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La preciosa actriz del cine hispano Sarita Montiel luce esplendorosa en una de sus última películas.
SARA MONTIEL
La hermosa estrella de voz dulce, es uno de los
pilares más fuertes en que descansa el Cine Español.
En su larga
carrera en el cine ha protagonizado más de treinta películas. Sin embargo su
éxito empezó realmente cuando volvió a España después de haber trabajado para
el cine mexicano y para Hollywood en muchas cintas. “El último cuplé”, que
filmó en 1957 con Armando Calvo y bajo la dirección de Juan de Orduña, fue la
película que marcó el inicio de la etapa brillante de su carrera. A partir de
entonces sus triunfos se han eslabonado en forma consecutiva y asombrosa. Los
temas de sus filmes varían muy poco. Pero lo esencial en ellos es la voz y el
rostro de Sarita. Además canta precisamente las canciones que el público desea
oír y que en su voz adquieren un encanto especial, sobre todo las melodías de
antaño. Se podría afirmar que Sarita Montiel es el prototipo de la mujer de
principios de siglo. El atuendo de esos tiempos realza su belleza en mayor
grado que la moda moderna. El mérito de los productores españoles es haber
descubierto en ella esa personalidad y ubicar la mayor parte de sus cintas en
esa época.
Sara Montiel,
como casi todas las grandes estrellas, tuvo un origen humilde. Sus padres
fueron modestos labradores, gente de campo sencilla y honesta. Sara nació en
Campo de Criptana, un pueblecillo de La Mancha. Allí vivió cuando aún se
llamaba María Antonia Fernández Abad.
Campo de
Criptana queda lejos en el recuerdo. También se han desvanecido los sueños de
María Antonia en los viñedos de La Mancha. En ese entonces soñaba en la gloria,
en la fama. Pero sólo soñaba. Nadie imaginaba ver en aquella chiquilla a la
estrella más popular y de mayor personalidad del cine español.
MAURICE RONET, galán de la guapa actriz española, en una escena de su más reciente película: "Bésame". Han formado pareja en dos anteriores: "Mi último tango" y "Carmen la de Ronda".
Pero un hombre
tuvo fe en ella: Enrique Herreros. Fue una corazonada. Enrique Herreros
preparaba la filmación de “Comenzó la Boda” y le dio la oportunidad. Él mismo
fue quien le cambió el nombre. Sara le pareció más interesante que María
Antonia. En cuanto Montiel, es un homenaje a los campos de su patria chica.
Tuvo que luchar
duro en sus comienzos. Pasó varios años con más ilusiones que trabajo. Le
ofrecían papeles en los que no tenía oportunidad de lucimiento. Todo eran
promesas. Sara empezó a desmoralizarse y se sintió tentada a olvidar sus sueños
de gloria.
Pero un día
conoció a Juan de Orduña. No sabía que ese hombre haría cambiar su destino. Era
el año de 1040, y Orduña iba a iniciar la película “Locura de Amor”. Tuvo fe en
aquella jovencita de grandes ojos y sonrisa contagiosa, encomendándole un papel
estelar. Era una cinta que habría de ayudarla mucho.
La cinta se
convirtió no sólo en el primer gran paso en la carrera de Sarita, sino un gran
paso del cine español. “Locura de Amor” es considerada una cinta clásica de la
cinematografía de su país.
Sara filmó otras
películas más, pero no obtuvieron ni remotamente el éxito de “Locura de Amor”.
Decidió entonces abandonar España. Marchó a América en busca de más amplios
horizontes. No le importaba empezar de nuevo.
EL MÉRITO de los productores españoles es haber descubierto en ella esa personalidad: la mujer de principios de siglo.
Llegó a México y
su belleza atrajo la atención de los productores. Fue elegida “Reina de la
Primavera”. Inmediatamente después trabajó al lado del entonces primer galán
mexicano Arturo de Córdova, en “Furia Roja”. Enseguida la contrataron para dos
películas más: “Ahí viene Martín Corona” y “El Enamorado”, ambas con Pedro
Infante. En esa época, Pedro se había colocado como el charro-cantante más
querido del público. Ambos formaron una pareja que llenó de oro las taquillas.
Sin embargo, Sara Montiel no había logrado colocarse como primerísima figura.
Era una artista conocida, popular y admirada por el público, pero nada más. No
había logrado escalar el lugar de los consagrados.
Hollywood,
adivinando en ella los perfiles de una gran estrella, la contrató para filmar
al lado de dos figuras internacionales: Burt Lancaster y Gary Cooper. Fue una
prueba difícil para ella, pero salió airosa. “Veracruz” logró el éxito que sus
productores esperaban. A raíz de ello, Sara fue conocida en muchos países.
Después intervino en “Serenata” y en “El vuelo de la Flecha”. Eran los años de
1955-56. En “Serenata” la dirigió Anthony Mann, con quien contrajo matrimonio
dos años más tarde (1957). Entonces regresó a España. Pero más que actriz
española era un producto de Hollywood. Y no fueron pocos los que pensaron que
Sarita Montiel no tenía nada que hacer en el cine español.
Pero el regreso
a su país no pudo traerle mejores consecuencias. Juan de Orduña pensó
rápidamente en ella para “El último cuplé”. Orduña sabía que Sara cantaba y
quería explotar esa faceta en la que ningún productor había reparado. Ante el
escepticismo de todos, Sara grabó las canciones de la película. “La verdad es
que todos pensábamos que Juan de Orduña estaba loco y se exponía al ridículo al
hacer cantar a Sara Montiel”, dice un técnico que presenció el rodaje.
Pero se produjo
el milagro. Un milagro que sólo Orduña esperaba. Sara causó impacto. Todos
coincidían en que su voz era distinta, con un matiz nuevo, cálido, sensual.
El día que se
estrenó en Madrid “El último cuplé”, el éxito no tuvo precedentes. Había
llegado por fin el triunfo definitivo para aquella joven que tan ansiosamente
lo había buscado. Nadie le discutía ya su primacía. Sara era la primera figura
femenina del cine español. La mejor. Su cinta se eternizaba en las carteleras.
El público le rendía el más grande homenaje a que puede aspirar una estrella. Y
el Círculo de Bellas Artes le otorgó la Medalla de Oro como la actriz más
destacada de ese año (1957).
Esa cinta había
de ser el principio de una serie de éxitos impresionantes en los que ella jamás
había soñado.
SARA MONTIEL y Reginald Kernan, uno de sus galanes en "Pecado de Amor", que como todas sus cintas anteriores, obtuvo un gran éxito.
“La Violetera”
volvió a conmocionar a sus admiradores. Durante año y medio un cine madrileño
(El Rialto) exhibió consecutivamente ambas películas.
En 1959 se
apuntó otro triunfo con “Carmen la de Ronda”. Aunque, si hay que ser sinceros,
no era igual a los anteriores. Sin embargo, en esa ocasión le fue entregado “El
Disco de Oro” por los récords de venta de los discos de sus canciones.
En 1960 Luís
César Amadori –que ya entonces se había convertido en su director de cabecera-,
la dirigió en “Mi último tango”. Con el mismo director filmó el año siguiente
“Pecado de Amor”. Ambas producciones fueron las más costosas realizadas hasta
entonces por el cine español. Jamás productor alguno se había aventurado a
invertir veinte millones de pesetas en un filme. Sin embargo, el nombre de Sara
Montiel fue garantía suficiente para que los productores se embarcaran en tal
aventura con la seguridad de ver duplicado lo invertido.
En 1962 Sara
filmó dos películas: “La Bella Lola” y “La Reina del Chantecler”. Su última
cinta “Bésame” (1963) se estrenará pronto. El público la espera con
impaciencia. Sus admiradores se han multiplicado y seguirán aumentando mientras
su belleza y su arte permanezcan a la altura que ha sabido alcanzar. Muchos
triunfos le esperan aún. Porque Sarita Montiel, aquella chiquilla que soñaba
con la gloria, la ha alcanzado convirtiéndose en la estrella más deslumbrante
de la cinematografía española.
EL RECORTE CCCXXXVI
Aquí una breve nota de la revista Lecturas, 1.964, donde se apunta la repercusión de "Noches de Casablanca" .
Ha obtenido un gran
éxito en el pabellón español de la Feria de Nueva York la película de Sara
Montiel “Noches de Casablanca”. Todas las mujeres imitan la forma de peinarse,
se arreglarse y el gesto de Sarita.
LA FOTO CCCXXXVI
Una escena de "Noches de Casablanca". En México "Bésame".
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