SARA MONTIEL
EN SU NUEVA CASA
Tiene muchos adornos orientales que trajo de su
viaje de novios
En el rincón japonés Sara posa junto a dos figuras de porcelana que trajo de su viaje de novios.
Sara Montiel no
es hoy la guapa actriz de “El último cuplé”, “La violetera” y tantas otras
películas. Hoy es sencillamente María Antonia Abad de Ramírez, una recién
casada que va a estrenar con gran ilusión su nueva casa: un piso alto y
soleado, decorado por ella misma, que se asoma por su terraza a la Plaza de
España, y desde el que se ve a lo lejos, un paisaje apretado de casas
chiquitas.
María Antonia o
Sara –como ustedes quieran llamarla- ha estado unos días en la playa. En Zarauz
y en Palamós. Su piel bronceada contrasta con el traje de hilo amarillo.
Sarita es una
mujer de una gran vitalidad, natural y espontánea. Jamás mide el efecto que
pueden causar sus palabras, porque tiene la virtud de mostrarse siempre tal
cual es. Sin recurrir a poses ni a actitudes premeditadas para expresar su
felicidad y su alegría, Sara habla mucho. Sonríe mucho. Se mueve mucho.
-Ya
empiezo a tener todo preparado para venirnos aquí muy pronto. En este piso
había vivido yo de soltera, pero lo hemos transformado completamente. Faltan
todavía unos detalles de obras. Tendrán que venir los albañiles. Odio los
albañiles.
La vitrina del cuarto de estar tiene figuras orientales.
Sara coloca un objeto japonés sobre la mesa, sostenida por dos elefantes de porcelana.
Recorremos el
piso, totalmente alfombrado de moqueta azul, menos el salón, que la tiene de
color beige. Azul y rojo son los colores fundamentales en la decoración de la
casa.
-Aquí
falta colocar un banquito y una mesa de mármol. Aquí, un armario para la
vajilla y unas plantas…
En el salón,
frente al tresillo y a la chimenea de ladrillo rojo, hay una vitrina con varias
figurillas de estilo oriental: dos perros de porcelana fabricados en Tokio, una
pareja de loros de colores vivos de Honolulú. Son cosas que trajo de su viaje
de novios.
-¿Cuál fue el
sitio que más te impresionó de todo el viaje?
-Moscú.
Tiene un algo misterioso y tétrico que atrae.
Entramos en la cocina.
Es de gresite azul con dibujos. Los armarios relucen. Está ya totalmente
terminada. Sara abre los armarios. Los cierra. Posa para el fotógrafo de cien
formas distintas. Y se ríe, se ríe mucho cuando le preguntamos si es una buena
cocinera. Sí, sí, a ella le gusta la cocina…, sólo que los huevos fritos se le
dan bastante mal. ¡La que organiza Sara en su cocina cuando intenta hacer un
par de huevos fritos!
La cocina es de gresite azul. Dibujos en las paredes y en el cristal de la ventana. Está ya totalmente terminada. Los armarios relucen.
La habitación tiene el suelo de moqueta azul, del mismo tono que las faldas de las mesitas. La colcha, granate. La pared forrada de damasco beig.
Cosas de la vida y cosas del cine
La fama no
permite vacaciones. Sarita y Chente no han podido salir de veraneo este año.
Algunas escapadas a la playa. Total, nada.
-Tres
veranos seguidos sin vacaciones. ¡Ni siquiera veinte días como un empleado
corriente!
La actriz
prepara el rodaje de su próxima película “La dama de Beirut”. La acción
transcurre en Barcelona, París y Beirut. En octubre se darán las primeras
vueltas de manivela.
-¿Cantas algunas
canciones en la película?
-Sí,
unas cuantas. Los productores se empeñan siempre en que cante. Interpreto
algunos números de Augusto Algueró; otros de Aznavour. También canto una de
Gilbert Bécaud. Esta vez nada de cuplés. Las canciones son totalmente actuales.
Ahora Sarita
ensaya los números musicales y, sobre todo, estudia el guión. Es preciso leerlo
una y otra vez. Tiene buena memoria para las situaciones, pero le cuesta
retener las palabras exactas. Lo mismo le ocurre con las canciones…
-La
letra, la dichosa letra, es la que siempre se me olvida. Una vez que presentaba
en Brasil una película mía, el público empezó a pedirme que cantase “La rumba
chamelona”. Pero no hubo forma. Tuve que decirles: si no me dicen la letra, no
hay nada que hacer.
-¿Tienes otros
viajes en proyecto antes de la película?
-Sí,
iremos a París y quizá unos días al Perú para conocer a unos familiares de mi
marido. También pensamos hacer alguna escapadita a Palamós a casa de mis
cuñados. Me gusta andar y navegar en fuera borda. Lo malo que tienen estos días
de descanso es que siempre vuelvo con unos kilos de más. La cerveza y las
gambas a la plancha tienen la culpa.
El modelo de Balenciaga es de muselina negro, cuajado de volantes.
-¿Sigues un
régimen de comidas muy severo?
-Severísimo.
¡Si paso más hambre que cualquier mendigo! Mira, a hora mismo tomo cada día: un
té solo para desayunar, un youghourt a media mañana, y de comida y cena,
pescado y fruta. A veces tengo que pasar sólo con vitaminas días enteros. Cosas
de la vida. Antes tenía que trabajar para comer; ahora no puedo comer para
poder trabajar.
Sara juega al
tenis, hace deporte. Pero, a pesar de todo, la lucha contra los kilos continúa
implacable. Su aspecto saludable ha traído más de una complicación a los
productores. En una de sus películas representaba el papel de Dama de las
Camelias. Tenía que morir tuberculosa. Pero se hacía difícil imaginar a Sarita
tosiendo, víctima de una tisis galopante. No hubo más remedio que cambiar el
guión. Y a la fragilísima Dama de las Camelias tuvieron que matarla de un
ataque al corazón. Cosas del cine.
Lola, la doncella, coloca los trajes en el armario de la nueva casa.
Cuando Sara
descansa le gusta, entre escena y escena, leer y escuchar música. Música
clásica, sobre todo.
-Lo
malo que tiene la música clásica es que si te acostumbras a ella, no te gustan
después las canciones normales. Ocurre lo mismo que con la pintura. Si vas
demasiado al Museo de Prado, después ya no te interesa ninguna exposición.
-Sara, ¿tú eres
muy aficionada a la pintura, no?
-Sí.
Tengo un Goya en mi casa.
Un Goya
auténtico. Y otros cuadros de buenos pintores.
-Tengo entendido
que era además una buena pintora.
-Bueno,
la verdad es que lo hago bastante mal. Tengo motivos para no estar entusiasmada
con mi arte. Figúrate que un día pinté un paisaje de Madrid y me preguntaron si
aquello era Viena. Un día intenté pintar en el puente de Segovia. Pero la que
organicé. ¡Todo el mundo parado mirándome y los camioneros echándome piropo
tras piropo!
Sus modistas favoritos: Balmain, Balenciaga y
Christian Dior
Trajes de noche de Christian Dior
Lola, la
doncella, es la mano derecha de Sara. Lleva siete años a su servicio, y es la
que se ocupa de arreglar sus trajes, de tener la casa a punto, de acompañarla
cuando va a rodar. Lola –andaluza por los cuatro costados- es la que coge
siempre el teléfono, y se arma a veces un verdadero lío con los nombres, sobre
todo si son amigos del señor y se apellidan algún endiablado nombre vasco.
Un retoque al pelo en el espejo adosado al tabique del vestíbulo.
Además, Lola es
una mujer de recursos. Cuando llaman por teléfono preguntando por Sarita, dice
con aire indiferente: “Pues voy a ver si está en casa. No tengo ni idea, porque
acabo de llegar del mercado ahora mismo, ¿sabe usted?” Lo malo es que –la
fuerza de la costumbre- Lola dice a veces la famosa frasecita a las doce de la
noche…
Hoy la doncella
ha traído una maleta llena de trajes, que cuelga cuidadosamente en el armario
de la actriz. La habitación tiene el suelo de moqueta azul, unas mesitas
redondas con tapetes también azules y unas bonitas lámparas de pie. La colcha
de la cama es de terciopelo rojo oscuro.
A Sara, como a
todas las mujeres del mundo, le gusta hablar de trapos. Dentro de pocos días
marchará a París para elegir los trajes que va a lucir en la película y también
su vestuario de invierno.
-¿Qué clase de
conjuntos prefieres?
-Me
gustan las cosas sencillas y muy chic.
-¿Tu color
preferido?
-El
negro. Me alegra que este año esté de moda. Siempre me ha gustado muchísimo. De
pequeña me encantaba ponerme el uniforme del colegio, porque era negro. Mi
madre me llamaba “La viuda alegre”.
Para
demostrarnos su preferencia por el negro se pone un elegante modelo de
Balenciaga de muselina negra totalmente cuajado de volantes.
-¿Tu modista
habitual?
-En
realidad tengo varios. En España me viste casi siempre Inés Higueras. En París,
Balenciaga, Balmain y Dior. Los trajes de noche de Dior me sientan muy bien,
sobre todo los que están inspirados en Oriente. Siempre me han dicho que los
rasgos de mi cara tienen algo de orientales. Hasta en el Japón me lo dijeron.
El cocodrilo disecado podría ser un original adorno para la casa.
-¿Llevas alguna
vez zapatos bajos?
-Jamás.
Ni siquiera las sandalias playeras. Encuentro que la elegancia de una mujer es
incompleta sin llevar tacones. Además se anda con muchísima más gracia.
Sara se cambia
de peinado con una facilidad asombrosa. Al llegar llevaba el pelo recogido;
después ha querido variar para las fotos y en un santiamén se ha organizado un
graciosísimo peinado de melenita corta.
-Siempre
me peino yo y me maquillo yo sola. Hasta para el cine. Llevo el mismo maquillaje
ante las cámaras que para andar por la calle.
Se ha hecho
tarde. A Sarita le espera el maestro Arozamena en su piso de San Bernardo para
ultimar algunos detalles del guión. Antes de marcharnos nos enseña todas las habitaciones del piso
que no habíamos visto. En el salón del fondo hay un bonito rincón japonés y una
mesa de cristal sostenida por dos elefantes de porcelana que la actriz compró a
la duquesa de Alba. Al lado, una terraza que piensan convertir en galería. Sólo
que para eso hace falta que vengan los albañiles. Y ya sabemos: Sarita odia los
albañiles.
Dentro de pocos
días el matrimonio Ramírez vendrá a vivir a su nueva casa. Un piso amplio… para
dos personas. Quizá más adelante necesiten más espacio. A Sara le gustaría que
vinieran muchos hijos.
Cuando bajamos a
la Plaza de España son las nueve y media de la noche. El tráfico está en pleno
apogeo. Ahora la actriz viste un saladísimo vestido hawaiano estampado, de
tonos blancos y verdes, que compró en su viaje de novios… Un grupo de chicas
que pasa se para para mirarnos. Y una de ellas exclama ya en el colmo de la
emoción:
-Pero si es Sarita Montiel,
¡palabra!
Texto: JOSEFINA FIGUERAS
Fotos: ALEJANDRO
EL RECORTE CCCXLVIII
La década de los '60 fue la de su boda con Chente, la realización de su más famosa filmografía y, también, la de los primeros grandes homenajes. Hola, en su número de 2 de Enero de 1965, llevó a sus páginas el ofrecido en Orihuela. El pueblo que la vio partir al estrellato.
HOMENAJE A
SARITA MONTIEL
EN ORIHUELA
Sarita Montiel es aclamada por el vecindario de Orihuela, donde a la actriz se le tributó un cariñoso homenaje por parte de sus paisanos.
ORIHUELA.-Ha
visitado Orihuela la estrella Sarita Montiel. Sarita dio sus primeros pasos en
esta localidad, y Orihuela guarda para ella su mejor recuerdo. A los actos en
su homenaje se unieron las autoridades, entre ellas el gobernador civil de
Alicante. Sara Montiel ha vuelto a convertirse en María Antonia Abad, la
muchachita que en 1942 abandonó Orihuela para convertirse en Sarita famosa. Los
actos se prodigaron por toda la ciudad, e incluso Sarita tuvo que cantar “La
violetera” ante la reja de un convento de monjas dominicas de clausura.
Sarita con su madre y otros familiares en su casa de Orihuela.
Sara Montiel postrada ante la Patrona de Orihuela, a quien ofrendó un precioso ramo de claveles.
En el Ayuntamiento, a la popular actriz le fue ofrecida una placa como homenaje de admiración y simpatía.
El público estacionado en la puerta del Ayuntamiento, para expresar a la actriz su simpatía y cariño.
LA FOTO CCCXLVIII
Bellísima, en un rincón de su casa.
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