerdan ustedes los ojos de Sarita en “Locura de amor”?- comienza a pedir el baño… “Pero cómo, ¿aún no está listo?” Y todo el mundo en la casa anda de cabeza. En Hollywood pasa igual. Sólo que allí Sarita –que es una chica listísima y habla un inglés que para sí lo quisieran muchos americanos- no dice eso. Bueno, lo dice, pero en la lengua de Shakespeare…




Sarita, en Madrid, vive en casa de los Herreros. Una casa llena de cacharritos, de cuadros, de monerías. Sarita va y viene con mucho cuidado, para no romper nada… A ella le divierte mucho ese ambiente. Y, sobre todo, ese letrero que en pleno corredor convierte esa esquina en la calle de Leganitos… “Cuando vuelva a Hollywood –dice Sarita- me llevaré un azulejo así, para hacerme una idea de que tengo a Madrid dentro de casa…”


Cuando Sarita está en casa porque no tiene prueba de vestidos o cócteles por ahí, se entretiene poniendo las últimas novedades de la discoteca de Herreros. A ella le gusta mucho la música moderna, aunque también le agrada la voz de Mario Lanza, con el que ha hecho “Serenata”. (Sarita estaba poniendo un cha-cha-cha cuando le preguntamos si era verdad eso de que por hacer “El último cuplé” ganaba millones… Y ella puso esa cara, como diciendo: “¿Y eso le extraña a usted, amigo?”) En fin, Sarita lee y relee el guión de su próximo film, donde la va a dirigir Orduña. Contra lo que pudiera uno imaginarse, Sarita no renuncia de sus  películas españolas. Ella comprende que algunas no estaban muy bien hechas; pero guarda de casi todas –concretamente, de “Confidencia” y de “Vidas confusas”, ambas dirigidas por Jerónimo Mihura- un buen recuerdo. Ahora con “El último cuplé”, llevando como compañero a Armando Calvo, Sarita va a vivir ante la cámara la historia de una “famosa” finales de siglo…


Fotos de LENDINEZ
Textos de F.N.G.


EL RECORTE CCCXX
Once años después de "El último cuplé", estas eran las impresiones de la diva sobre la repercusión del film. Rodaba entonces "Esa mujer" y la entrevista la concedió a El Alcázar, para su número de 8 de Noviembre de 1.968. 

“EN EL ÉXITO DE ‘EL ÚLTIMO CUPLÉ’ SE CONJUGARON VARIOS FACTORES”
SARA MONTIEL:
ONCE AÑOS EN ÓRBITA

“¿QUE SOY PARA LOS DIRECTORES INDISCIPLINADA COMO ACTRIZ? ¡NADA MÁS LEJOS DE LA VERDAD! LO QUE SUCEDE ES QUE ME GUSTA CAMBIAR IMPRESIONES CON EL DIRECTOR SOBRE MI TRABAJO”

La peripecia
No ha sido fácil conectar con Sara Montiel para llevar a cabo esta entrevista. Repetidos intentos telefónicos arrojaban uno tras otro el mismo resultado negativo: “La señorita está descansando… Ya ha salido… Hoy no viene a almorzar… Está grabando…” Si no me uniese a Sara una buena amistad de hace años, que aleja toda posibilidad de suspicacia, habría creído en una evasión intencionada. Pero no, ahora es mi teléfono el que repica y Sara la que habla:
-Me dicen en casa que has llamado varias veces, ¿qué quieres?
-Charlar contigo, que tengamos una entrevista.
-Llevo estos días un horario muy apretado. Ahora voy al estudio a grabar varias canciones, pero a las seis de la tarde iré al modista a probarme los trajes de la película. Si no te importa acudir allí, charlaremos de lo que quieras entre prueba y prueba.
Y con una puntualidad que para sí quisieran los cronometradores olímpicos me presento con el fotógrafo Segura en casa de los modistas Vargas Ochagavía. Voy a tener tiempo de construir un poco el ritmo de la entrevista. Ochagavía sale a mi encuentro y me advierte: “Sara se retrasará un poco. Nos ha llamado para que aplacemos la prueba hasta las siete y que te lo hagamos saber.”
El deseo de charlar con Sara Montiel está movido, no por nuestra amistad, sino por el intento de hacer desfilar por estas páginas a aquellas figuras del cine español que más ancha popularidad han conquistado. Y, claro está,  Sara no puede faltar a esta cita, porque se da la circunstancia de que lleva nada menos que once años en la difícil órbita del estrellato. Conseguir una explosión de popularidad a través de un film siempre es meritorio, pero puede obedecer a varias causas, ajenas, incluso, a uno mismo. Pero lograr mantenerse en la vigencia del éxito es algo que sólo se consigue por propios merecimientos. No recuerdo en el cine español otra pervivencia en la cumbre de la fama que haya superado los once años de “estrella” de Sara Montiel, más los que todavía puedan quedarle de mandato taquillero. Es cierto que se critica, se discute y se ataca su arte, su valía, su personalidad; pero hasta sus más ruidosos detractores –que los tiene- han de rendirse a la evidencia de este privilegio que Sara Montiel ha logrado en el “escalafón” artístico del cine. Por lo demás, que disguste a unos y entusiasme a otros es natural y lógico y, en todos casos, respetable.

La biografía
No ha sido el caso de Sara Montiel, como el de otros, una explosión triunfal en su debut. Sara empezó con modestia llamándose por su verdadero nombre: Antonia Abad. Así debutó en cine, con un cortísimo papel, en el film de Ladislao Vajda, “Te quiero para mí”. No le gusta el nombre de Antonia Abad y lo cambia por el de María Alejandra, que le parece más sonoro. También éste ha de pasar pronto a la historia y entra en juego el de Sara Montiel, que es con el que hace su primer film de protagonista: “Empezó en boda”, dirigido por Raffaelo Matarazzo y junto a Fernando Fernán Gómez. A partir de este momento, el nombre de Sarita Montiel encabeza algunas películas o milita destacadamente en importantes producciones como “Mariona Rebull”, “Bambú”, “Locura de amor”, “La mies es mucha”, “Pequeñeces” y otras muchas que harían extensa la relación. Decide marchar a Méjico y en seis años rueda quince películas. La suerte no le vuelve la espalda, pero tampoco irrumpe en su vida de forma triunfal. Hace tres películas en Hollywood: “Veracruz”, de Robert Aldrich, con Gary Cooper y Burt Lancaster; “Serenade” (Dos pasiones y un amor), con Mario Lanza y dirigida por Anthony Mann –con quien más tarde se casa- y “Yuma”, de Samuel Fuller, con Rod Steiger. Todo esto ha ido fijando su personalidad; aumenta su prestigio y consolida un quehacer que está a punto de sazón en su coyuntura artística. La atractiva belleza de Sara Montiel no es ya su único aliciente; ahora cuenta también su categoría de actriz. Regresa a España y Juan de Orduña le ofrece el papel estelar de “El último cuplé”. En principio no se había pensado que Sara cantase los cuplés que animan la película, pero la actriz insiste en que puede hacerlo y se somete a una prueba de grabación. Orduña queda contento del resultado y, contra viento y marea –habían claras opiniones adversas-, accede a que sea la propia Sara quien interprete las canciones. Vino el éxito arrollador y la proyección de Sara Montiel al estrellato cinematográfico. Su nombre ya es cotizado en varios países, pero Sara sigue haciendo cine en España. Rueda “La violetera”, “Carmen la de Ronda”, “Mi último tango”, “Pecado de amor”, “La bella Lola”, “La reina del Chantecler”…y, recientemente, “Tuset Street”. Ahora se prepara a rodar “Esa mujer”, dirigida por Mario Camús. Han pasado once años desde el estreno de “El último cuplé”, y Sara Montiel sigue en órbita de popularidad. Este es su mayor mérito.


La entrevista
Sara ha sido puntualísima a esta segunda hora de la cita. Se excusa:
-Intenté llamarte, pero ya había salido. Lo siento…
Viene con un abrigo de visón. Calza medias negras y unas botas hasta la rodilla. Abrigo y vestido minifalderos, sin exageraciones. La cámara de Segura va cumpliendo su labor. Las fotografías se suceden rápidamente porque la prisa está en esos paseos nerviosos de Vargas Ochagavía.
-Si quieres podemos ir charlando mientras me pruebo. Creo que son cinco vestidos –me dice Sara.
La entrevista no es, pues, mano a mano, ni con el reposo de una charla ordenada. Con frecuencia deja en el aire una respuesta para hacer una observación al modista relativa a la prenda que le está probando. Veo que a Sara le gusta intervenir en ello y tiene un criterio fijo sobre lo que quiere.
-¿Eres una cliente con exigencias?
-Puedo asegurarte –me anticipa Ochagavía- que para su vestuario particular es una “malva”, pero cuando se trata de una película su exigencia es algo “plomo”…, pero tolerable.
-A juzgar por los trajes, la película “Esa señora” no es de ambiente actual…
-El tema se sitúa en el año mil ochocientos y pico.
-Dime una cosa, Sara. ¿Qué tanto por ciento te adjudicas en el éxito de “El último cuplé”?
-Los éxitos, creo yo, vienen siempre arropados por una serie de circunstancias, a veces extrañas, que coinciden en lo que podemos llamar oportunidad. Juan de Orduña hizo una gran película, pero no me cabe duda que el propio Orduña hizo antes y ha hecho después películas mejores. Lo mismo me ha sucedido a mí como actriz, pero el éxito vino, arrollador, en aquella ocasión. ¿Por qué…? Yo también lanzo la pregunta. En cuanto a los méritos… si el director es siempre el padre de la criatura cuando se fracasa, justo es también que sea suya esa paternidad cuando se triunfa. Sí, algo me corresponde, creo yo, de aquel éxito, pero no sé en qué medida. Mi acierto mayor estuvo en la forma de cantar; decir la canción y no gritarla.
-Eres la actriz del cine español en la que perdura más tiempo la categoría de “estrella”, pero ninguna otra película tuya ha logrado aquel impacto.
-Ya he dicho antes que ese impacto a que te refieres no tiene siempre fácil explicación. Creo, no obstante, que mis posteriores interpretaciones han gustado también. La taquilla no engaña y los números cantan. Como tú has dicho, la popularidad y el cariño del público siguen junto a mí. Esto es lo que importa y estoy contenta.
-Se dice que eres una actriz exigente e indisciplinada con los directores. Que te gusta discutirles su trabajo…
-Exigente, sí, pero conmigo misma y con todo aquello que a mí me atañe en el trabajo. ¿Qué soy indisciplinada como actriz? ¡No, nada más lejos de la verdad! Lo que sucede es que me gusta cambiar impresiones con el director sobre mi trabajo, exponerle mis ideas y colaborar con él en lo que a mí atañe, pero no discutirle su autoridad.
-Sin embargo, en “Tuset Street”, creo que saliste regañada con el director y hubo que cambiarlo.
-Ese ha sido un suceso que ya tengo olvidado y del que no me gusta hablar, pero ya que indagas sobre él, debo decirte, para aclarar conceptos, que fue la firma productora quien le dijo al señor Grau que lo que interesaba era una película con Sara Montiel y no con la arquitectura y el tipismo de una calle, por muy “graciosa” que ésta fuese. Ahí empezó todo y ese fue el motivo principal que aconsejó –de común acuerdo con el señor Grau- el cambio de director. Por lo demás, repito, es un asunto olvidado y que no deseo remover.
-¿Hablamos un poco del cine moderno?
-No creo exactamente en la definición de cine antiguo o moderno, según lo hagan veteranos o jóvenes, sino en la concreta realidad de cine bueno o malo. Hay películas de directores veteranos que tienen absoluta actualidad y películas de jóvenes realizadores que parecen hechas hace muchos años. Lo que sí hay es una evolución en la técnica narrativa, ajustada a esa propia evolución intelectual que se ha operado en el público. Ahora bien, dentro del nuevo estilo o forma que se ha dado al cine, hay directores que llevan su espíritu revolucionario a extremos de incomprensión para el espectador. A muchos les parece magnífico el cine de Antonioni, y respecto su opinión, pero a mí, Antonioni me cansa. Y esto podría aplicarlo a otros muchos directores que tratan de hacer un cine subterráneo, complejo, confuso.
-¿No crees, entonces, en el cine de minoría?
-Me parece que la llamada película de minorías es aquella que ha fracasado comercialmente. No creo que un director que pretenda hacer cine se conforme, inicialmente, con gustar a ocho espectadores. Su pretensión es gustar ampliamente, pero no lo consigue; luego fracasa.
Confieso que he estado esperando que uno de los alfileres, hábilmente manejados por Ochagavía, cambiase su itinerario y enhebrara, junto al leve tejido, la piel de Sara. Incluso estaba preparado para el grito. Pero no ha habido grito de dolor, ni grito ni estridencia en sus declaraciones.

Pío G. V.
Fotos Segura


LA FOTO CCCXX


La diva con Armando Calvo en una famosísima escena de "El último cuplé".