SARA MONTIEL
CANTÓ EN UNA SALA DE FIESTAS
Y repartió claveles y besos con “La violetera”
Ayer, Sara
Montiel cantó por vez primera en una sala de fiestas. La polifacética actriz,
que campeó en el cine por más de quince años, que recorrió el mundo con el
sensual decir de sus cuplés, que, todavía, no hace mucho, se presentó en
público, en directo, con un espectáculo arrevistado, ha querido completar su
amplia y triunfal carrera, y fue en Pavillón donde, rodeada de sus
incondicionales “fans” –porque Sara ha sido probablemente la cantante española
con más seguidores- repartió claveles, porque no había violetas, y nos hizo
evocar otra vez los cuplés que se nos quedaron dentro, porque ella los
desenterró hace algo así como catorce años: “La violetera”, y “El relicario”, y
“Nena”, y “Fumando espero”, y el “Ven y ven” y hasta el “Es mi hombre” y sambas
que se quedaron de sus viajes por tierras brasileñas. Y el público, su público,
la volvió a aplaudir con entusiasmo y nostalgia, porque Sara, con sus cuplés, a
todos nos dice algo.
(Fotos Miguel GARROTE)
EL RECORTE CCCLXIV
En 1969, la diva encontró un nuevo filón que le permitiría explotar su leyenda y estar en el candelero hasta el fin de sus días: sus espectáculos. El primero fue "Sara Montiel en persona" que, como siempre, causó mucha expectación en público y prensa. Un ejemplo es esta entrevista que, por la ocasión, concedía a la revista Semana en uno de sus números de diciembre de 1969.
SARA MONTIEL
EN PERSONA
Un espectáculo que va a presentar en
Madrid y luego en provincias
*“LAS JOYAS QUE LUZCO ESTÁN ASEGURADAS EN CUARENTA Y
CINCO MILLONES DE PESETAS Y EL VESTUARIO VALE CUATRO”
*“EL PÚBLICO PODRÁ VERME CARA A CARA, SIN TRAMPA,
PARA QUE JUZGUE MI EDAD (37 años) Y MI PESO (57 kilos)”
*“SI TUVIERA UN HIJO, QUE DESEO, LLENARÍA EL HUECO QUE
HA DEJADO MI MADRE”
Varios años
acariciando la idea de presentarse en Madrid con sus canciones y, al fin, va a
conseguirlo Sara Montiel, doce días antes de que se esfume 1969, en el
madrileño teatro de la Zarzuela. El espectáculo se titula explícitamente “Sara
Montiel en persona”.
Sara Montiel ha
sido la actriz cinematográfica española más espectacular de la última década.
Se le ha acusado de fomentar un cine infradesarrollado, populachero y de fácil
consumo, y ella, que no rebate estos términos, aunque le fastidie toda etiqueta
que lleve un signo peyorativo, dice simplemente que “le admiran doscientos
millones de personas que han visto sus películas”. En Europa, ciertamente,
saben de Sara Montiel y en los países del otro lado del “telón de acero”
también. En Oriente Medio conocen muy bien a nuestra protagonista. En el fondo,
hay una razón poderosísima para jactarse.
Presume de
guapa, de joven y de sincera. Viste bien, en escena y en la calle. Y, para
colmo, en su espectáculo exhibe una veintena de trajes costosísimos, algunos de
los cuales pueden conocerlos nuestros lectores, por especial deferencia de la
estrella, que ha accedido a posar con ellos antes de que se levante el telón.
MILLONES EN JOYAS Y VESTIDOS
La tarde es
velazqueña y se capta muy bien desde el décimo piso de un edificio de la plaza
de España, de Madrid, donde vive Sara Montiel y donde vivía también su madre,
para la que la actriz tiene, en cada momento de la conversación, un emocionado
recuerdo.
-¿Cuántos
vestidos, Sara, presenta en su espectáculo?
-Veintiún
modelos, de Vargas Ochagavía, Maribel y Christian Dior.
-Los que
convertidos en millones, ¿suponen…?
-Cuatro
millones, más o menos. El más barato vale ciento veintidós mil pesetas.
El guardarropa
de Sara Montiel, en esta ocasión, se compone indistintamente de trajes de noche
y conjuntos minifalda. Predomina el color negro y, entre todos los vestidos,
uno con lentejuelas, confeccionado con materiales traídos expresamente de
Checoslovaquia, destaca poderosamente, y el fucsia espléndido, en forma de
túnica, firmado por la casa Dior.
-¿Pasarán estos
vestidos a su colección particular?
-No,
porque cuando terminen todas las actuaciones, estarán poco menos que
inservibles, de tanto ponérmelos y quitármelos.
-Indaguemos en
el capítulo de las joyas.
-Toma
nota: voy a asegurar las joyas en cuarenta y cinco millones de pesetas. Al
principio, hemos tenido dificultades en encontrar una casa de seguros que se
hiciera cargo. Alegaban que en un camarín es fácil que llegue a extraviarse
cualquier pieza. Finalmente, hemos resuelto este apartado.
UN “SHOW” CON CANCIONES POPULARES
La casa de Sara
Montiel parece la de un coleccionista de recuerdos. En cierto modo, la
podríamos comparar con un caro refugio de Ramón Gómez de la Serna. Una
botillería de Pombo, pero con millones. Tiene un Clavijo, un Modigliani, creo
que también un Goya y un magnífico paisaje matritense de Eduardo Vicente. Lacas
y porcelanas chinas, un busto de rico mármol, cachivaches de plata… Y, todo
esto, ganado a pulso, porque Sara recuerda:
-Yo
he pasado lo mío, ¿sabes? En diciembre de 1944 murió mi padre y tuvimos que
vender nuestra casa de Campo de Criptana para pagar los gastos del entierro.
Nos pusimos a trabajar mi madre, mi hermana Ángeles y yo. A mí me pagaban
quince pesetas diarias. Cuando contaba trece años, en 1945, hice un papelito en
“Empezó en boda”, por el que me dieron siete mil pesetas. Ya ves si ha llovido
desde entonces…
En efecto, ha
llovido y mucho. El espectáculo “Sara Montiel en persona” supone, entre
vestuario, joyas y gastos en el montaje, sesenta millones de pesetas.
-¿De qué se
compone el programa?
-Es
un “show”. Un “show” de canciones como el que he ofrecido en Rumanía,
Checoslovaquia, Japón, Puerto Rico y Santo Domingo. Canciones que ya conoce la
gente, popularizadas en mis últimas películas y otras más modernas, de las que
canta Armando Manzanero. Después de presentarme en Madrid, iremos a otras
provincias españolas.
-¿Su mayor
sorpresa, Sara?
-Que
salgo con poca ropa en escena. El público podrá juzgar si tengo arrugas, si
estoy gorda como dicen… En fin, me verán cara a cara. No habrá trampa.
-¿Tiene miedo?
-¿Yo,
miedo?
-Se habla de sus
años, Sara…
-¡Hijo…!
Que tengo treinta y siete años y estoy de muy buen ver! ¿Quieres saber una
cosa? Cuando yo tenía dieciséis años y me obligaban a hacer papeles de mayor,
pesaba setenta y un kilos. Ahora peso cincuenta y siete y de ahí no paso.
CONFESIÓN A MEDIA VOZ
-Ande, Sara.
Acúsese de algo.
-De
ser terriblemente sincera.
-Dos matrimonios
en su haber y está hoy aquí, sola en casa. Mire a su alrededor y dígame: ¿no
siente un vacío?
-Sí.
Mi madre, naturalmente.
-¿Nada más?
-Un
hijo. Quisiera tener un hijo.
Corre uno el
peligro de caer fácilmente en el folletín, pero hago constar que el diálogo es
completamente verídico.
-¿Desea ser
madre?
-Más
que nunca. Ahora veo la vida de otra manera. Mi madre había sido para mí
también como una hija. Egoístamente digo todo esto, pero es verdad que si
tuviera un hijo llenaría el hueco que ha dejado mi madre.
Sara y su
ramalazo de sinceridad.
-Soy
muy sentimental, por encima de otras muchas cosas.
-¿Ha llegado a
creerse que es “más” Sara Montiel que María Antonia Abad?
-Nunca
he olvidado que en el Registro Civil constan estos nombres: María Antonia
Isidora Alejandra Elpidia, hija de Isidoro y María Vicenta, nacida en 1933…
Se le han
humedecido los ojos del alma. Nos ha hablado María Antonia Abad Fernández, que
va a presentar, doce días antes de que se vaya 1969, el “show” “Sara Montiel en
persona”.
Manuel ROMÁN
(Fotos Julio Larrú.)
LA FOTO CCCLXIV
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