domingo, 31 de mayo de 2020

AMA - Septiembre/Segunda Quincena - 1.964 - España


SARA MONTIEL
EN SU NUEVA CASA
Tiene muchos adornos orientales que trajo de su viaje de novios

En el rincón japonés Sara posa junto a dos figuras de porcelana que trajo de su viaje de novios. 

Sara Montiel no es hoy la guapa actriz de “El último cuplé”, “La violetera” y tantas otras películas. Hoy es sencillamente María Antonia Abad de Ramírez, una recién casada que va a estrenar con gran ilusión su nueva casa: un piso alto y soleado, decorado por ella misma, que se asoma por su terraza a la Plaza de España, y desde el que se ve a lo lejos, un paisaje apretado de casas chiquitas.
María Antonia o Sara –como ustedes quieran llamarla- ha estado unos días en la playa. En Zarauz y en Palamós. Su piel bronceada contrasta con el traje de hilo amarillo.
Sarita es una mujer de una gran vitalidad, natural y espontánea. Jamás mide el efecto que pueden causar sus palabras, porque tiene la virtud de mostrarse siempre tal cual es. Sin recurrir a poses ni a actitudes premeditadas para expresar su felicidad y su alegría, Sara habla mucho. Sonríe mucho. Se mueve mucho.
-Ya empiezo a tener todo preparado para venirnos aquí muy pronto. En este piso había vivido yo de soltera, pero lo hemos transformado completamente. Faltan todavía unos detalles de obras. Tendrán que venir los albañiles. Odio los albañiles.


La vitrina del cuarto de estar tiene figuras orientales. 


Sara coloca un objeto japonés sobre la mesa, sostenida por dos elefantes de porcelana. 

Recorremos el piso, totalmente alfombrado de moqueta azul, menos el salón, que la tiene de color beige. Azul y rojo son los colores fundamentales en la decoración de la casa.
-Aquí falta colocar un banquito y una mesa de mármol. Aquí, un armario para la vajilla y unas plantas…
En el salón, frente al tresillo y a la chimenea de ladrillo rojo, hay una vitrina con varias figurillas de estilo oriental: dos perros de porcelana fabricados en Tokio, una pareja de loros de colores vivos de Honolulú. Son cosas que trajo de su viaje de novios.
-¿Cuál fue el sitio que más te impresionó de todo el viaje?
-Moscú. Tiene un algo misterioso y tétrico que atrae.
Entramos en la cocina. Es de gresite azul con dibujos. Los armarios relucen. Está ya totalmente terminada. Sara abre los armarios. Los cierra. Posa para el fotógrafo de cien formas distintas. Y se ríe, se ríe mucho cuando le preguntamos si es una buena cocinera. Sí, sí, a ella le gusta la cocina…, sólo que los huevos fritos se le dan bastante mal. ¡La que organiza Sara en su cocina cuando intenta hacer un par de huevos fritos!


La cocina es de gresite azul. Dibujos en las paredes y en el cristal de la ventana. Está ya totalmente terminada. Los armarios relucen. 


La habitación tiene el suelo de moqueta azul, del mismo tono que las faldas de las mesitas. La colcha, granate. La pared forrada de damasco beig. 

Cosas de la vida y cosas del cine
La fama no permite vacaciones. Sarita y Chente no han podido salir de veraneo este año. Algunas escapadas a la playa. Total, nada.
-Tres veranos seguidos sin vacaciones. ¡Ni siquiera veinte días como un empleado corriente!
La actriz prepara el rodaje de su próxima película “La dama de Beirut”. La acción transcurre en Barcelona, París y Beirut. En octubre se darán las primeras vueltas de manivela.
-¿Cantas algunas canciones en la película?
-Sí, unas cuantas. Los productores se empeñan siempre en que cante. Interpreto algunos números de Augusto Algueró; otros de Aznavour. También canto una de Gilbert Bécaud. Esta vez nada de cuplés. Las canciones son totalmente actuales.
Ahora Sarita ensaya los números musicales y, sobre todo, estudia el guión. Es preciso leerlo una y otra vez. Tiene buena memoria para las situaciones, pero le cuesta retener las palabras exactas. Lo mismo le ocurre con las canciones…
-La letra, la dichosa letra, es la que siempre se me olvida. Una vez que presentaba en Brasil una película mía, el público empezó a pedirme que cantase “La rumba chamelona”. Pero no hubo forma. Tuve que decirles: si no me dicen la letra, no hay nada que hacer.
-¿Tienes otros viajes en proyecto antes de la película?
-Sí, iremos a París y quizá unos días al Perú para conocer a unos familiares de mi marido. También pensamos hacer alguna escapadita a Palamós a casa de mis cuñados. Me gusta andar y navegar en fuera borda. Lo malo que tienen estos días de descanso es que siempre vuelvo con unos kilos de más. La cerveza y las gambas a la plancha tienen la culpa.


El modelo de Balenciaga es de muselina negro, cuajado de volantes. 

-¿Sigues un régimen de comidas muy severo?
-Severísimo. ¡Si paso más hambre que cualquier mendigo! Mira, a hora mismo tomo cada día: un té solo para desayunar, un youghourt a media mañana, y de comida y cena, pescado y fruta. A veces tengo que pasar sólo con vitaminas días enteros. Cosas de la vida. Antes tenía que trabajar para comer; ahora no puedo comer para poder trabajar.
Sara juega al tenis, hace deporte. Pero, a pesar de todo, la lucha contra los kilos continúa implacable. Su aspecto saludable ha traído más de una complicación a los productores. En una de sus películas representaba el papel de Dama de las Camelias. Tenía que morir tuberculosa. Pero se hacía difícil imaginar a Sarita tosiendo, víctima de una tisis galopante. No hubo más remedio que cambiar el guión. Y a la fragilísima Dama de las Camelias tuvieron que matarla de un ataque al corazón. Cosas del cine.


Lola, la doncella, coloca los trajes en el armario de la nueva casa. 

Cuando Sara descansa le gusta, entre escena y escena, leer y escuchar música. Música clásica, sobre todo.
-Lo malo que tiene la música clásica es que si te acostumbras a ella, no te gustan después las canciones normales. Ocurre lo mismo que con la pintura. Si vas demasiado al Museo de Prado, después ya no te interesa ninguna exposición.
-Sara, ¿tú eres muy aficionada a la pintura, no?
-Sí. Tengo un Goya en mi casa.
Un Goya auténtico. Y otros cuadros de buenos pintores.
-Tengo entendido que era además una buena pintora.
-Bueno, la verdad es que lo hago bastante mal. Tengo motivos para no estar entusiasmada con mi arte. Figúrate que un día pinté un paisaje de Madrid y me preguntaron si aquello era Viena. Un día intenté pintar en el puente de Segovia. Pero la que organicé. ¡Todo el mundo parado mirándome y los camioneros echándome piropo tras piropo!

Sus modistas favoritos: Balmain, Balenciaga y Christian Dior
Trajes de noche de Christian Dior
Lola, la doncella, es la mano derecha de Sara. Lleva siete años a su servicio, y es la que se ocupa de arreglar sus trajes, de tener la casa a punto, de acompañarla cuando va a rodar. Lola –andaluza por los cuatro costados- es la que coge siempre el teléfono, y se arma a veces un verdadero lío con los nombres, sobre todo si son amigos del señor y se apellidan algún endiablado nombre vasco.


Un retoque al pelo en el espejo adosado al tabique del vestíbulo. 

Además, Lola es una mujer de recursos. Cuando llaman por teléfono preguntando por Sarita, dice con aire indiferente: “Pues voy a ver si está en casa. No tengo ni idea, porque acabo de llegar del mercado ahora mismo, ¿sabe usted?” Lo malo es que –la fuerza de la costumbre- Lola dice a veces la famosa frasecita a las doce de la noche…
Hoy la doncella ha traído una maleta llena de trajes, que cuelga cuidadosamente en el armario de la actriz. La habitación tiene el suelo de moqueta azul, unas mesitas redondas con tapetes también azules y unas bonitas lámparas de pie. La colcha de la cama es de terciopelo rojo oscuro.
A Sara, como a todas las mujeres del mundo, le gusta hablar de trapos. Dentro de pocos días marchará a París para elegir los trajes que va a lucir en la película y también su vestuario de invierno.
-¿Qué clase de conjuntos prefieres?
-Me gustan las cosas sencillas y muy chic.
-¿Tu color preferido?
-El negro. Me alegra que este año esté de moda. Siempre me ha gustado muchísimo. De pequeña me encantaba ponerme el uniforme del colegio, porque era negro. Mi madre me llamaba “La viuda alegre”.
Para demostrarnos su preferencia por el negro se pone un elegante modelo de Balenciaga de muselina negra totalmente cuajado de volantes.
-¿Tu modista habitual?
-En realidad tengo varios. En España me viste casi siempre Inés Higueras. En París, Balenciaga, Balmain y Dior. Los trajes de noche de Dior me sientan muy bien, sobre todo los que están inspirados en Oriente. Siempre me han dicho que los rasgos de mi cara tienen algo de orientales. Hasta en el Japón me lo dijeron.


El cocodrilo disecado podría ser un original adorno para la casa. 

-¿Llevas alguna vez zapatos bajos?
-Jamás. Ni siquiera las sandalias playeras. Encuentro que la elegancia de una mujer es incompleta sin llevar tacones. Además se anda con muchísima más gracia.
Sara se cambia de peinado con una facilidad asombrosa. Al llegar llevaba el pelo recogido; después ha querido variar para las fotos y en un santiamén se ha organizado un graciosísimo peinado de melenita corta.
-Siempre me peino yo y me maquillo yo sola. Hasta para el cine. Llevo el mismo maquillaje ante las cámaras que para andar por la calle.
Se ha hecho tarde. A Sarita le espera el maestro Arozamena en su piso de San Bernardo para ultimar algunos detalles del guión. Antes de marcharnos  nos enseña todas las habitaciones del piso que no habíamos visto. En el salón del fondo hay un bonito rincón japonés y una mesa de cristal sostenida por dos elefantes de porcelana que la actriz compró a la duquesa de Alba. Al lado, una terraza que piensan convertir en galería. Sólo que para eso hace falta que vengan los albañiles. Y ya sabemos: Sarita odia los albañiles.
Dentro de pocos días el matrimonio Ramírez vendrá a vivir a su nueva casa. Un piso amplio… para dos personas. Quizá más adelante necesiten más espacio. A Sara le gustaría que vinieran muchos hijos.
Cuando bajamos a la Plaza de España son las nueve y media de la noche. El tráfico está en pleno apogeo. Ahora la actriz viste un saladísimo vestido hawaiano estampado, de tonos blancos y verdes, que compró en su viaje de novios… Un grupo de chicas que pasa se para para mirarnos. Y una de ellas exclama ya en el colmo de la emoción:
-Pero si es Sarita Montiel, ¡palabra!

Texto: JOSEFINA FIGUERAS
Fotos: ALEJANDRO


EL RECORTE CCCXLVIII
La década de los '60 fue la de su boda con Chente, la realización de su más famosa filmografía y, también, la de los primeros grandes homenajes. Hola, en su número de 2 de Enero de 1965, llevó a sus páginas el ofrecido en Orihuela. El pueblo que la vio partir al estrellato. 

HOMENAJE A
SARITA MONTIEL
EN ORIHUELA

Sarita Montiel es aclamada por el vecindario de Orihuela, donde a la actriz se le tributó un cariñoso homenaje por parte de sus paisanos. 

ORIHUELA.-Ha visitado Orihuela la estrella Sarita Montiel. Sarita dio sus primeros pasos en esta localidad, y Orihuela guarda para ella su mejor recuerdo. A los actos en su homenaje se unieron las autoridades, entre ellas el gobernador civil de Alicante. Sara Montiel ha vuelto a convertirse en María Antonia Abad, la muchachita que en 1942 abandonó Orihuela para convertirse en Sarita famosa. Los actos se prodigaron por toda la ciudad, e incluso Sarita tuvo que cantar “La violetera” ante la reja de un convento de monjas dominicas de clausura.


Sarita con su madre y otros familiares en su casa de Orihuela. 


Sara Montiel postrada ante la Patrona de Orihuela, a quien ofrendó un precioso ramo de claveles. 


En el Ayuntamiento, a la popular actriz le fue ofrecida una placa como homenaje de admiración y simpatía. 


El público estacionado en la puerta del Ayuntamiento, para expresar a la actriz su simpatía y cariño. 


LA FOTO CCCXLVIII


Bellísima, en un rincón de su casa. 

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