MI ALBUM DE MUJERES
SARA MONTIEL
por Emilio
Romero
Sara Montiel es
la cupletista principal de este siglo, y quede constancia que no conocí, ni oí
nunca a las contemporáneas de la Primera Guerra Mundial. Sara metió el cuplé en
el cine, como los americanos metieron el Oeste, y naturalmente la armó. Sara se
ofrecía ante los espectadores como una belleza entre hispana e italiana, pero
con seducción de las Antillas, y aquello resultó como un tifón. El cuplé lo
cantaba con penetración al subconsciente y la gente descubría que el amor
triste o el amor fracasado era una bendición de Dios y se enternecía hasta la
enajenación. Resultaba, además, que la picardía en los ojos y en los morritos
de Sara, llevaba a cualquiera al éxtasis carnal, y a la concupiscencia espiritual.
El cine español
había descubierto su Brigitte Bardot, pero no se explotaba a Sara desde el
poder, como hicieron los franceses con Brigitte, y además nuestro cine era
pobre, pero honrado, y hacía pocas películas y aún no estaba en su apogeo
“Hola”, y no la mostraba al mundo para que hubieran venido los Junot, los
Onassis, los armadores griegos, o los siderúrgicos alemanes, a por ella; pero
Sara universalizó su figura y sus cuplés, y comenzó por descasarse con un
famoso director de cine norteamericano, y yo estuve a punto de declararme a
ella en aquella inolvidable sala del Hilton, pero me contuve a tiempo, como
McArthur ante el Japón, en una de sus impaciencias del Pacífico.
La División Azul
mandada por Muñoz Grandes no conquistó Rusia, pero Sara Montiel lo hizo veinte
años después, y Europa y América fueron como su territorio a la manera de
Alonso de Quijano, su paisano, entre Criptana y Viso del Marqués. Todo eso lo
convirtió en ventas y molino. En España y en aquel tiempo había dos ambiciones
por parte de los ambiciosos: impresionar a Franco y seducir a Sara Montiel. Si
llega a vivir Sara en el tiempo de don Alfonso XII, se la lleva el rey al
palacio de Riofrío, la invita a cazar ciervos y luego la calienta en la lumbre
del palacio, y le envía un recado a Cánovas para que se olvide de él durante
una semana. Pero no había reyes decimonónicos en el tiempo de Sara, y los
ilustres gobernantes o eran castos, o padres de familias numerosas. Así es que
Sara Montiel se le fue viva al poder. Tal vez por eso, por falta de
imaginación, en esto y en tantas cosas, aburrieron al país y vino la
democracia.
Sara Montiel
probó también la fortuna en el escenario cantando sus cuplés y la gente se
recreaba mirándola. Sara Montiel es ahora como el Conde de Montecristo, veinte
años después y llena los teatros de América y de España. En París la armó con
un recuerdo de su cine. Hace muchos años fijó un poco de su residencia en Palma
de Mallorca, como Cela, como los March, como los reyes Juan Carlos y Sofía, a
la manera de una plataforma universal de lanzamiento. Cuando me ve desde el
escenario me tira un beso o una violeta, y yo me reprocho dulcemente,
melancólicamente, mi frenazo a la impaciencia del Hilton. Yo soy una especie de
Napoleón, el de las Pirámides o el de Viena, en las batallas de mi oficio, pero
también y sentimentalmente, el Napoleón derrotado de Waterloo. Presentamos las
canciones de su vida, Tererce Moix, Francisco Umbral, Antonio Gala y yo. Sara
Montiel se llama Antonia, y a mí me gustaría llamarle Arón, que fue el inventor
del ditirambo con cítara. Esta es mi noticia de Sara Montiel; un ditirambo.
El viernes, día
25, en “Sesión de tarde”
SARA MONTIEL
LA REINA DEL CUPLÉ
Sara Montiel,
cuyo verdadero nombre es María Antonia Abad Fernández, procede de tierras manchegas,
concretamente de Campo de Criptana (Ciudad Real), donde nació el 10 de marzo de
1929. Descendiente de labradores eternamente apegados a la tierra, su vida
parecía destinada a transcurrir rodeada de los extensos y desolados campos en
los que Don Quijote libró épcias batallas contra gigantes convertidos en
molinos de viento. Pero el frío seco de la Mancha hacía pasar unos inviernos
terribles al asmático cuerpo de su padre y toda la familia se ve obligada a
trasladarse, cuando SARA contaba cuatro años, a Orihuela.
Una infancia difícil
En esta ciudad
alicantina, gracias al trabajo de su padre en el palacio de los marqueses de
Arneva, tiene los primeros contactos con el mundo de las artes. Allí escucha
discos de ópera de los cantantes más célebres del momento, ve cuadros decorando
las paredes de las casas de la nobleza y, con sólo diez años, colecciona
estampitas de Casas, Miró o Picasso –en aquel entonces no sabía ni siquiera el
nombre de estos pintores-. Todavía no había alcanzado la pubertad, debía ser
algo intuitivo, de piel, si no, es imposible explicar cómo aquella revoltosa
mocosa podía sentirse atraída por un óleo, una soprano o unos versos. O acaso,
porque los tiempos eran de hambre y penuria y en la casa del amo todo resultaba
bonito y elegante, un mundo en donde no existían las privaciones.
También conoció
en Alicante a Miguel Hernández, cuando acompañaba a su padre a la cárcel de San
Miguel a llevar comida a los presos. Más de una vez, SARA ha contado que fue
entonces cuando empezó a conocer el significado de la palabra injusticia.
Lógico, teniendo en cuenta que muchos familiares se encontraban detenidos por
ser republicanos o socialistas.
Pese a la
procedencia humilde, busca sus amigas entre las niñas de las “clases
superiores”; pese a aburrirle el catecismo, una monja llamada Leocadia le
empieza a enseñar música; y aprendió a leer y escribir casi de por libre… Eran
los primeros escarceos del mayor mito erótico español, de una mujer increíble,
del fruto prohibido de la mojigata España de los sesenta.
De un concurso radiofónico a estrella de Hollywood
Y ese primer
salto hacia delante se produce cuando “Cifesa”, la productora más importante de
la época, convoca un concurso infantil entre todas las provincias españolas. El
fotógrafo Gyenes hace unas fotos a la niña y SARA parte rumbo a Madrid
representando a Alicante. Se llevó el primer premio pese a contar entres las
rivales a Marisol (todavía una desconocida.) Empieza a estudiar declamación en
el Conservatorio y una señorita de compañía completa las primeras letras
aprendidas en Orihuela. Pronto, gracias al concurso, y con el seudónimo de
María Alejandra hace un pequeño papel en la película “Te quiero para mí”, del checo afincado en España Ladislao Vajda, que luego se haría
famoso con “Marcelino, pan y vino”.
Enrique Herreros
le aconseja cambiar de nombre, se
convierte en SARA MONTIEL y participa, esta vez como protagonista, en “Empezó,
en boda”, junto a Fernando Fernán Gómez. Después, José Luís Sáenz de
Heredia le dirige en “Bambú”, al lado de Imperio Argentina, “Mariona Rebull”,
donde cantó su primer cuplé y, sobre todo, “Locura
de amor” en el año 1948, que permitió lograr a SARA una discreta
popularidad gracias a la encarnación de reina mora. España empieza a quedar
pequeña a la manchega, el cine de la época de nuestro país tenía evidentes
limitaciones y Miguel Mihura, primer amor platónico de la actriz, le aconseja
abrirse camino en otras tierras. Y, aprovechando la enorme popularidad que
alcanzó “Locura de amor” en Méjico,
cruza el charco y se planta en este país centroamericano.
Allí conoció a León Felipe (¿quién no recuerda su
famoso beso al poeta?), a Indalecio
Prieto (muerto escribiendo sobre SARA), Jorge Guillén (muy admirado por nuestra protagonista), Álvaro Siqueiros (en Méjico con la
misión de asesinar a Trotsky), Hemingway
(¿a quién puede extrañar que el escritor fuera impresionado por la belleza
de la MONTIEL?), Neruda (en el
exilio), Alberti (de quien SARA
organizó, años después, su primera exposición en España), Alejandro Casona (crítico feroz de la manchega y escaldado después
por ésta, cuando se negó a estrenar una obra suya)…, y muchos más personajes
del mundo de las artes y la cultura que marcaron profundamente la personalidad
de la antigua labradora que, en 1954, se ve flanqueada por Gary Cooper y Burt
Lancaster en “Veracruz”, bajo las
órdenes de Robert Aldrich.
El director de
cine Anthony Mann se quedó prendado por la belleza de la MONTIEL y se convirtió
en su primer marido. Pero, el matrimonio no tuvo éxito y en 1957 la pareja se separó.
“El último cuplé”
Nada más pisar
suelo ibérico recibe una oferta en la que nadie creía, “El último cuplé”. Sin embargo SARA, ve las posibilidades de la
película e inicia el rodaje a las órdenes de Juan de Orduña. El éxito supera
las opiniones más optimistas y se ve encasillada en una serie de filmes en los
que protagoniza a una cantante envuelta en tramas amorosas como “La violetera”, “Mi último tango” o “Carmen, la de Ronda”. De la noche a la
mañana, SARA MONTIEL se ha convertido en un “sex-simbol”, en la Mae West
manchega, en esa mujer con la que soñaron todos los españoles en la década de
los sesenta.
Se ha transformado,
al igual que el Real Madrid o “el Cordobés”, en un símbolo de una España que
empieza a salir de su letargo, en un mito del franquismo muy particular que,
cantando “La violetera” en la
Granja, puso al general de pie para recoger un ramo de flores que le arrojó a
los pies, que cada vez que llegaba noviembre se inventaba un viaje al
extranjero para no participar en la gala del Calderón, que se declaró socialista demócrata en 1964 en una
entrevista que le hizo Vázquez
Montalbán…
El fruto prohibido del pecado
Si el primer
matrimonio de SARA MONTIEL se había realizado en un juzgado americano, el
segundo, en 1964, lo hizo vestida de blanco, por la Iglesia en la mismísima
Roma, con un industrial llamado Ramírez de Olalla. En un gesto ingenuo,
depositó el ramo de novia sobre la tumba de Alfonso XIII y el suceso dio la
vuelta al mundo, los gestos imprevisibles y la personalidad de SARA, siguen
asombrando, escandalizando y admirando. Sin embargo, este matrimonio tampoco
fue feliz e inició una trabajosa, larga y costosa anulación sólo resuelta hace
pocos años.
Mientras tanto,
SARA MONTIEL sigue viajando y recogiendo laureles por todo el mundo. Allá donde
va, se rinden a sus pies, da lo mismo que el país se llame la Unión Soviética o
la India, Yugoslavia, Canadá o Tokio. Aunque ya no haya muchas señoras como
ella, sigue siendo la mujer por excelencia, el deseo del varón, la rival de la
hembra y el disfraz ideal del travesti.
Desde hace
bastantes años vive en Palma de Mallorca con José Tous, su tercer marido, con el que adopta a Thais, una niña
brasileña, ante la imposibilidad de tener hijos. SARA intenta bautizarla, pese
a su anticlericalismo es profundamente creyente, pero el obispo de Palma de
Mallorca se niega ¿cómo iba a entrar en el seno de la Iglesia algo tocado por
manos pecaminosas? Incluso en la España más reciente, el mito de SARA MONTIEL,
sigue levantando ampollas y escandalizando a los sectores más puros y castos
del país.
En esta última
etapa de su vida, SARA ha protagonizado alguna película como “Varietés” de Juan
Antonio Bardem, en 1971, pero pocas, no le interesa el tipo de cine que se hace
en España con abundantes desnudos. Lo suyo es la chispa de ingenio sarcástico,
el traje atrevido que enseña lo justo, las formas insinuantes en la penumbra… Prefiere
preparar espectáculos como “Sara de la
Mancha” o “Saritísima”, en los
que se encuentra a sus anchas y revive la ficción de otras épocas enfundada de
su especial carisma. Además, ha empezado a escribir sus memorias en
colaboración con Terence Moix, que
prometen ser muy, muy picantes…
S. ERICE
Lo que piensa
de…
La libertad: “Soy partidaria del amor libre, de los sindicatos libres, del
cine libre, de la política libre… sin libertad no se puede vivir. Se malvive”.
Muerte: “La muerte es desaparecer definitivamente. Yo creo en Dios y
creo que mi padre y mi madre murieron; claro, pero existen en una flor, en la
atmósfera que me rodea, en lo que como, en el aire que respiro”.
Sexo: “Soy
partidaria de derribar de una vez y para siempre todos los tabúes que durante
años han pesado sobre este país, que ha vivido demasiados años sin sexo,
reprimido”.
La felicidad: “Es no desear demasiado”.
El hombre: “Es más sincero que la mujer. Nosotras tenemos más picardía,
somos más atrevidas, mientras que el hombre es más inocente, más de verdad”.
La envidia: “Es el defecto español. Está arraigada en el español, desde que
España es España, y ese es el pecado más grande que tenemos los españoles”.
El feminismo: “Soy feminista, y por supuesto estoy al lado de la mujer, pero
me gusta que domine el hombre”.
El divorcio: “Yo no veo por qué la mujer con el hombre que no se llevan bien
y se tengan que matar en la casa tengan que hacerlo y no puedan rehacer sus
vidas”.
La Iglesia: “No soy anticlerical. Yo creo en Dios. Es cierto que he tenido
problemas con algunas jerarquías de la Iglesia pero afortunadamente se
arreglaron”.
Su mayor pecado: “Haber sido tan sincera”.
“Pinchó” doña Sara
ESPECTÁCULO camp, donde los haya montó Saritísima
con el españolísimo título de “Doña Sara de la Mancha” y con sus “partenaires”,
José Guardiola y Ramón Calduch se paseó por las calles de Madrid… pero a los
pocos días del estreno doña Sara “pinchó”; se puso malísima y hubo que
suspender el espectáculo. No faltaron las lenguas viperinas que dijeron que lo
del soponcio fue una estratagema de la Montiel para acabar con su show en la
Latina porque era un fracaso económico.
Sus películas
1944, Te quiero para mí (Ladislao Vajda); Empezó en
boda (Rafaello Matarazzo); 1945, Bambú (José Luís Sáenz de Heredia); Don
Quijote de la Mancha (Rafael Gil); Alhucemas (José López Rubio); 1948, Locura
de amor (Juan de Orduña); La mies es mucha (J. L. Sáenz de Heredia); 1950, El
capitán Veneno (Luís Marquina); Pequeñeces (J. de Orduña); Aquél hombre de
Tánger (Richard Elwyn y Luís Delgado); s1951, Necesito dinero (Miguel
Zacarías); Cárcel de mujeres (Miguel M. Delgado); Ahí viene Martín Corona (M.
Zacarías); 1953, Reportaje (Emilio Fernández); 1954, Veracruz (Robert Aldrich);
1955, Donde el círculo termina (Alfredo B. Crevenna); 1956, Dos pasiones y un
amor (Serenade, Anthony Mann); Yuma (Run of the arrow, Samuel Fuller); 1957, El
último cuplé (J. de Orduña); 1958, La violetera (Luís César Amadori); 1959,
Carmen, la de Ronda (Tulio Demicheli); 1960, Mi último tango (L. C. Amadori);
1961, Pecado de amor (L. C. Amadori); 1962, La bella Lola (Alfonso Balcázar);
La reina del Chantecler (R. Gil); 1963, Noches de Casablanca (Henri Decoin);
Samba (R. Gil); La dama de Beirut (L. Vadja); 1965, La mujer perdida (T.
Demicheli); 1968, Tuset Street (Luís Marquina); Esa mujer (Mario Camús)…
Varietés, Cinco almohadas para una noche…
TVE
Programación del
lunes 21 al domingo 27 de marzo de 1983
El viernes en “Sesión de tarde”, nada menos que DOÑA SARA MONTIEL en un filme de hace veinte años, “La reina de Chantecler”, donde luce esplendorosa.
“La reina del
Chantecler”,
1963
Dirección:
Rafael Gil
Guión: Jesús
María Arozamena
Intérpretes:
Sara Montiel, Alberto de Mendoza, Luigi Giuliani, Milagros Leal, Amelia de la
Torre, Gerard Tichy.
Madrid, 1916: El Teatro “Chantecler” es, a la sazón, el centro de la vida alegre de la capital. Su clientela, formada indiscriminadamente por hombres de todas las clases sociales, es arrastrada hasta allí por el provocativo encanto de su hermosa cantante, “la Bella Charito”. Durante una de las representaciones, y entre los aplausos y las aclamaciones de los asistentes, Charito distingue fugazmente a un joven desconocido que la observa con gran admiración, provocando en ella una sensación extraña… Poco después, impulsada por un desengaño amoroso, Charito decide tomar un breve descanso y apartarse de su mundo habitual, marchándose una temporada a San Sebastián.
EL RECORTE CCCLXVI
Intercalar los espectáculos con actuaciones personales y giras internacionales, fue la combinación perfecta para que Sara siguiese derrochando la estela de su mito, los admiradores la siguiesen disfrutando y todo el mundo, al margen de que le gustase o no, se siguiese sorprendiendo. Protagonistas, 27 de agosto de 1981, nos cuenta una actuación benéfica en Palma de Mallorca y el impacto que causó su vestuario.
Sara Montiel
exhibió uno de los vestuarios más costosos que se
recuerdan
Cubierta de millones
Sara Montiel estrenó vestuario. Paco Rabanne fue el
artífice. Enric Majó se encargó del traslado. Y entre pagar al modisto y
agasajar a sus amigos, la actriz ha gastado más de cinco millones de pesetas.
Pero valía la pena.
Sara Montiel dicta sus memorias a Terenci Moix en su chalé de Palma, adelgaza trece kilos y prepara su
“rentree” prevista para el mes de septiembre en Madrid. Le acompañarán en su nuevo espectáculo Moncho, Ramón Calduch y José Guardiola. Los trajes que lucirá Sara son de impresión, uno de ellos le
ha costado más de un millón y el precio de cada uno de los otros ronda el medio
millón.
“He comenzado a grabar las memorias
de Sara en casettes. Ella se explica y yo recojo. De momento es todo muy
profesional, todavía no salen trapitos sucios”, nos explicó Terenci Moix que está encantado de
poderle escribir las memorias a su admiradísima estrella. “Sara es
fascinante –siguió Terenci- de su físico me
gusta la cara. Las tetas no, ya ves. Sobre todo me gusta cuando lleva el
cabello recogido así. En lo espiritual me emociona porque es una gran persona,
muy generosa. Nunca olvidaré que me dejó tres cuartos de millón sin ninguna
firma para que pudiera hacer frente a una querella…” Añadió que Sara no se retirará nunca: “Esta mujer
morirá en el escenario. Sin esto se encuentra muy sola. Ah, cuidado, que soy
más verde que el perejil, je, je”.
Sara estrenó dos de sus vestidos en una gala
en pro de los niños subnormales que tuvo lugar en el patio del Castillo de Beliver de Palma. Paco Rabanne es el modisto y fue el
actor Enric Majó, también admirador
incondicional de la artista, quien se los trajo de Barcelona. “Son un diseño exclusivísimo para ella y como todos han
podido ver, le caen de maravilla”, nos explicó el propio Enric que no cabía en sí de gozo. “Sólo en vestidos me he gastado más de cinco millones”,
dijo Sara. “Estoy
magnífica, tenéis Sara para mucho rato”, añadió ufana.
El régimen de Sara Montiel lo ha dirigido, como en
anteriores ocasiones, el doctor Fábregas.
“Mi secreto es no comer y beber tres litros de agua
cada día. Ni pastillas ni nada, no hay truco”, explicó y apostilló: “Si estoy tan joven a pesar de mis cincuenta y pico es
porque me siento joven, lo importante es el corazón”.
Toni Torres
Fotos: Manuela
LA FOTO CCCLXVI
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