TEATRAL MADRILEÑA
-Distinto
trabajo al tuyo en esta obra. Distinto, naturalmente, al que nos tenías
acostumbrado, amigo Piquer.
-Distinto y difícil, pero muy bueno.
-¿Por qué
distinto?
-Porque es un género humorístico que
yo no he “tocado” con mucha frecuencia.
-¿Y difícil?
-Porque el personaje que me ha
correspondido en “Capullito de Alhelí” necesita una elaboración constante y
cada día te ofrece nuevos recursos de comicidad que no puedes desaprovechar,
pero que te obligan a estar pendiente del mínimo detalle y a luchar
permanentemente para que el tipo ni se desibuje ni se pase.
-Todo el mundo
considera a “Capullito de Alhelí” como uno de los grandes éxitos humorísticos
de la temporada. ¿Tú también?
-Yo más que nadie.
Para todos es
una satisfacción este éxito, porque, al menos, pertenece a un autor “de casa”.
Enhorabuena.
J.P.
SARA
CELIA
OLGA
CARROZAS DE LUJO
Un aire
delicioso y extraño flotaba en el Teatro de La Latina madrileño la noche del
estreno de “NOSTALGIA”. Un aire que nos llenaba de alegría y nos hacía volver a
otros tiempos.
CARROZAS de lujo
para un público de lujo que acudía a escuchar una vez más: “Nena”, “Los
Nardos”, “La violetera”, “Las viudas”, etc., etc.
Nostalgia.
¿Nostalgia? ¿De qué? Todo cuanto se vio y se escuchó en La Latina aquella noche
era tan actual como la mismísima última noticia del día, porque cuando hay
talento, arte, gracia e ingenio el tiempo no puede hacer desaparecer nada.
Sara Montiel
La garrida
manchega que dijo a los de Hollywood, cuando vinieron a buscarla para interpretar
“Orgullo y Pasión”, que no, que no hacía esa película, porque ella ya había
encontrado su camino, demostró otra vez que no se había equivocado. Su camino
es ese: Cantar, bailar, dialogar con su público como en una tertulia de viejos
amigos y pasearse por el escenario “a sus anchas”. Las carrozas arrasaron,
porque los años y los apodos no cuentan, si cuenta el arte.
Sara Montiel,
“morritos calientes” y aire de ingenua descarada es una carroza, pero una
carroza de lujo, que sabe hacer las cosas muy bien.
Me gusta
escucharla presumir de años. Ella puede y los años todavía no han podido con
ella.
¿Nombres de
ayer? ¿Glorias de otro tiempo? Tal vez. Pero, ¿qué nombres de hoy hacen y
logran lo que logran y hacen las carrozas de “Nostalgia”? Algunos, sí, tal vez
algunos, pero aguardemos, si podemos, a verlos dentro de veinte años.
Celia Gámez
Dicen que todo
se ha dicho ya sobre Celia Gámez. Tal vez, quizá, pero lo que no se ha dicho es
que es y que es interminable. Yo que estuve en el estreno de “Yola”, “La
Cenicienta del Palace”, “Gran Revista”, “La Estrella de Egipto”, “El Águila de
fuego” y tantas otras, no sigo, mi lista sería inacabable, si lo hiciera, puedo
decir que, a lo peor, los años hayan marcado a la mujer, pero a la artista no
la han rozado siquiera. Celia en “La viudas” es la de siempre y, cuando comenzó
lo de: “Siento renacer en mí tu amor…” acabó con el mundo. Años, tiempo, toda
una vida, sí, pero para mejorar.
Celia que se nos
fue un día sin el monumento que se merece, ese monumento a la florista que se
alzaría en la mismísima calle de Alcalá madrileña, la florista que vende nardos
y promete suerte en el amor, ha vuelto para no marcharse más y esperemos que
para acudir a la inauguración de ese monumento que se merece, que el pueblo de
Madrid le debe. ¿Lo tendrá?
Olga Guillot
Cabecera de
cartel en espectáculos mundiales, valiente, dinámica, impetuosa y cantando como
la madre que la parió.
Olga Guillot
también presume de “carroza”, pero es una carroza de lujo, porque lujo es poder
cantar como ella lo hace y conseguir que el público le pida un “bis” tras de
otro.
Para mí tengo que esto de ser “carroza” ha de
ponerse de moda y hacer una vez más, que se confirme el dicho de que cualquier
tiempo pasado fue mejor.
Manolo Otero
La nota del día,
pero puesta en ritmo de ayer, ya que Manolo dice sus canciones también con
nostalgia, para no desentonar. Muchos meses fuera de España, muchos meses
trabajando al otro lado del mar y ahora, un Manolo Otero cuajado, lleno de
seguridad, esa seguridad que se necesita para colocarse junto a tres mujeres
“indiscutibles” como artistas y más indiscutibles aún como figuras en un mundo
donde sólo lo positivo es lo que permanece.
No sé si me
atrevo a pronosticar cuánto será el tiempo que “NOSTALGIA” seguirá llenando el teatro
de la Plaza de la Cebada madrileño, pero, si juzgamos, por cuanto sucede en él
cada día, es decir, si la permanencia en cartel de un espectáculo se asienta
sobre los resultados de éste en la taquilla del local donde vive, cre que
“Nostalgia” tiene una larga vida en este lugar que Lina Morgan ha transformado
en uno de los teatros más modernos de Madrid.
EL RECORTE CCCLXVII
Una pequeña entrevista a Sara, Celia y Olga que la revista Teleradio, 3 al 9 de diciembre de 1984, ofrecía a sus lectores.
NOSTALGIA…
Tres grandes
figuras de la escena se han juntado para hacernos sentir nostalgia de aquellos
tiempos en que se bailaba a media luz y el conquistar era un arte. Celia Gámez,
Olga Guillot y Sara Montiel les invitan al recuerdo…
SIETE de la
tarde; estas tres vedettes se preparan para hacer su numerito en escena. Los
pasillos de los camerinos son un jolgorio: los hijos de la Montiel corretean de un lado para otro; el perrito faldero de Olga ladra y se mete entre los pies de
los recién llegados, es decir, nosotros. Los admiradores de Celia entran y salen de su camerino,
una chica hace bocetos, otra barre, suena un timbre; comienza el espectáculo.
-Quisiera
charlar un rato con vosotras.
-¡Mi amor!, pues empieza por mí, que
yo no salgo hasta más tarde.
-Bien, pues
cuéntame tu vida, Olga.
-Nací en Cuba hace cincuenta y
cuatro años. En casa a todos nos gustaba cantar; nos reuníamos los domingos
toda la familia y unos tocaban, otros cantaban, de ahí nació mi afición. A los
trece años mi hermana y yo acudimos a un concurso: “La corte suprema del arte”,
y ganamos el segundo premio; nos llenaron de caramelos y nos dieron cinco
dólares…
-¿Pero, cuándo
empezaste a cantar profesionalmente?
-A los dieciséis años formamos el
dúa Hermanas Guillot, y actuamos en muchos sitios; un buen día, mi hermana se
hartó y seguí yo solita. Cantaba con grupos y a los diecisiete años me casé.
Porque tú sabes que a esa edad en el trópico se es ya toda una mujer, el Caribe
es puro gozo. Me casé con el señor que me hizo a mí, a Olga Guillot; él es
quien realmente creó a la artista, porque yo tenía la materia prima, pero él
puso el resto.
-Ahí empezaste a
cantar como solista y a crear un género.
-Sí, creé un estilo, pero nunca he
sido bolerista, como se me define. Yo siempre fue jazzista; fui la primera que
se atrevió a cantar jazz y blues en Cuba. A los veinte años ya era una figura.
-Pero tu época
de mayor esplendor es la de los cincuenta, ¿no?
-Sí, mi amor, porque en los
cincuenta entro de lleno en el mundo del disco y me hago internacionalmente
conocida; Estados Unidos, Europa, Hispanoamérica, etcétera.
-¿Cuántos discos
has grabado?
-Cincuenta elepés, catorce de oro y
cuatro de platino.
-Olga, el hecho
de ser tan cálida y temperamental, ¿es lo que ha motivado que te hayas casado
tantas veces?
-¡Sólo me he casado cinco veces!
Mira, yo tengo entendido que cuando dos personas no funcionan, es inmoral
continuar la relación; lo mejor es decir: “Tú por tu lado y yo por el mío”.
Ahora estoy solita y muy, pero que muy bien.
-¿Cómo es que
has vuelto a cantar, si te retiraste hace cuatro años?
-Me retiré, pero he vuelto porque
esta proposición de Sara es muy bonita. Yo, aunque dejé lo comercial, sigo
cantando para una labor hermosísima que es la UNICEF. En todos aquellos actos
culturales o benéficos donde me necesiten, allí estaré yo, con todas mis ganas.
Esto que estoy haciendo ahora es porque Sara me dijo: “Vamos a hacer estoy
quiero que estés con nosotros, te vas a reencontrar con tu público, la gente te
recuerda”, y es realmente hermoso ver cómo el público se emociona con mis
canciones, esas canciones que estuvieron prohibidas durante un tiempo en
España. El “Tú me acostumbraste…”, era una canción pornográfica y hoy casi
resulta infantil; lo que son las cosas. Los jóvenes de entonces se volvían
locos por las canciones de Olga Guillot; bastó que las prohibiesen para
desearlas más. Estoy contentísima de haber vuelto a España y trabajar junto a
estas dos grandes artistas.
Qué decir de Celia Gámez que ustedes no sepan. Celia Gámez, la reina del music-hall,
hizo correr durante años torrentes de tinta, desde el momento en que en el
colegio de monjas en el que se educó, allá en su Buenos Aires natal, cogiese un
periódico y a modo de abanico cantaba: “Yo soy el mejor torero, nacido en Andalucía…”
A los doce años,
atraída por el teatro, se esconde entre bastidores para ver las funciones de
los musicales; a pesar de la oposición paterna consigue entrar en una compañía
haciendo de comparsa. A los tres meses sustituye a na figura y canta por primera
vez el número de la banderita de “Las Leandras”. Su padre, malagueño, ha de
venir a España por cuestiones de herencia; Celia
le acompaña y, atrapada por todo lo español, se queda en nuestro país y
comienza su imparable carrera. Cumple sus dieciséis años en el teatro Eslava de
Madrid, que luego sería suyo.
-Celia, ¿qué
hizo que fueras durante casi treinta años la reina de la revista en España?
-Yo vi que agradaba al público y me
volqué. Estudié, fui superándome, viajé para ver otros espectáculos y traer lo
mejor a España, todo me parecía poco. Estrené ochenta obras y he tenido
compañía propia durante treinta años, cosa difícil de conseguir.
-¿Te hiciste
famosa con el tango “A media luz”, no?
-En la obra “El carnet de Eslava”,
yo cantaba ese número y me hizo muy famosa; el rey de España me pidió que lo
repitiera la noche que fe a verme y lo hice al final de la obra.
-Se decía que
eras exigente y muy dura con las chicas.
-Dirigir una compañía no es fácil, a
veces había que serlo, pero siempre me he llevado bien con mis chicas. Las
vestía donde yo me vestía y las cuidaba bien.
-El éxito de tus
espectáculos radicaba en el equipo de gente que te rodeaba; siempre supiste
elegir a los mejores coreógrafos, directores, figurinistas, etcétera.
-Sí, eso es cierto; siempre me he
rodeado de lo mejorcito.
-Tu boda con el
odontólogo vasco, apadrinada por Millán Astray, fue sonada; cuéntame un poco.
-Fue terrible, no pude ni casarme.
Acudió todo Madrid; los altares, los bancos, la sacristía, todo estaba lleno…,
me casé al día siguiente en una iglesia pequeñita.
-¿Estás contenta
de volver a la escena?
-Mira, estoy como loca, no sólo por
volver al teatro, sino por estar en España. Cada mañana, cuando despierto, me
pellizco porque creo que estoy viviendo un sueño. Es todo tan fantástico… Y con
el espectáculo me siento feliz porque le he traído tanta nostalgia a la gente
de mi edad… Lo noto cuando pasan a saludarme. Los hijos de éstos también se
emocionan y vienen a contármelo, quiero que lo digas: en España soy inmensamente
feliz.
Y llegamos a la
manchega universal, a la temperamental Sara
Montiel. Aquella que conquistara a los astros del Hollywood de los cincuenta. Entre sus amores: Hemingway, Gary Cooper, Maurice Ronet,
James Dean, etcétera, y es que Sara
a sus veintipocos años era toda una belleza.
-Sara, ¿cómo se
te ocurrió la idea de este espectáculo?
-Pues
mira, estando en América, donde pasamos seis meses el año pasado, vi que se
vuelve a lo de antes. En Estados Unidos, lo que se lleva es Cole Porter, Glen
Miller, la música de los cuarenta y cincuenta, hay una vuelta a todo eso.
Entonces ideé hacer “Nostalgia” y pensé en Olga, esta gran artista creadora de
un estilo y conocida mundialmente; en Celia, que es un mito, sólo con su
presencia ya lo llena todo, y le añadí un elemento joven y con talento, que es
Manolo Otero. Pensé en hacer un espectáculo redondo y así ha sido, porque, como
verás, el teatro está lleno y hace un día de perros.
-Llevas cuarenta
años de profesión, sigues haciéndote las Américas todos los años y continúas
teniendo éxito. ¿A qué crees que se debe este fenómeno?
-A
que soy una artista. Comencé a los dieciséis años a hacer cine y aquí me
tienes.
-Tu época de
mayor esplendor, ¿cuándo fue?
-Del
sesenta al setenta y tres. Justo a partir de hacer “El último cuplé”, que me
dio fama internacional.
-Estuviste cinco
años contratada por la Warner, ¿qué películas hiciste en Hollywood?
-“Vera
Cruz”, “Serenade” y “Juma”, de Samuel Fuller. Trabajé junto a Vicent Price,
Gary Cooper…
-Se dice que
eres inmensamente rica.
-Sí,
en amores; mi marido y mis hijos me enriquecen.
-¿Y en dinero?
-Alguna
cosilla tengo, pero con Boyer, cariño, no hay forma de tener nada; yo creo que
se está pasando.
-“Nostalgia”, a
pesar de los treinta millones de desembolso que ha supuesto el montaje, te está
aportando beneficios, ¿no?
-Eso
pregúntaselo a Pepe; yo sólo entiendo de números musicales.
Sara Montiel; espléndida como las joyas que
luce en el espectáculo. Un collar con 193 esmeraldas, 25 diamantes, perlas,
oro, brillantes, rubíes… “Como verás, no tengo nada
falso, mira, mira.” Y yo miro embobada esas inmensas esmeraldas donde el
intenso verde me hace soñar con mares lejanos e imposibles…
CARMEN ARROYO
Fotos: C. PAZ
LA FOTO CCCLXVII
No hay comentarios:
Publicar un comentario