sábado, 20 de julio de 2024

MAÑANA - 18 de mayo de 1968 - México


SARA MONTIEL

¿UNA ACTRIZ EN DECADENCIA?

¿Cuáles son sus defectos, cuáles sus debilidades, cómo en su vida privada? La “Manchega” habla a MAÑANA.


En el cuarto de siglo que lleva actuando ante los públicos de todo el mundo, Sara Montiel ha logrado alcanzar una categoría poco común.

En esos veinticinco años, la popularidad  de Sara ha traspasado las fronteras, y su belleza –todavía lozana- conquista aún admiradores.

A pesar de que esa categoría le ha dado fama y dinero, Sara está inconforme. Tras su hermoso rostro y sus ojos expresivos, esconde un deseo, una esperanza: seguir en la brecha, como ella misma dice.

Admirada y aplaudida, también ha sido blanco de críticas acerbas y de ataques fundados o infundados. Lo cierto es que sigue incólume y cabalga aún en el grupo de los célebres con más vigor que en los tiempos en que fue una de las artistas más hermosas de Europa y mejor pagadas del cine de América Latina.

¿Cuáles son sus defectos?, ¿cuáles sus debilidades?, ¿cómo es su vida privada?, ¿qué es lo que anhela?, ¿qué es lo que piensa de sí misma?

Sara es diferente a la “Sara Montiel” que muchos se han formado en su mente, y a la vez, es diferente a la María Antonia Abad que en 1933 vio la primera luz en La Mancha, tierra de El Quijote.

Fue el propósito de conocer mejor a la auténtica Sara Montiel el que nos hizo concertar una entrevista con ella durante un intermedio del show que hace en el centro nocturno El Patio.


Canta desde que tenía diez años.

Cuando la vimos salir rumbo al escenario para presentarse ante el público, iba demasiado nerviosa. Se le notaba en su rostro afligido y en sus manos que temblaban como si fuesen las de un niño que se ha espantado por algo.

Le comentamos eso y ella respondió:

-El artista que no se pone nervioso no es artista. El artista tiene que tener inquietudes y creo que esas inquietudes son los nervios.

-Yo al público le tengo miedo. Porque tengo sentido de la responsabilidad. Ahora, si saliera yo a cantar sin haberme preparado antes, le tendría poco respeto a la gente que viene a ver el show. La cosa es cantar bien y no salir a atropellar las notas musicales.

-Psicológicamente ¿cómo podría definirse?

Balbucea…

-Bueno, eso es muy difícil. Sólo puedo decirle que entre la María Antonia Abad que bautizaron hace treinta y cinco años y la Sara Montiel que tiene usted enfrente, hay mucha diferencia.

-María Antonia es una mujer sencilla, amable, sentimental (como que es de Piscis,) con un alto sentido de la justicia y la sabiduría, más rica en virtudes, muy mona, más humana. Sara es muy diferente, es solamente un personaje menos humano que María Antonia.

Luego dice que Sara Montiel asusta a esa María Antonia un tanto tímida y con muchos defectos.

-Creo que la única relación que hay entre María Antonia y Sara Montiel es el físico. Fuera de eso ninguna más.

-¿Cuáles son sus defectos?

Lanza una mirada de sorpresa-admiración, inclina la cabeza un poco y piensa por algunos segundos.

-Bueno… mi defecto principal es creer en el amor.

¡Cómo, esta mujer que ha sido amada por varios hombres y que se dice muy sentimental tiene como defecto creer en el amor!, pensamos.

-Sí. Yo sin amor no vivo, y digo que es un defecto porque –hijo mío- se lleva uno en esta vida cada decepción que una se queda traumatizada. Yo he tenido muchas decepciones, pero no importa, yo sigo en la brecha.


Tengo 35 aunque digan que tengo 99.

-¿Usted cree que se ama una o más veces?

Y suelta la respuesta rápidamente anteponiéndole una admiración:

-¡Hijo mío!, se ama varias veces, se ama toda la vida. No seríamos humanos si no lo hiciéramos, seríamos… seríamos… seríamos como somos.

Calla como arrepintiéndose de su respuesta contradictoria y nos mira a la cara. No se decide a rectificar.

Dijo que tenía varias debilidades y una de ellas es el hombre.

-¿Cómo definiría al hombre?

-Pues como un hombre muy hombre… como dijo Unamuno, todo un hombre.

-¿Y ese todo un hombre cómo debe ser para usted?

Balbucea nuevamente.

-Todo un hombre es un hombre bueno, inteligente, sabio y con algunos defectos.

En el rostro no se le notan arrugas ni tiene huellas de las plastas de maquillaje que muchas otras, para ocultar el paso del tiempo, se untan para aparecer jóvenes.

-¿Cuántos años lleva actuando?

-Empecé a la edad de 10 años, tengo 35 de edad aunque la gente crea que tengo 90. Hay algunas artistas que me ganan en edad… y en hijos. Por ejemplo, ahí tiene a la Sofía Loren que tiene 36 años y a la Taylor 37.

-¿Tiene hijos?

(Está casada con un español de nombre José Vicente Ramírez Peláez, que el licenciado y economista).

-No.

-¿Le gustaría tenerlos?

-Sí.

-¿Tendrá?

-Espero que sí.

Y suelta una carcajada.

-¿Cuánto gana usted por actuación?

Se nos queda mirando, piensa un poco, voltea para sonreír al fotógrafo que va a imprimirle una placa, y responde:

-No sé cuánto. Yo sólo me preocupo de las canciones.

-¿Estudió canto alguna vez?

-Nunca.

-¿Heredó la vocación artística?

-En mi familia, como se dice en España, yo fui la única “gargantona”.

-¿A qué edad empezó a cantar?

-A los cinco años, cuando canté para un grupo de señores una canción que se llama… que se llama… que se llama La Nana.

-¿Su primera actuación en cine?

-Cuando tenía 11 años, en una película en donde la hacía yo de colegiala.

-¿Qué películas suyas le han gustado más?

-Ninguna. Claro, hay secuencias que hice bien.

-¿No tiene preferencia por ninguna?

-Bueno sí. Por La Violetera y El último cuplé.

-¿Cuántas películas hizo aquí en México?

-En México radiqué en los años cincuentas y tuve oportunidad de hacer varias. Después emigré a los Estados Unidos y filmé algunas que por cierto no me gustaron.

-Aquí en México filmé con Pedro Infante, que en paz descanse, y con Agustín Lara.

Añade:

-De México guardo un cariñoso recuerdo, poque en mi vida artística sus gentes desempeñan un papel muy importante.

¿Por qué entonces no había venido? Se decía que tenía problemas migratorios y que los empresarios ya no se fijaban en ella porque no había cumplido con contratos firmados. En suma, porque –dicen- era irresponsable.

-No había venido porque los empresarios y yo no nos poníamos de acuerdo. Ellos me daban una fecha que les parecía buena, pero para mí era mala. Yo les daba otra y no se ponían de acuerdo. Hasta que por fin… y aquí me tienen.


¿Principal defecto? Creer en el amor.

La acompañan el compositor español Solano, su representante en América Latina Claudio González, y una señora de nombre Inés Gómez Duque que le sirve de maquillista y que lo mismo es su secretaria que su enfermera.

Actuará en el centro nocturno alrededor de dos semanas y después viajará a la provincia para presentarse personalmente en teatros.

-Mucha gente que me quiere y que es de provincia no puede venir a México por muchos motivos, por eso yo voy a ellas.

-¿Cómo es su carácter?

-Muy sentimental. Me da por llorar mucho…

-Eso quiere decir que no es feliz.

-Bueno… sí lo soy o al menos trato de que la gente que me rodea lo sea. Lloro porque las penas deben desahogarse pero también llorar es perder el tiempo y no, eso no lleva a nada.

-¿Cómo fue su infancia?

-Triste y alegre al mismo tiempo.

-¿Por qué?

-Triste porque cuando yo tenía la edad de 12 años murió mi padre, y alegre porque era yo libre en aquel pedazo de tierra que teníamos y en donde yo podía correr, hacer travesuras, reír sin que nadie me dijera nada, y hacer lo que se me antojara.

-¿Económicamente?

-Pobres… bueno, no pobres porque mi padre mi padre labraba la tierra y siempre nos daba de comer y con eso éramos felices.

-¿Se considera bella?

-Eso que lo digan los que me conocen, pero de todos modos, me planto ante el espejo para delinearme muy bien los jojos, maquillarme la boca y ponerme estas pestañas postizas.

-Muchos dicen que usted es muy vanidosa.

-Eso es falso, aunque viéndolo bien la vanidad es muy mona.

-¿Le gustan los halagos?

-Es lógico que a las mujeres le gusten los halagos.

-¿Qué clase de mujer es usted?

-Una mujer muy sencilla que odia a las que nacen vanidosas.

-¿Qué opina sobre lo que dicen, que usted ya en decadencia?

-Yo canto como siempre he cantado, con la misma calidad. Aunque le voy a aclarar que de pequeña cantaba mejor.

-¿Qué cosas le gustan más en esta vida?

-El sol… la gente… los hombres.

-¿Qué clase de papeles le gustan más?

-Los dramáticos y algunos cómicos.

Sara sonríe a cada contestación, veía constantemente la grabadora, volteaba hacia el fotógrafo y permanecía con las piernas cruzadas. La minifalda le subía unos veinte centímetros arriba de la pantorrilla.

-¿Piensa filmar en México?

-Mi deseo es ese, pero quisiera que fuera una película que, como dicen aquí, tuviera gran impacto. Que fuera un trancazo, un verdadero trancazo.

-¿En dónde radica?

-En todo el mundo.

-Mi pregunta no es ésa. Quiero decir en dónde está su casa.

-En la Plaza de España número 11, Madrid. Su casa.

-Por último señora, ¿cuándo piensa dejar de actuar?

-Hasta cuando me muera. Mi meta no está definida. Por ejemplo, ahí tenemos a Picasso con 85 años y sigue dando batalla y yo soy más guapa que él. ¿O lo dudan?

Sara Montiel es así, así reacciona, así responde, así piensa, es su vida, así lo ha sido.

¿Realmente es una actriz que va en “picada”?



EL RECORTE CCCLXIII

¿Por qué desde que se fuera a Hollywood nunca más regresó a México hasta el 68? Eso ella lo sabría. La cosa es que el público mexicano pudo verla por última vez en 1997. Aquí una crónica del Heraldo de México, 19 de octubre de 1997, de lo que fue su presentación en el Teatro Alameda. 


Sara Montiel

cumple el compromiso de su leyenda como eterna seductora

Por Mauricio Peña


A Sara Montiel le dijeron antes de viajar de Madrid a México, que las dos presentaciones que habría de realizar en su nueva visita a nuestro país, ya estaban con boletaje vendido, porque el público tenía gran curiosidad por verla, y ella respondió quizá con ese tono sensualón, que tiene para cantar los cuplés: “¡Uhm, sí! A mí sólo me gusta actuar en funciones que ya están llenas”.

Así comenzó su reencuentro con México, “que llevo siempre en el corazón”, y con el público que la hemos seguido desde siempre en el cine y escuchando sus discos.

Está-bamos allí, sentados frente al escenario del Teatro Alameda, para admirar a una leyenda viva, Saritísima, la Sara Nacional, S.M. Montiel (Su majes-tad…), y dispuestos a gozar hasta la última gota de ese brebaje que sólo las diosas del escenario pueden escanciar.

“Para ustedes los mexicanos siempre seré Sarita”, nos dice al aparecer con un abrigo de armiño de gran fantasía y un turbante de pedrería que una dama dignificada tal vez se atrevería a portar cualquier día de la semana, para que todos se desmayaran en su oficina. Sara Montiel es fiel a su mito, y no puede menos que hacer una aparición apabullante caminando en forma sensual, ¡aunque tenga 70 años!, “lo escucharon ustedes muy bien: siete cero”, confiesa su edad, sin reticen-cias.

En el primer bloque de sus canciones, se incluyen algunas de sus películas más famosas, y ella picarescamente salpica con un poco de anécdotas que rodean la magia del cine, que ha ejercido desde aquel debut suyo en el cine español, en “Locura de amor”, con Aurora Bautista y Fernando Rey, y en las comedias escapistas del franquismo como “El vuelo del Clipper”, y perfeccionado posteriormente en las cintas mexicanas y hollywoodenses.

La artista está arropada con un vestuario de altura de su fama, trajes rojos como llamaradas o elegante terciopelo negro, pero también se viste con sus canciones más famosas y con la sensualidad desbordante de alquien que más que cantar, platica las canciones, con un dejo de erotismo sugerente, que no ha dejado de tener impacto por lo menos en cuarenta años, cuando se elevó a la categoría de mito, gracias a “El último cuplé”.


Sara Montiel se hace acompañar por un físico culturista en el momento de una de sus interpretaciones de canciones sugerentes de su repertorio. (Foto de Carlos Báez)

Como lo hacen las grandes vedetes, Sara Montiel no puede evitar en determinado momento de su espectáculo, el contacto cercano con el público masculino.

Así veíamos que lo hacía María Conesa, aunque ya fuera una anciana, bajaba del escenario con unas tijeras en la mano, ¡a cortar corbatas!, “para que vayas y le digas a tu mujer lo que te ha hecho la Conesa!”

La Montiel ejercita otro tipo de agresividad sexual, y se sienta en las piernas de algunos de sus admiradores, cuando se pasea micrófono en mano entre la butaquería.

Canta “¡Echa… té!”, que cuenta la historia interminable de una camarera que aparte de servir el té, atiende a los caballeros de los salones secretos.

El momento culminante llega cuando Sara Montiel canta acompañada de un mariachi.

Los temas elegidos no son muy folclóricos: “Mil besos”, “Perfidia”, pero igualmente se los aplaudimos, y cierra su actuación con “Tu nombre era México”, una canción que ella misma compuso al calor de ese recuerdo perenne de nuestra tierra.



LA FOTO CCCLXIII 


Como siempre, rodeada de fans y firmando autógrafos durante su estancia mexicana de 1968.

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