SARITA
AHORA UNA MUÑECA
Texto de HORACIO A. FRASCA
Fotos de EDUARDO COLOMBO Y HORACIO A. FRASCA
SARITA Montiel
llegó a Buenos Aires en alas de la fama. Dos de sus recientes creaciones: “El
último cuplé” y “La Violetera”, aún estaban en cartel en los cines porteños y
éstos no quisieron perder la oportunidad de ver, en persona, a la graciosa
actriz española que llegaba para actuar durante algunos días es escenarios
porteños. Pero no sólo iba a actuar; ella iba casi a desafiar a los nativos
intérpretes del tango criollo en su propio terreno. Sarita se presentaba ante
el público argentino para interpretar canciones españolas y tangos. Esto, para
ella, no suponía una necesidad, era más bien un acto de desprendida gratitud a
quienes tanto la habían aclamado a través de sus películas. La belleza y gracia
de la “castiza madrileña de 1920” y los viejos cuplés, tan magistralmente
arrancados por ella de la garganta de la Raquel Meller, le abrieron de par en
par a Sarita Montiel los corazones del pueblo argentino. Y el recibimiento que
le hicieron no fue el que generalmente es brindado a una celebridad; a Sarita,
los argentinos la recibieron con un cariño especial, con la inmensa alegría de
ver entre ellos a tan maravillosa criatura, a esa hermosa mujer que, a pesar de
ser belleza madura y hasta provocativa, atrae más por su simpatía y donaire,
tan hispanos y tan queridos en este Nuevo Mundo, que ahora la aplaude.
Como prueba
elocuente de ello, queda el hecho sin precedente en la historia de una
“cupletista”, artista y famosa, de que esos mismos argentinos hayan querido
afianzar más la perdurabilidad del paso por las pantallas, salas y calles
porteñas, de la triste y querida “Violetera de Madrid”, reflejando su imagen en
las líneas puras e infantiles de una sutil muñeca. Y Sarita posó ante el
escultor que tuvo el honor de modelar en barro su fisonomía. A la vez que
homenaje, era el mejor recuerdo que los argentinos podían guardar de la
criatura querida que breve tiempo después se marcharía hacia un lugar de la
Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme…
Sarita cumplió,
como siempre cumple: cantando y agradando con su simpatía y con su arte. Y
estableció nuevos records de taquilla. Los tangos fluyeron de su garganta con
la misma facilidad con que entona sus aterciopelados cuplés; y los ocho días
que estuvo en Buenos Aires se convirtieron en ochocientas manifestaciones de
simpatía. Las cámaras de la TV argentina la enfocaron para introducir su figura
y su éxito en los hogares porteños. Hasta que tuvo que partir. Y Sarita partió,
pero los argentinos retuvieron con ellos algo que les servirá para tener si no
a Sarita en persona, por lo menos a su imagen: ellos la podrán admirar
permanentemente en la figura diminuta y graciosa de una muñeca, de una
perfumada “Violetera”.
EL RECORTE CCCLXI
La trascendencia de Sara Montiel desde "El último cuplé" siempre se nos escapará. En cualquier caso desde entonces su presencia siempre estuvo rodeada de expectación y multitudes. Sus giras por los países latinoamericanos y Estados Unidos fueron memorables. Prueba de ello es este recorte de la revista Pronto de 1975.
ENTREVISTA EXCLUSIVA
SARA MONTIEL
*“NO ME DEJARON SALIR DE MÉJICO”
*VOLVIÓ CON UNA GRIPE PESCADA EN PARÍS
-Cuando
estoy fuera de mi país no hablo de política. Soy una artista, no una
embajadora.
Con estas
palabras se sacó de encima a los informadores mexicanos que fueron tras ella.
La respuesta de Sara fue igual para todos. Y tampoco era nueva ya que semanas
antes, en Nueva York, manifestó algo parecido cuando intentaron ver un
trasfondo político en el hecho de que lanzase claveles rojos al interpretar “La
violetera”. Allí puntualizó claramente:
-Lanzo
claveles, de todos los colores porque no es época de violetas. Hace muchos años
que recurro a los claveles. Mi gesto no tiene que ver con el abril portugués,
aunque algunos quieren ver más allá de lo que hay.
En Méjico le
cogió de plano el gesto de Echevarría. Sara abarrotaba El Patio y le pidieron
que se definiera. Ella únicamente respondió lo ya sabido: “Siento la misma tristeza que el Papa.”
-¿Y qué hiciste
con la prensa?
-Mantener
mi postura apolítica.
-Pero seguiste
en el país…
-A
la fuerza. Cuando llegas a una nación extranjera, el empresario se queda con el
visado. Es algo muy corriente para evitar incumplimiento de contratos. Al
conocer las palabras del presidente, intenté abandonar México. No me dejaron.
“Las entradas están vendidas para los ocho días y causaría un grave perjuicio”
Dije que bien, que lo entendía, que cumpliría el contrato… siempre que no se
metieran con España. Y así lo hice. El público se portó de maravilla. Y es que
los mexicanos no entienden la pataleta de su presidente. Acabé de actuar a las
dos de la mañana y a las once estaba en el aeropuerto. Dejé México tan pronto
me lo permitieron. Estaba deseando volver a España. Aunque conozco bien aquel
país –viví cinco años en 1950-, llegaron a intranquilizarme. Los periódicos
hablaban de otra guerra civil, de que había barricadas en la Gran Vía, de que
Barcelona estaba en poder de los militares. Volé de México a París. Allí me
puse al corriente. Porque desde México tampoco podíamos telefonear. Estuve
incomunicada todos esos días. Aunque me ofrecieron prorrogar la actuación diez
días y una gira por Monterrey, Tijuana y Acapulco, dije que “nanay”. Pero si
estaba deseando marchar…
A cada cual lo
suyo. Sara no tiene pelos en la lengua y lo dice todo.
-Del
público sólo puedo contar maravillas. Se portó con una corrección
extraordinaria. Comprendía mi postura. La prensa iba por mí. Cumplían con su
obligación. Ya ves, el comportamiento de Echevarría ha echado por tierra –o al
menos pospuesto- un proyecto en el que trabajábamos hace un par de años. En
México estudiábamos una co-producción hispano-mexicano-venezolana para hacer
“Doña Bárbara”. México aportaba el capital y los cámaras, España a Sara Montiel
y Venezuela los escenarios. Claro que no ha sido el único proyecto fallido.
Allí también estaba Eduardo Fajardo que, en nombre del Sindicato del
Espectáculo, trabajaba en un proyecto conjunto para un filme sobre la conquista
de Hernán Cortés.
La experiencia
mexicana son gajes del oficio. Pruebas necesarias en una figura como la
Montiel. Ya está en Mallorca. Allí se repone de una gripe pescada en París:
-Como
llevaba dos meses fuera de España y trabajando en países cálidos, sólo llevaba
rompa de verano. Al llegar a París estaban a cinco grados. Tuve que comprarme
varias cosas. Pero no pude escaparme de la gripe. He tenido una otitis
tremenda.
Regresa
satisfecha, con sus laureles reverdecidos. Ella no esperaba recibimientos y
homenajes como los protagonizados en Nueva York y Miami.
-Tras
la Llave de Nueva York, me ofrecieron la de Miami. Además, me nombraron
“Ciudadana Adoptiva”, en un acto al que asistieron Blanquita Amaro y Shelly
Winters. Shelly acababa de actuar en el teatro donde debuté. Somos muy amigas
de cuando yo estaba casada con Tony Mann. La experiencia de Miami ha sido
inolvidable.
Ahora le toca
descansar hasta que, el 28, reanude sus contaros americanos.
-Los
aplacé para tomar conciencia de lo que pasaba en mi patria. Aún me queda hacer
Brasil, Puerto Rico, Santo Domingo y Los Ángeles.
Jesús MARIÑAS
LA FOTO CCCLXI
No hay comentarios:
Publicar un comentario