sábado, 29 de octubre de 2011

LIFE - 4 de Septiembre de 1961 - Estados Unidos


En un melodrama
SARITA
toma el velo


En el papel de Magda, cantante de cabaret, Sarita, sirena sensual, lleva un vestido provocativo. En Pecado de amor canta el tipo de canción sentimental que la ha hecho popular. 


Con el primer galán, el norteamericano Reginald Kernan, Sarita ensaya una escena. En la película él hace el papel del hombre casado del que ella está realmente enamorada. 


Con hábito de monja, en el papel de Sor Belén, Sarita tiene una expresión beatífica. La ceñida toca tuvo que ser aflojada para que la actriz pudiera expresarse con claridad. 

Una sensual muchacha de La Mancha, tierra inmortalizada por Don Quijote, Sarita Montiel (véase la portada), nada tiene de común con su glorioso coterráneo. Es una actriz y cantante de sentido práctico que se ha convertido en una de las más populares del mundo haciendo papeles que arrancan lágrimas al público. En su última película, Pecado de amor, hace de una cantante de cabaret que en el apogeo de su carrera desdeña el mundo de oropel de las candilejas para hacerse monja. Pero antes de tomar esta resolución, Sarita sufre una serie de vicisitudes. Es juzgada por homicidio, y perdonada. Ha sido amada por tres hombres, dos de ellos padre e hijo. Ella prefiere al padre, que no quiere abandonar a su familia por ella. Y hasta tiene una hija ilegítima, pero se niega a revelar el nombre del padre. Es una historia sensiblera, pero de las del tipo que Sarita sabe cómo hacer triunfar. Su éxito tiene perplejos a los críticos que encuentran su actuación y sus dotes de cantante –no sólo sus papeles- carentes de la inspiración necesaria para inspirar. Pero sus admiradores de España, la América Latina, el Japón, Israel y el sur de Francia, la consideran estupenda y acuden en masa a verla.
Según Sarita, su público llega a los 200 millones, cifra que debe estar muy cerca de la real. La mayoría son mujeres, que le escriben 1.600 cartas por mes. Sus admiradores de ambos sexos gustan tanto de sus cintas, que las ven varias veces y siempre se conmueven hasta las lágrimas. Las canciones de la actriz también los transportan. El éxito de Sarita, que sorprende sobre todo por lo modesto de su talento escénico, quizás se deba más que a nada al encanto de su feminidad. 





Con un pañuelo en la cabeza, Sarita graba canciones de Pecado de amor con el coro de niños de un monasterio del Valle de los Caídos. En la película canta en griego, japonés, francés e italiano. Le gustan los tangos y ha contribuido a revivir la sentimental canción argentina. 

De cabellos cobrizos y ojos castaños, Sarita comenzó su carrera a los 11 años cuando, cantando, ganó una beca para estudiar música y arte escénico. Desde entonces ha trabajado con ahínco. A los 13 años apareció en su primera cinta y en la cubierta de una importante revista española. Así llamó la atención del caricaturista Enrique Herreros, quien pronto se convirtió en su mentor y confidente.
Hace cuatro años la actriz alcanzó fama con El último cuplé, que costó 83.000 dólares y ha producido hasta hoy más de 4.500.000 dólares.
Artista cabal, Sarita leyó a San Agustín antes de rodar Pecado de amor, donde hace de mujer ligera que renuncia a todo para hacerse monja. Pero además de trabajar le gusta divertirse: pasea en motocicleta por los parques de Madrid.



Antiguo amigo y maestro, Herreros escucha a Sarita que lle un manuscrito en la casa de él. Herreros la ayuda a elegir papeles. 
Tras una vuelta en motocicleta, Sarita se detiene a saborear un helado en Casa de Campo. Fue reconocida por la gente. 


EL RECORTE XL
El rodaje, grabación, estreno de esa película mítica de Sara Montiel, 'Pecado de amor', creó en la época mucha expectación e interés. Revistas de todo el mundo se hicieron eco de la misma. Quizá por volver a ver a la estrella, quizá por el morbo de su sensualidad entre los hábitos.... Sea lo que fuere, todo convirtió a este film del que este año celebramos su 50 aniversario, en otro éxito rotundo y mundial de la Montiel. Muestra de todo esto es este reportaje que la revista Blanco y Negro publicó el 16 de Septiembre de 1961.


SARA MONTIEL
EN ‘SU ULTIMO FILM’:
‘PECADO DE AMOR’,
DIRIGIDA DE NUEVO POR
LUIS CESAR AMADORI



Tenía un gran interés en ver a Sara Montiel con el hábito de monja, pero no pude ver cumplidos mis deseos porque cuando llegamos a la plaza de Santa Isabel, ya ‘Madre Belén’ y los demás del equipo habían levantado el vuelo, regresando a la C.E.A. Habían ‘rodado’ casi toda la mañana en el claustro del Hospital Provincial, en donde se reunieron casi dos comunidades completas; una de ellas, la cinematográfica, integrada por las muchachas de la figuración, y la otra, la auténtica, ninguna de cuyas hermanas aparecen para nada, naturalmente, en la película, pero que entre escena y escena se fotografiaron muy gustosamente con Sara, a la que no se cansaban de mirar y admirar, no encontrando otro pero a su caracterización que los altísimos tacones que llevaba bajo los hábitos.
Por pronto que quisimos llegar al estudio, ya Sara estaba otra vez de seglar y, triste es decirlo vestida de presidiaria, esperando el momento de intervenir a las órdenes de Luís César Amadori –Gino para sus amigos-, que ha sido en estos días alcaide de esta prisión de paredes de escayola y rejas de madera pintada de gris, en comunicación directa –cosas del cine- con una amplia sala de fiestas que fue decorado hace unos días para otra de las secuencias del ‘film’.
Por fortuna, nuestra llegada coincidió –así me lo explicó Enrique Herreros, el gran dibujante y humorista, autor de tantas ingeniosas portadas de ‘La Codorniz’- con el feliz momento en que la protagonista, cumplida ya su deuda con la Justicia, abandona aquellos muros entre los que vivió, en espera de su  absolución, alcanzando al fin la libertad, aunque no, desgraciadamente, la felicidad, para ella ya inalcanzable.

Mientras preparaban la escena me di una vuelta, acompañado esta vez por Enrique Herreros Jr., por los distintos ‘platós’ en los que, día por día, ha ido Alarcón dejando constancia de su arte y habilidad de decorador. Algunas de sus obras, cumplida ya enteramente su misión, son ahora sólo desolación y ruina, ‘Sic transit gloria mundi’. 

Otras en cambio, en activo aún, impresionan por la justeza de su ambientación. Así, después de atravesar un zaguán y una galería de amplios ventanales que respiraban auténtica paz conventual, me sorprendí a mí mismo hablando en voz muy baja, casi cuchicheando respetuosamente, al llegar a la ‘capilla’, ante cuyo ‘altar mayor’ –flores y velas en torno a una dulce y policromada imagen de la Virgen- estuve a punto de hacer una genuflexión. En este decorado, precisamente, canta Sara acompañada de los Coros de la Abadía del Valle de los Caídos, una de sus canciones inspirada en el ‘Sueño de amor’ de Liszt, muy a tono con su ambiente recogido y austero, como igualmente se corresponden las restantes, con la frivolidad de sus respectivos escenarios: ‘el famosísimo chotis “Pichi” y la “Canción de los nardos”, “Sous les tois de Paris”, “La petite tonkinoise”, el famoso “Tápame” y una tonada griega llamada “Ti-na-ine”, cuyo título significa “¿Qué será?”, y en la que Sara hace gala de una perfectísima pronunciación que maravilló a un grupo de griegos que visitó días pasados el estudio.
La película –según me fueron contando- es una autobiografía de la protagonista. Para conmover y ablandar el corazón de una de las más indómitas y rebeldes de las reclusas, la ‘Madre Belén’, la encantadora ‘Madre Belén’, va contándole –pasaje por pasaje- su propia historia, en cuyo balance triste y desfavorable, cuentan más las penas, los sinsabores y los desengaños, que las auténticas alegrías. ‘Magda’, que así se llamó en el mundo ‘Madre Belén’, fue artista de fama, aplaudida por los públicos y cortejada por los hombres, entre los cuales hubo tres que influyeron más o menos decisivamente en su vida: el pianista bueno y abnegado, enamorado sin esperanzas, siempre constante y fiel compañero –Rafael Alonso-; el aventurero cínico y sin escrúpulos –Gerard Tichy-, y el que es para ella el amor imposible, personificado por Reginald Kerman, actor norteamericano que tiene una brillantísima hoja de servicios como periodista y médico e investigador de la Escuela de Harvard, y cuya biografía cinematográfica es, por el contrario, muy reducida, ya que hace poco más de un año actuó por primera vez ante las cámaras con Simone Signoret en ‘Les mauvaises coups’.



Así va la ‘Madre Belén’ narrando, y así los episodios más destacados y trascendentales de su vida van desfilando por la pantalla: alegres y bulliciosos en la época de sus triunfos; triste y aun desgarradores cuando se tuerce su destino o cuando ha de responder ante los tribunales de un delito del que es enteramente inocente, y por fin tiernos y conmovedores, cuando renunciando a todo vuelve los ojos al Único que puede darle consuelo y escoge el mejor camino.
Por eso ‘Magda’ se convierte en ‘Madre Belén’, y por eso, también, en los comienzos de la película y en el desenlace, enmarcan tocas monjiles el óvalo perfecto del rostro delicadamente bello de Sara Montiel. Ella está encantada desde luego con su papel, y se ríe al recordar cómo durante el rodaje de exteriores, la tomaron más de una vez por una verdadera religiosa, confusión que es indirectamente un sincero y cumplidísimo elogio a su perfecta caracterización.
Ya sólo quedan poquísimos días de rodaje en Madrid, y luego ella y otros de los principales intérpretes marcharán a Atenas, en cuya Acrópolis se tomarán algunas escenas, y más tarde, nada menos que a Japón, con el mismo objetivo. Por otra parte, también Schubert, el famoso modista italiano; el madrileño Pedro Rodríguez, y el también español, establecido en París, Balenciaga, contribuyeron a compensarla, con los modelos que crearon para realzar la esbeltez de su figura, las molestias y agobios del atuendo monjil, para ella muy favorecedor, pero sumamente calurosos, en los pasados días de agosto, en los que las paredes del estudio parecían despedir fuego.


A Sara Montiel le arreglan las medias para el rodaje. 

Ya casi a punto la escena, Amadori me hizo sentarme junto a él y tuvimos una breve conversación:
-Creo que ‘Pecado de amor’ no se parece a ninguna de las anteriores películas de Sara. Sin embargo, todas ellas tienen un común denominador: la canción. Esa ha sido mi principal y única dificultad, la de dar a cada una de las que aquí canta un aire diferente de las de sus otras películas que realizó bajo mi dirección; tarea nada fácil que requiere un meditado estudio y en la que creo haber acertado. Por lo demás, ya Sara y yo nos entendemos sólo con mirarnos, y únicamente he de luchar con ella para vencer su obstinación, originada casi siempre por un exceso de modestia. Por ejemplo ahora, en un principio, se negó rotundamente a cantar el “Pichi”, alegando que ya Celia Gámez lo había hecho de un modo insuperable. Logré al fin persuadirla de que a una misma canción pueden dársele dos interpretaciones enteramente diferentes y ambas igualmente acertadas…


Estaba todo listo y preparado para el rodaje y Amadori tenía cierta prisa. Era sábado y él tiene costumbre de pasar el fin de semana con los suyos en su casa de Alicante. Se encendieron, pues, las luces, y poco después empezaba a ‘rodar’ la cámara, mientras Sara, acompañada de dos monjas, avanzaba hacia la libertad, por aquel pasillo de proporciones relativamente reducidas, pero que un sorprendente truco escenográfico convertía, al encenderse el forillo, en una galería larga, larguísima, casi interminable…




Luís César Amadori con Sara Montiel y Reginald Kernan. 

Por Guillermo BOLIN


LA FOTO XL

Celebrando los 50 años de Pecado de amor

viernes, 21 de octubre de 2011

VIE NUOVE - 24 de Junio de 1959 - Italia


ANTEPRIMA LA LUX FILM PRESENTA
LA VIOLETERA


E’l ultima notte dell’anno 1899: sta per nascere il secolo ventesimo. All’ingresso del teatro Apollo, a Madrid, scoppia una lite fra Consuelo, graziosa venditrice di fiori, e alcune sue compagne di lavoro. Il litigio permette a Consuelo di far la conoscenza con Fernando, un giovane aristocratico gaudente.


Fra Consuelo e Fernando nasce una simpatía, che ben presto si trasforma in amore. Un banale incidente fa comprendere a Consuelo che Fernando appartiene a un mondo a lei estraneo: ella cerca perció di allontanarsi dal giovane nobile. Fernando ama, però Consuelo e renuncia a sposare una aristocratica.


I due giovani vivono, da quel momento, giorni pieni di felicitá. Ma il sogno è di breve durata, poiché Fernando, pur soffrendone, é costretto a lasciare Consuelo. L’occasionale incontro con un famoso empresario francese, che ba scopeto in Consuelo una bellíssima voce, decide il destino di Consuelo.


Consuelo viene scritturata e si reca a Parigi. Ha cosi inizio una carriera trionfale. Intanto, Fernando sposa la nobildonna, alla quale era legato prima di conoscere Consuelo. Ma il matrimonio è infelice. Allorché Consuelo ritorna a Madrid, Fernando le confessa la delusioni sofferte e che l’ama ancora. Questa volta è Consuelo a sfuggirgli, ancora amareggiata per la vecchia delusione.


Imbarcatasi a bordo di una nave, diretta in America. Consuelo affronta i pericoli di un drammatico naufragio. La norte la risparmia, ma Consuelo, a causa dello spavento, non sarà più in grado di cantare. Povera e abbandonata, nella notte di Capodanno, Consuelo rincontra Fernando. D’ora in poi vivranno insieme. L’esmozione provata è tale che Consuelo riacquista la voce.


EL RECORTE XXXIX
Mucha expectación a finales de los 50 por el nuevo proyecto de Sarita Montiel tras su exitoso 'Último cuplé'. Todo levantaba expectación: decorados, canciones, diálogos..... y los nuevos proyectos de la estrella. Así lo recogía la revista Blanco y Negro el 28 de Diciembre de 1957. 


 SARA MONTIEL
cantará diez ‘cuplés’ en
‘LA VIOLETERA’
Tony Soler y la veterana Blanquita Suárez interpretarán los restantes
El ‘rodaje’ de la película en Eastmancolor que dirige el argentino Luís César Amadori, con Raf Vallone en el primer papel masculino, va ya muy adelantado. 


De nuevo, el Madrid gracioso y pintoresco de principios de siglo va a ser reflejado en la pantalla, y otra vez están de enhorabuena los aficionados al cuplé. En “La violetera”, que actualmente se está ‘rodando’ en los estudios C.E.A., los hay para todos los gustos, incluso dos que, importados de Francia, se hicieron popularísimos entre nosotros: ‘Sous les ponts de París’ y ‘Mon homme’, la deliciosa melodía de Ivain que fue en España ‘Es mi hombre’.
Desde luego, la época es sumamente fotogénica, y mucho más gracias a las pequeñas libertades que en esta clase de ‘films’ suelen tomarse los figurinistas y aun más los peluqueros, con vistas a realzar la belleza de la ‘estrella’. Por otra parte, hoy día, el espectador agradece el que se le traslade, aunque sólo sea durante la hora y media de proyección, a otros tiempos sin ‘sputniks’ ni proyectiles intercontinentales, y aun los que no los alcanzaron experimentan una profunda nostalgia cuando, por ejemplo, oyen hablar o referir anécdotas y sucedidos sobre la famosa cuarta de Apolo.
Precisamente ante la puerta de este teatro, cuya desaparición provocó tantos y tan desgarradores ayes de dolor en la Prensa madrileña, se inicia la acción de la película. Soledad ‘la violetera’ y Fernando –que ya hasta el final será su galán- se encuentran allí por primera vez en una noche sonada: la del 31 de diciembre de 1899, que pretendió arrebatar a la última de 1900 la gloria de ser la que cerró el siglo de las luces.
Así comienza la historia, una historia de amor que se desarrolla en los más variados escenarios: desde el ‘café-concert’, concurrido por un público abigarrado y vocinglero y en cuyo tabladillo de mal pintados telones surgen los cuplés que luego ha de cantar toda España, hasta el elegante ‘restaurant’ trasunto del famoso L’hardy, punto de reunión de elegantes y reputados gastrónomos. Y para que nada falte a la detallada pintura de la época, incluso Soledad, la protagonista, viaja en el ‘Titanic’ cuando sucede la tragedia, el espantoso naufragio, que conmovió al mundo entero. Se salva, sí; pero pierde el tesoro de su voz. 

Tranquilícense, sin embargo, los admiradores de Sarita Montiel. Eso es ya al final de la película y en cierto modo un ardid de buena ley para provocar el ‘suspense’ –un ‘suspense’ pequeñito- entre los espectadores. En los últimos metros, una gran emoción –la de volverse a encontrar con Fernando- obra el milagro, y Soledad vuelve a cantar –admirativamente- ‘La violetera’.
Mientras todo esto pasa, Arozamena, Villegas López y Amadori, los tres argumentistas, se las arreglaron para dar ocasión a que el espectador saboree la gracia del ‘Arsa catapúm’ de ‘El polichinela’, que creó Consuelo Bella ‘la Fornarina’; ‘Frou-frou’; ‘Rosa de Madrid’, muy posterior; ‘Flor de té’, ‘Mimosa’, ‘Mala entraña’ y ‘Agua que no has de beber’, todos ellos de Raquel Meller, los dos franceses antes citados y claro está que el cuplé que da nombre y tema a la película. Pero no todas las canciones están a cargo de la Montiel. También Blanquita Suárez, que tantos éxitos obtuvo en el género, resucita un viejo y absurdo cuplé que hizo furor: ‘Venga alegría’, y finalmente, de otros dos números musicales, ‘Soy castañera’ y ‘La primavera’, este último de dos maestros del cuplé, Cadenas y Retana, se encarga la graciosa Tony Soler. Precisamente, ella y Sarita Montiel están actuando cuando entro en el decorado –‘casa de Soledad’-, después de recorrer, acompañado amablemente por Amadori, otros instalados en el mismo ‘plató’: un grandioso salón en el que dentro de unos días se ‘filmará’ un ‘ballet’ y el ‘café-concert’, gracioso y muy bien ambientado, en una de cuyas paredes campea un gran rótulo: ‘Feliz año 1900’.

En un rincón, Benito Perojo presencia el ‘rodaje’, Amadori da la orden de empezar. La escena es corta y sencilla, aunque a Sara Montiel, muy justificadamente, no se lo parezca.
La cámara recoge su rostro en el espejo en el que finge mirarse, pero que a ella sólo le devuelve, naturalmente, la imagen de la misma cámara. Por ello no tiene punto de referencia, sobre todo para el movimiento de manos, que es de importancia vital en el plano.
Pacientemente, Tony Soler, que en principio está fuera de campo, repite sus frases, una y otra vez. Interpreta a una artista de variedades que enseña a una compañera sin experiencia la manera de saludar, correspondiendo a los aplausos del público.
-Primero se sonríe una… Luego levanta las manos… (las dichosas manos) y se mueven los dedos como si se rascase el aire…
Sarita ha de volverse muy extrañada:
-Oye, tú, ¿cómo se rasca el aire?
-Pues, hija, como se rasca una la espalda…
Unos momentos después están las dos juntas y la cámara, al retroceder en ‘travelling’, las recoge en grupo, oyéndose las últimas palabras de Tony, que aprueba en francés macarrónico:
-‘Charmán’, ‘mervellé’…, que quiere decir que está bastante bien…



Raf Vallone -Fernando- y Soledad -Sara Montiel- se sonríen, bajo la mirada de reproche de Ana Mariscal, que, en el papel de Magdalena, condesa de Bahía, interviene en el 'film' en 'colaboración especial'.

La Montiel no se siente satisfecha. No sabe a qué altura exacta debe colocar las manos, y, pese a que unos y otros la tranquilizan, teme siempre que salga malparada la naturalidad.
En un breve descanso, me dice que no sabe aún si su próxima película será ‘La tirana’ o ‘Carmen la de Ronda’, nueva versión del famoso personaje de Merimeé. Por lo pronto, se va a Hollywood a pasar una temporada con su marido, Anthony Mann.
Vuelven pronto a ‘rodar’ y surgen de nuevo las mencionadas dificultades. Sarita Montiel está guapísima con un traje ‘de entrecasa’, que diría un traductor dudamericano, en los dos tonos de la flor de verbena.
Tony, muy peripuesta de terciopelo verde y verdadero derroche de pasamanería, sigue, durante los nuevos intentos, repitiendo incansablemente:
-‘Charmán’, ‘mervellé’… ‘Charmán’, ‘mervelle’, que quiere decir…


Texto: Guillermo BOLIN
Fotos: T. Naranjo y Simón López


LA FOTO XXXIX



Otra instantánea de la estrella en la exitosa 'La violetera', película y canción que la catapultaron totalmente en el mundo entero. 



viernes, 14 de octubre de 2011

DF Guia - 14 al 20 de Julio de 1965 - España


Sara Montiel en 'Cada noche un amor'. Así se llamó en México su película 'La dama de Beirut'. De una u otra manera, el caso es que nos encontramos ante una nueva joyita mediática de la estrella, que ha vuelto tener a bien compartir con todos nuestro amigo Francisco. Gracias otra vez. 

CADA NOCHE UN AMOR

Sara Montiel vuelve a nuestras a nuestras pantallas. Ahora con una canción tema ciento por ciento mexicana. Y con más canciones mexicanas acompañando al tema. 


Siempre acompañada de apuestos galanes, ahora está acompañada por Gean Carlo del Duca, actor italiano que en poco tiempo ha logrado gran renombre en Europa. 


'Cada noche un amor' es, por Sara Montiel, por de Duca, por los bellos colores y los inolvidables lugares que usted recorrerá siguiendo las aventuras del film, el estreno esperado y que hay que ver. Se estrenará en el cine 'Las Américas'.


Tan bella como siempre, Sara Montiel, dueña todavía de las taquillas de medio mundo, interpreta en 'Cada noche un amor', otro éxito mundial debido a un mexicano, 'Perfidia'.
En 'Cada noche un amor', la bella estrella hispana vive como el título del film señala, diversas aventuras. La película es, por ello, muy distinta a todas sus anteriores. 


EL RECORTE XXXVIII
Casi recién salida del horno. El pasado lunes 10 de Octubre del año que estamos en curso, 2011, la revista TV y Novelas, nos sorprendía en su portada con un diálogo entre dos grandes estrellas: Silvia Pinal y nuestra Sara Montiel. Esto es lo que recoge este número del magazine mexicano que se completaría con una entrevista por televisión que ayer emitió un canal mexicano. 


(Pincha para ver más grande)

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-¿Y habrá boda, Sarita?
SM: No, no habrá. Él es soltero y yo también soltera, pero somos muy amigos. Viajamos mucho, ahora queremos irnos, para fin de año al desierto, que nos gusta mucho.
-¡Y no para de trabajar, verdad!
¿Adónde se va pasado mañana?
SM: Me voy a Alicante, Murcia y Valencia, con mi show de dos horas y media cantando. Y luego el año pasado me hice 36 plazas, y el antepasado más todavía, porque en Zaragoza hice 120.
-¿Y cómo se viste?
SM: A lo Sara Montiel, de folclórica no tengo nada. Canto canciones de mis películas, las más famosas como La violetera, El último cuplé, Ojos verdes; o sea, todo lo que canto es de películas o temas que escriben para mí. Alguna cosa nueva, con piano de cola, me dan la introducción… Yo adoro México, me ha gustado mucho, me abrazaron desde la primera vez que pisé su tierra, por eso yo tengo que estar agradecida, si no eres agradecido, no eres bien nacido. Tengo mi carta de naturalización de mexicana. Cuando he ido ahí a trabajar, nunca lo he hecho con visa de trabajo, yo soy mexicana. Lo que pasa es que España no te abandona, no te echa fuera, te deja tener otra nacionalidad. En los dos matrimonios primeros me casé en mi casa de Hollywood, con Tony, y el cónsul mexicano fue el padrino. Y cuando lo hice por segunda vez, que fue el 22 de agosto de 1957, estuvo el cónsul mexicano y el padrino fue el cónsul español. Yo vine a trabajar a España con mi pasaporte mexicano, hice los contratos con mi pasaporte mexicano, y luego, ya más adelante, me dijeron, ‘si ya te vas a quedar en España, pues sácate el pasaporte español para entrar a Europa’. Y tengo dos pasaportes.
Entonces, hay que ir a México…
SM: Sí quiero, y ya podría, porque tengo 83 años y medio. 

Qué de recuerdos con Sarita Montiel, las películas…
SM: Yo tengo muchos, con el maestro Gonzalo Curiel hice Piel Canela, él compuso la canción para mí, para la película; la Warner es la que me vio en Los Ángeles en el cine mexicano del downtown. Y de Piel Canela me dieron el contrato para tres películas, La hija de un torero, y ahí conocí a mi marido, nos enamoramos y casamos.
Silvia también se casó cuatro veces, pero se enamoró no sé cuántas más…
SP: Ay, sí, pero yo lo voy a comentar en un libro, a ti no te voy a decir nada, ja, ja, ja.
SM: Yo ya lo tengo, es un libro de Plaza & Janes que se llama Vivir es un placer, se publicó en Buenos Aires, Argentina, en Francia, en Italia y en España. Y mi biografía salió también en el 99, cuando yo iba a México, que de México me fui a Buenos Aires, y estando ahí salió. Ha tenido mucho éxito, va por la treinta y tantas edición.
¿Y nunca tuvieron un novio que anduvo con las dos?
SP: No sé.
SM: Pero yo sí lo sé. Conozco a algunos tuyos y tú conoces a algunos míos porque es lógico, las dos hemos sido y somos muy famosas, guapísimas, así que cuatro maridos es poco para nosotras.
SP: Ja, ja, ja, claro, está dicho y lo has dicho muy bien.
Y también se han equivocado con los amores…
SM: Equivocación hay en todo, existen los divorcios, si te divorcias es un fracaso, no es una equivocación. Te casas enamoradísima y crees que es tu vida para siempre y resulta que no, y entonces, tenemos la suerte de que yo era mexicana y me podía divorciar cuando quisiera, porque las españolas, pobrecitas, estaban atadas, se casaban y nada de nada. Decían las hijas jóvenes de mi edad y de mi época: ‘yo no me puedo divorciar, y la Sara ya se divorció de Antonio’, y me divorcio del tercero y del cuarto. Es que con Franco no existía el divorcio, yo estaba señalada por haberme casado con un americano por el civil, estaba en un pecado mortal, estuve ocho años casada con él, un hombre maravilloso. Lo que pasa es que al final, pues nada, vino el divorcio aquí a la embajada americana y estaban todos los paparazzi y mi jefe de publicidad, Tico Medina, salimos Tony y yo divorciados, ya que había venido el divorcio de Los Ángeles a la embajada americana, salimos solteros. Y nos dicen: ‘¿Y ahora qué van a hacer ustedes?’ Y yo dije: ‘nos vamos a casa’. Y dicen: ‘¿Cómo que a casa?’… Y es que estuvimos juntos un año después de divorciados.
¿Y entonces para qué se divorciaban?
SM: Porque él me llevaba 24 años y cuando yo tenía ganas de trabajar, de salir, de vivir, él no, y luego, fíjate que yo me casé en artículo mortis con él. Él tuvo un ataque al corazón gravísimo y su hija me lo pidió, pero él sí se dio cuenta de que nos estábamos casando, teniendo como testigo a su hija.
Sarita, ¿y qué pasó con el cubano?
SM: Nos casamos, y a los ocho días, él se marchó con su hija a Cuba. Y a los tres meses, porque antes de tres meses aquí no puedes pedir la separación, yo la pedí y nos separamos en Cuba en el consulado español. Yo recibí la separación, fue un convenio que hicimos los dos, que no se dice.
¿Es verdad que se llevó todas las fotos?
SM: No, él tenía más fotos que yo cuando le conocí. Eran propiedad de él, eran fotografías mías que él había conseguido y que ni siquiera tenía yo. También tenía cuatro películas en 18mm, era un loco, le llamaban el ‘Sarito’ en la escuela, mucho antes de conocerle, por la admiración que me tenía.
¿Y se vestía de Sarita Montiel?
SM: Se vistió aquí de ‘Violetera’, me dijo que tenía que hacer un dinerito.
O sea, ¡¿era gay?!
SM: No lo he visto ni me he acostado con él. Él y yo teníamos un pacto, por eso me llamó alguien mentirosa, pero teníamos la exclusiva de una revista, y yo no me iba a descubrir como hacen todos, que no se descubren para que les paguen. Fue un arreglo entre él y yo de la boda… Si es gay, no lo sé. Es muy guapo, de padres españoles, son canarios los abuelos, la madre de ojos azules, es muy majo y es buena persona. 



Sara Montiel y Silvia Pinal en la casa de la española. 

¿Y los hijos, Thais y Zeus?
SM: Mis hijos, muy bien, están guapísimos y son buenísimos. Mi hijo está trabajando en Turismo, ha dejado de cantar, porque aquí no hace nadie un disco, las discográficas nada, como Luís Miguel que dijo: ‘para qué voy a hacer un disco si me lo roban, y no hago nada’. Es verdad, aquí pasa lo mismo. Tiene una voz preciosa, estuvo intentándolo, le iba bien, pero cayó esto del disco. Él iba a contratarse con EMI, que es la que tiene todo mi material y lo probaron, grabó unas canciones y les gustó muchísimo.
¿Y qué hace la hija?
SM: Trabaja con Londres, desde su despacho con la Discovery Chanel. Ella es licenciada en Literatura Inglesa, por Cambridge. Es una niña muy bonita y letrada, sabe todo del siglo de oro español, inglés, francés, alemán. Y también es abogada.
¿Qué es lo que más le decían que les gustaba de Sara Montiel?
SM: No tengo la menor idea.
Las piernas, el busto…
SM: La verdad que no… Mira, ahora poniéndose todas pecho y yo quería quitármelo, porque desde que tenía 12 años iba encorvada, y las sigo teniendo. Yo me quería quitar, porque una nunca está contenta. 
¿Y las dos se desnudaron en el cine?

SP: Yo sí, en Simón del desierto y en Divinas palabras cuando salgo en la jaula y me mata el pueblo a pedradas.
SM: No, yo no.
¡¿Y desnuda?!
SP: Sí, tú no sabes cómo me sentía, porque el salir desnuda no es fácil, y además había ciento y tantos extras, pero Juan Ibáñez, que era el director, era un hombre muy inteligente, y me dirigió muy bien. Con Buñuel era diferente, era más discreto.
SM: ¿Sabes que Luís no me hablaba? Se enfadó conmigo.
SP: ¿Por qué?
SM: Porque yo no quise hacer dos películas con él, porque eran muy feas, los guiones eran muy malos. La primera que me ofreció le dije que no, y no sólo quería que yo le dijera que no, yo lo conocí en casa de don José Puccer, que puso el barco en Francia a los republicanos para llegar a México, que los aceptara, que iban a vivir ya. Lázaro Cárdenas era el presidente.
SP: Pero Luís no fue exiliado.
SM: No, no, digo que yo lo conocí en la casa de dos José Puccer, que fue ministro de Sanidad en la República nuestra, en el año 1934. Él puso el barco para todos los españoles en México. Yo iba a cumplir a 23 años, y entonces me ofreció una película, me dio el guión y no me gustó. Le decía yo a don José: ‘ay, como le voy a decir que no a este hombre con lo famoso que es, pero, en verdad, a mí no me gusta’… Al poco tiempo hice yo la exclusiva de las tres películas con Miguel Zacarías, que su hermano era el productor, pero él era el director, el que descubrió a María Félix en su casa, en la cocina de don Miguel Zacarías. María estaba ahí esperando que saliera su marido de Los tres calaveras, estaban cantando en una fiesta de don Miguel, que preparaba El peñón de las ánimas con Jorge Negrete. La vio a ella y le dijo: ‘pero usted no es de cine’, ‘no, yo no soy de cine’, y la metió en la película y la descubrió él, Miguel Zacarías. Cuando ella cumplió 84 años pasó el día y la noche entera conmigo, aquí en Madrid, cuatro años antes de morir. La llevé a un restaurante, era un lunes, todo estaba cerrado, y uno sí me abrió, ella quería comer una paella. Tomó champaña. Me fui con ella porque no quería dormir sola en el Hotel Ritz, al que siempre llegaba. Mandé a mi chofer para que nos recogieran a las 11 de la mañana, desayuné con ella, me la llevé al aeropuerto, la metí en el avión, me subí con ella en el avión, y no la dejé ni un momento. Me despedí de ella y me dijo: ‘Sara, me gustaría que cuando vinieses a México, no llegaras a ningún hotel, sino a mi casa’, y se despidió diciéndome esto que jamás se me olvidará: ‘Te deseo lo mejor, y te deseo que te mueras antes de enterrar a un hijo, que tengas esa suerte’. Tiempo después, la llamé porque iba yo con Tony a México a hacer una entrevista. Ella me dijo: ‘ven a casa’, y entonces, yo no necesitaba entrar a México con visa, pero Tony sí, entonces, en vez de llegar un día antes de morirse María, llegamos después. Se hubiera muerto conmigo, pero el destino es así… Ella me tenía preparada la habitación y todo. Cuando me dan la noticia, yo llego a México destrozada, luego me enteré de lo que habían hecho los hermanos, que ella había dicho que no los quería porque eran muy malos. Me dijo: ‘qué tal familia tienes, Sara’, y yo ‘maravillosa’, y me dice: ‘yo no he tenido esa suerte’. Ella era la novena de once hermanos. Había un hermano que se le murió, que era al que ella quería, con los otros no se hablaba. En cambio, tuvo a su madre en su casa, que murió con ella, porque los hermanos no se hicieron cargo para nada. Y murió con 101 años. Longeva. El padre, de 88 años.
SP: Yo conocí al hermano que ella quería, era güero.
SM: No recuerdo su nombre… A mí no me quiso conocer nunca, me echó del set. Ella estaba haciendo Carmeña, con Jorge Mistral, en el set al lado del mío.  Yo estaba en Necesito dinero. Don Miguel me dice, ‘si quiere usted conocer a María, está haciendo una película’. Llegué muy prevenida, ella se encontraba en una ventana y Jorge hablándole, y ella mirando para acá. El set era muy grande, pero me vio en la esquina, sale a la ventana y dice: ‘aquella señorita que está ahí enfrente, fuera del set, porque no tiene nada que hacer aquí’, y me echó. Me echó dos veces, de dos sitios, aquí le hicieron una fiesta en el Ritz y no quiso tomarse una fotografía conmigo. 

SP: ¿En serio? ¿Le dieron celos?
SM: Fue en el año 50, y cuando estuvo por hacer en los años 40 una película de Miguel Mihura, Si Fausto fuera Faustina, y Miguel me dice, ‘no te preocupes que te la voy a presentar, le van a hacer un coctel en el Ritz’, fue y me dijo: ‘yo con esta niña no me retrato’. Y yo siempre defendiéndola, era preciosa. Tenía una anécdota que contaba siempre, estaba ella haciendo Doña Bárbara, y la madre de María Eugenia Marqués le dice: ‘usted tuvo que ser muy guapa de joven’, y la contestación de María: ‘ay, mire, tiene tantos tantos años, que no me acuerdo’.
SP: Hay otra anécdota de María. Ella salió de circunstancias muy difíciles de México y cuando regresó, volvió triunfante, habían borrado aquella frase horrible que se había publicado en el periódico.
SM: ¿Qué frase?
SP: Que le gustaban las mujeres. Entonces llegó y un periodista se acerca y le dice a María: ‘pero dígame, de verdad, ¿a usted le gustan las mujeres?’ y le dice: ‘si todos los hombres son como usted, sí’.
SM: Era muy preparada.

¿Por qué no tuvo hijos (biológicos)?
SM: La primera vez aborté con seis meses, se me murió dentro. Por la parte de mi madre han tenido hijos muy grandes, una hermana a los 62 años, otra a los 59, yo lo iba a tener a los 47 cuando quedé embarazada, y la última vez que iba a tener otro bebé era a los 51 años. Yo tuve 11 abortos, y uno porque me caí, por la única escalera que me he caído en toda mi vida, en mi casa de Hollywood. Tenía ocho meses de embarazo, me caí sentada; tenía 30 años… Otra vez me embaracé durante la película La violetera, y a las dos o tres horas empecé a sangrar, me llevaron al hospital y me hicieron una cesárea, pero se murió dentro. Las cenizas están en Nueva Jersey, donde tiene enterrado Tony a toda su familia, ahí está mi bebé de ocho meses.
Sarita, muchísimas gracias. Qué maravilla platicar con estas dos grandes mujeres, que Dios nos las conserve muchos años.
SP: Sarita, en México te rendimos un homenaje de todo el público, gracias por existir, por ser tan generosa.
SM: Por Dios, gracias cariño, ¡salud!


LA FOTO XXXVIII



Una jovencísima Sara Montiel en su época mexicana. En este caso en la película 'Vuelve Martín Corona', en la que compartió cartel con Pedro Infante. 


Búscanos en facebook, Sarascover Sara Montiel, y forma parte de esta gran familia de admiradores de la superestrella española. Ya somos más de 1100 de todo el mundo. 
¡Te esperamos!

viernes, 7 de octubre de 2011

AMA - Primera quincena, Julio de 1974 - España


“SARITISIMA
Llegó vestida de ibicenca: túnica blanca bordada, collares y amuletos al cuello, pamela con flores en la cabeza y un hermoso capacho colgado del hombro, Sara Montiel es, por sí sola, un divertidísimo y atractivo espectáculo. Desde Mallorca vino a Madrid para presentar su película “Cinco almohadas para una noche”.
-Tengo una gripe horrible. Mis catarros son como mis amores: cuando me cogen no saben cómo soltarme.
-¿Está Sara en su mejor momento?
-A medida que pasa el tiempo, para una artista de mi manera de ser y de actuar, mi personalidad se va consolidando. No es que esté en mi mejor momento, sino que estoy evolucionando hacia algo positivo, porque yo me doy al público de verdad, sin trucos. Mi éxito de mis novecientos setenta y cuatro es muy verdad, y esto al público le llega porque no le he desilusionado.
-¿Crees que por ahora nadie te puede hacer sombra?
-Pues mira, tenemos muchas actrices y muchas cantantes importantes. Lo que ocurre es que yo sigo siendo Sara Montiel, sin parecerme a Pepita Pérez. No imito a nadie, al contrario, me imitan a mí. No es que no existan otras. Desde que soy Sara Montiel han salido Marisol, Rocío Dúrcal, que empezaban en el cine cuando yo tenía películas de éxito. Ellas son buenas actrices y buenas cantantes, y ahí están otras de mi época, pero si no se conservan en alcohol y se hacen todas las estéticas que a mí me cuelgan, porque, vamos… ¡sólo falta que digan que me he hecho la estética en los pies! Que, por cierto, los tengo muy bonitos.





PUBLICO FEMENINO

-Pero, ¿dónde reside tu éxito?
-No lo sé, y me gustaría saberlo; porque, si, como se dice, nadie es profeta en su tierra, yo he conseguido serlo aquí y fuera de aquí. En Rusia, por ejemplo, que tiene no sé cuántos millones de habitantes, he triunfado. He ido a la Argentina, que todos dicen que son italianos y unos cuantos gallegos, y se matan por mí. Voy a Méjico, donde cuentan que sólo hay aztecas y mayas, y se organizó el escándalo… O sea, que no sé por qué le caigo bien a la gente. Sobre todo a las mujeres. Últimamente lo he podido comprobar en el teatro. De repente se levanta el telón, en las funciones de la tarde, y veo que la mayor parte del público es femenino. Para encontrar a un hombre en la sala y sentarme sobre sus rodillas, cosa que forma parte de mi primer número, resulta bastante difícil.
-¿Este público femenino que acude a verte es joven o maduro?
-Hay de todo: chicas jóvenes y señoras de edad mediana. No mayores, porque hoy no existe la vejez. Sólo es vieja aquella persona que se siente así. Son esas señoras que ya son abuelas, que tienen sus hijos ya casados, que se reúnen con un grupo de amigas y se van a ver a Sarita Montiel. Por la noche, el público era más heterogéneo. Hasta los “hippies” venían a verme, porque les interesaba como un personaje extraño.



Sara se presentó radiante de "hippismo": flores, collares, colgajos y exaltación del amor. 

“SOY UN PERSONAJE EXTRAÑO”

-¿Lo eres?
-Sí, yo creo que soy un personaje extraño, porque no soy normal, eso, desde luego. Soy un “show”, como Dalí, pero con un cuerpo fenomenal, sin bigotes y una cara más guapa, claro.
-¿Te imitan mucho?
-Sí, a las mujeres les gusta peinarse y maquillarse como Sara Montiel. Ahora llevo estos trajes, que el año pasado puse de moda, y son estos modelos de ibicenca y palmesana. Este que llevo hoy es mallorquín, de un pueblo del interior de la isla, que se llama Tellá.
-Sara, ¿no te encuentras un poco sola?
-¿Personalmente? No, no estoy sola. Cuando murieron mis padres, fueron los únicos momentos de mi vida que me sentí sola. Para mí la soledad, a veces, es necesaria y la busco para leer o pensar.
-El espectáculo de “Saritísima” ha tenido un éxito rotundo en los sitios donde se ha presentado. ¿Qué opinas de las estrellas? ¿Son o no son necesarias las estrellas?
-Tiene que haber estrellas. Si yo, como espectadora, voy a ver una película muy bien dirigida, pero sin estrellas, no me interesa. El mito de la estrella es importante para que el público se crea la historia que le están contando. Por ejemplo, “Chancal”. El libro me gustó muchísimo; la película, no. El protagonista no me interesa ni como artista ni como hombre. Si esa película la hubiese hecho un Gary Cooper o un Robert Taylor, en su tiempo, entonces, sí. Es como la última película de Liz Taylor. Nada, malísima. Pero las cinco personas que estábamos allí fuimos a ver la estrella, no la película. ¡Menudo rollo! ¡Si la llego a hacer yo, los críticos me matan! Pero, si la hubiese hecho, las mujeres hubiesen ido a verme. No es que me quiera comparar con Liz Taylor, pero sí puedo hacerlo en el sentido de que somos estrellas y el público acude a vernos. 



Se siente en plenitud de facultades físicas: "Las de mi época, si no se conservan en alcohol y se hacen la cirugía estética..."

DIRECTOR Y EMPRESARIO

-¿Los productores han ganado mucho dinero contigo, verdad?
-¡Hombre, pues te diré! ¡Si el cine de España se conoce fuera ha sido gracias a Sara Montiel! Las divisas que yo proporciono a este país son muy grandes, cosa que me alegra muchísimo.
-¿Comparables con los impuestos?
-Los impuestos los tienes que pagar, quieras o no quieras. No tengo la suerte de Brigitte Bardot, que, como es una mujer que lleva muchas divisas a Francia, no paga ningún impuesto –ésa es una peregrina opinión de Sara Montiel-. En fin, yo confío que algún día a los artistas que llenamos las arcas del Estado nos hagan esa gracia. A mí me gustaría que los actores nos uniésemos para plantear esto en Sindicatos. La vida del actor es muy corta. El artista, el bailarín, tienen sus días profesionales contados, y no tenemos seguro de ningún tipo.
-¿Te asusta el futuro o la posibilidad de tu caída como estrella?
-Teniendo juventud y salud no se piensa en ninguna caída. Se piensa en la muerte. Y el que diga que no piensa en la muerte es un embustero. 



En la rueda de prensa, con motivo de la presentación de su última película. Sara encantó a los informadores. 

-¿Preparas tu futuro?
-A mí me gusta dirigir y ser empresaria de teatro. Entonces, en el momento en que el espejo me diga que ya no tengo nada que hacer, me retiro. Aunque yo, esto de la belleza física lo tengo por muy secundario. Lo importante es tener inteligencia para seguir trabajando en lo que te gusta. Yo sé mucha técnica del cine y del teatro, estoy preparada para dirigir cualquier cosa, porque el mundo del espectáculo lo conozco muy bien.
-¿Te volverías a casar?
-No me gusta hablar de mi vida íntima. Si estuviese soltera y alguien me pide matrimonio, pues a lo mejor me caso o no. Eso no lo sé. Yo no pensaba casarme y ya llevo dos maridos. O sea, que no se puede decir “de esta agua no beberé”.
El “show” de Saritísima ha terminado por hoy. Mañana, pasado, en cualquier rincón de este país, Sara Montiel seguirá siendo la atracción y el espectáculo más original de los últimos tiempos.


Paquita CASTILLA
Fotos: JUAN GALLEGO


EL RECORTE XXXVII
En Julio del 74 Sara presentaba la que fue su última película. En Diciembre del 73 se encontraba en pleno rodaje, y concedió esta entrevista para la revista Diez Minutos, que la publicó el 15 de Diciembre de 1973. Una entrevista típica de Sara adornada con fotografías del genial Simón López. 



SARA MONTIEL,
en su nueva película,
“Cinco almohadas para una noche”



Sara en el baño; su rostro sobre la espuma. 

Sara Montiel, la inefable, inimitable, insustituible y envidiable, rompió el paréntesis de paro cinematográfico que tenía desde “Varietés” para protagonizar una nueva película y seguir sorprendiendo al público como acostumbra; porque Sara no se ha dormido nunca en los laureles y posee la misma ilusión y muchos alicientes nuevos para mostrarse lo más variada posible, a pesar de la continuidad habitual en sus personajes. Ahora, la Montiel rueda “Cinco almohadas para una noche”, a las órdenes de Pedro Lazaga, donde encarna por primera vez un papel de comedia ligera, tirando a cómico. Sus galanes, esta vez con cinco (uno por almohada): Craig Hill, Manolo Zarzo, Ricardo Merino, Rafael Arcos y Manuel Tejada. En un descanso del rodaje, mientras cambian las luces, charlamos con la estrella; he aquí nuestra conversación:
-¿Cuál ha sido tu actividad desde “Varietés” hasta “Cinco almohadas para una noche”?

-Pues primeramente estuve en Estados Unidos, a instancias de la United Artists, para presentar y asistir a los estrenos de “Varietés” en Nueva York, Boston, Chicago, San Francisco, parte de Tejas, Los Ángeles y Miami; después regresaré a España y comencé a trabajar por casi todas las provincias haciendo galas, incluidas tres presentaciones en Madrid durante el verano pasado, alternando el trabajo con cortos descansos en Mallorca, porque he elegido esta isla para mí sola, dado que es la más bella del Mediterráneo. Hasta poco antes de comenzar la película he seguido actuando en presentaciones personales, la última de las cuales fue en octubre, en Zaragoza, donde Perla Cristal y yo presentamos un mano a mano que llenó hasta la bandera el local en los cuatro días que actuamos; luego he tenido que dedicar un cierto tiempo a elegir las siete canciones que canto en la película, la grabación de las mismas y la elección del vestuario. Ya ves, pues, que no he parado…
-Es la primera vez que te dirige Pedro Lazaga, ¿qué opinas, personalmente, de él?
-Que mueve muy bien a los actores, que es un señor muy bien educado y que posee mucho talento. Es posible que en su próxima película, si dispongo de tiempo libre, me vaya con él como ayudante de dirección.
-Eso, si no recuerdo mal, pensabas también hacerlo con Bardem y luego se quedó en agua de borrajas…
-Efectivamente, así fue, pero mi viaje a Norteamérica impidió que me incorporara al esquipo técnico de “La isla misteriosa”. Ya es sabido mi propósito de dirigir cine, aunque sólo lo haré cuando no pueda estar delante de la cámara porque se me caiga la cara de vieja. 

-Se dice que tu papel es diferente en esta película. ¿Realmente es cierto?
-Sí, porque ahora resulta que después de tanta Sara dramática, esta vez voy a descubrir que hasta tengo gracia. Ya verás, ya verás… Me suelto el pelo… y otras cosas.
-¿Por qué hay un espacio tan grande de tiempo entre una y otra película tuya?
-Porque no me interesa tener a la vez dos películas en cartel, con la consiguiente saturación y disociación del público, y porque una película es algo que debe prepararse y cuidarse mucho y necesita tiempo para tener todo previsto, sin dejar a la improvisación nada más que lo estrictamente necesario. Esto, mejor que los actores, lo saben los directores, que tienen por lo general que hacer películas a base de talento, pero con muy poco dinero y casi sin tiempo necesario para rodar, y esto a mí no me gusta que suceda en las películas en las que yo intervengo.
-¿Qué te pasa con Hacienda? ¿Acaso te tiene enfilada?
-No es Hacienda quien me tiene enfilada, sino los que forman parte en el Sindicato el Comité de Actores, que decide lo que tienen o deben pagar cada uno de nosotros. Como ellos han decidido que yo sea la que más pague, pues resulta que soy de las mejores contribuyentes del país, donde tan buenas carreteras y tan buenos puentes se están haciendo  por todas partes…



En esta escena se demuestra el marcado carácter cómico del papel que Sara interpreta en esta ocasión. 

-Siempre suelen esperarse con expectación los galanes que acompañan a Sara Montiel y que suelen tener el denominador común del exotismo y la nacionalidad extranjera. ¿Qué ha pasado en esta película para que no suceda lo esperado?
-Ha pasado, sencillamente, que no es una producción totalmente española. Además, no son cinco galanes, sino cinco “caracteres”, y por ello se han elegido los cinco actores que iban para sus respectivos personajes.
-¿Y cómo es que  no está Christian Matrás como operador, al que pareces guardar una gran fidelidad profesional?
-Pues porque llevo a otro tan bueno como él, con la fotografía en su haber de películas tales como “Las Vegas quinientos millones”, “Un verano para matar”, y “La corrupción de Chris Miller”, entre otras.
-Siempre has hecho papeles de mujer guapísima y maravillosa. ¿No te gustaría, aunque sólo fuera por una vez, interpretar, por ejemplo, a una jorobada que, además, no fuera cantante?
-Estamos en España y no podemos engañarnos de lo que se puede y no se puede hacer, y si tuviéramos una industria que pudiera pagar por los derechos de una “Virginia Wolf”, por ejemplo, un millón de dólares (sesenta millones de pesetas), más cinco o seis millones de dólares más para hacer la película, yo no tendría inconveniente de hacer esa jorobada a la que aludías simbólicamente, sabiendo que iba a estar arropadísima, dirigidísima, pagadísima, distribuidísima mundialmente y galancísimos, etcétera; en ese caso, sí.
-¿Te has sentido en algún momento una mujer-objeto?
-¡Huyyyy…! Sí que me he sentido mujer-objeto y mujer utilizada en el comercio del cine. Y como yo hay otras muchas.
-Se ha dicho últimamente, haciéndose eco de unas supuestas declaraciones tuyas, que se te habían malogrado tres hijos. ¿Es cierto?
-Sí, es cierto. El primero se me malogró, de resultas de una caída, cuando yo estaba casada con Anthony Mann, y si viviera tendría ahora catorce años; el segundo podría tener diez, y el tercero un poco menos… Pero si no te importa prefiero cambiar de tema, aunque no antes de decirte que no desespero de la idea de ser madre, porque las mujeres de mi familia han dado los hijos a pares (mi madre tuvo dos partos dobles y mi tía seis), y, por lo tanto, diciéndolo en frase popular, desciendo de una raza de “conejas”.




La popular actriz, aquí frente al espejo, logra demostrar que sabe combinar su belleza con el talento interpretativo. 

-¿Qué haces para estar tan guapa? ¿Podrías revelar “tus secretos” a las nuevas actrices?

-No creo que tenga necesidad de decir a las nuevas actrices lo que tienen que hacer, porque todas son muy jóvenes y guapas (con destape o sin destape); pero si por casualidad necesitaran un consejo mío les voy a dar la receta que yo uso, según cuentan: meterse ocho horas diarias en un baño de alcohol para así poderse conservar…
-Tiras con bala, ¿no?
-No, pero si Dios me ha dado una nariz pequeña y mona, unos ojos grandes, una boca bonita, un pelo precioso y unos pómulos marcados, ¿qué quieres entonces que diga?...
-Para terminar, Sara, dime el nombre de algunas personas que hayan calado fuertemente en tu personalidad y que esa marca sea imperecedera.
-Te voy a dar cuatro nombres, preferentemente, aunque existe algún otro más. Son los de León Felipe, Alfonso Reyes, Pablo Neruda y Nicolás Guillén.



No cabe duda que Sara Montiel sabe cuidar con gran esmero su belleza y mantener ese aire de perpetúa lozanía, con la copa en la mano. 

Texto: TRIALASOS.
Fotos: SIMÓN LÓPEZ.


LA FOTO XXXVII



Nuestra internacional Sara en otra escena de 'Cinco almohadas para una noche'. En esta ocasión cantando 'María de la O'.